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Ígor Barreto y su poesía del paisaje

Ígor Barreto y su poesía del paisaje

Ígor Barreto y su poesía del paisaje

Poeta, escritor, editor y profesor universitario de la Escuela de Letras de Universidad Central de Venezuela (UCV). Su obra ha sido traducida al italiano, francés, alemán e inglés. En el año 2008 se hizo acreedor de la Beca Guggenheim. Ígor Barreto y su poesía del paisaje.

Su nombre de pila es Ígor Miguel Barreto. Nació en San Fernando de Apure, el 26 de mayo de 1952. Actualmente tiene 70 años de edad. Este apureño que de niño crió gallos de pelea, le escribe al llano y a su cotidianidad, a la vida y a la muerte, a los rituales de las peleas de gallos.

Realizó estudios de arte en la Universidad Ion Luca Caragiale de Bucarest, en Rumania.

Reconocimientos

Obras publicadas

  • (1983) ¿Y si el amor no llega?
  •     (1987) Soy el muchacho más hermoso de esta ciudad
  •     (1989) Crónicas llanas
  •     (1993) Tierranegra
  •     (2001) Carama
  •     (2006) Soul of Apure
  •     (2006) El llano ciego
  •     (2010) El Duelo
  • (2010) Carreteras nocturnas
  •     (2012) Annapurna
  •     (2016) El campo/ El ascensor. Obra reunida 1983-2013
  •     (2016) El muro de Mandelshtam
  •     (2021) La sombra del apostador

Ígor Barreto y su poesía del paisaje

Disfrutamos de esta poesía de Barreto que ilustra nuestra nota:

HAMBRE

“Tienen hambre

y han abierto

la boca.

Un árbol entero

podría colocarse

en ella

y un río

entero,

hasta unas montañas

con sus picos

y lomas.

Todo cabría

envuelto

en saliva,

en paños blancos.

La saliva

se estira

y ablanda el paisaje:

unas vacas pastan

en la profundidad

de su inocencia

y los caballos

sobre la barda

como estelas funerarias.

Piedad

para los que son

pasto y hueso

porque luego

serán triturados

por el deseo

bajo el cielo

incendiados,

y el ansia

y las paredes

del cosmos

se moverán

y el paisaje quedará guardado

en el saco ácido

de la desmemoria.

Ver también

El deseo

de comer

lo incomible:

el perro fiel

calles y aceras,

edificios y trenes.

La hoguera de vidrio

de la pequeña ciudad

está encendida.

Devoración, devoración,

no importa cuánto

y cómo.

La hambruna,

la resaca súbita

del ánimo

una epidemia

masiva,

la voracidad

el ventoso remolino

de las aves carnívoras,

el entenebrecimiento”.

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