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Las guacamayas de Caracas: Colores en el cielo

Las guacamayas de Caracas: Colores en el cielo

las guacamayas

Érase una tarde como otra cualquiera y yo solo quería llegar a casa. Hay días en los que Caracas compagina con mis sentimientos, pero ese en particular andaba más lenta de lo normal. Ya había pensado que nada iría mejor hasta mañana, pero para mi suerte (?) se avistaron en el panorama un par de aves en el cielo. En ese momento al fin algo pudo sacarme una sonrisa y todo cobró sentido de repente: las guacamayas.

A mí, como muchacha del interior, me alucinan los eventos que suelta Caracas. Las guacamayas han sido uno de los más bonitos (y que no me lean mis amigos, jaja). La sensación de familiaridad que se genera entre un público que las cobija con alimentos y el espectáculo que son ellas, nos habla muy bien de los citadinos. Del amor que hay tras la inocencia de unas aves que ninguna culpa tienen de su pueril y magnífica presencia.

¿Cómo se ven eso y qué mantiene a las guacamayas pegadas a Caracas?

Las guacamayas son parte de la familia de los psitácidos (que se caracterizan por tener picos toscos y curvados, también por sus plumajes de colores exuberantes y patas prensiles de 3 garras). La ambición de estas aves por climas cálidos es una de las principales razones por las que ellas -y yo- se han mantenido en la ciudad. Y es que Caracas es un lugar codiciado por su clima para todo, casi todo mundo.

Cuentan los caraqueños la historia de Vitorio Poggi, que supuestamente es el responsable de que coexistan con nosotros tantas guacamayas en Caracas hoy día. Él mismo le concedió una entrevista a la BBC en la que cuenta cómo empezó a cuidar su primera guacamaya en un apartamento en lo alto de Bello Monte y poco a poco el número de estas fue creciendo con el tiempo. Actualmente tiene unas 30 guacamayas y 10 de ellas están libres porque -según Poggi- siempre vuelven. Es que son seres con una fantástica memoria para trayectorias.

Los colores de sus plumajes que más se destacan son los verdes y los azules, y se estima que de cada tipo existen 300 aves. También están las rojas, que son un grupo más raro de encontrar (tanto así que apenas hay unas 50 de ellas en existencia).

Despertarme es poco

En algún momento me han despertado sus sonidos y en medio de mi somnolencia me he preguntado si es que es parte de mi sueño. Escucharlas es conectarse con la naturaleza y volver a casa.

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De ellas se dice que tienen distintas formas de comunicarse -dependiendo de la zona de la que provengan-; esto quizá tenga que ver con que tienen que alzar más su timbre de voz en determinadas zonas.

Las parejitas inseparables

¿Puede creer que desde el instinto se pueda ser monógamo? El ejemplo perfecto vive en estas criaturas, ya que son una de las pocas en el mundo capaces de tener una sola pareja en su vida y en este caso no hizo falta ninguna promesa de exclusividad -jajaja-. Algunos las llaman románticas. Y es que no les place estar solas, necesitan compañía; ellas, desarrollan algo parecido al apego afectivo. Me pregunto si es por eso también que regresan siempre a los mismos lugares donde fueron queridas por nosotros o acaso si es solo por costumbre.

Con una vida estimada de 40 a 70 años, las guacamayas en Caracas, adornan los balcones de las personas que disfrutan alimentarlas con frutas dulces y semillas mientras observan sus formas y cantos. Estos pequeños reflejos de belleza son una de las tantas bondades por las que me quiero dejar cautivar todos los días y porque en lo cotidiano a veces se esconde el amor.

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