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¿Es el tequeño un invento venezolano?

¿Es el tequeño un invento venezolano?

Siempre, en las reuniones o celebraciones (sean estas formales o no), la presencia del tequeño sobresale entre el resto de los pasapalos como uno de los de mayor valor simbólico en nuestra gastronomía nacional. No nos caigamos a coba. Es un ícono de la cocina venezolana, el embajador de los embajadores, el anfitrión más deseado en las fiestas o la mejor opción de merienda para cualquier compartir. A pesar de su sencillez, su exquisito sabor no tiene fecha de caducidad aun con el pasar de los años. Incluso fuera de nuestras latitudes, su popularidad continúa en aumento.

¿Y qué es el tequeño? En términos simples, es un aperitivo que consiste en una barra pequeña de queso blanco envuelta en una masa de harina de trigo. La receta original sugiere cocinarlo en aceite, aunque hay quienes lo hornean. De la misma manera, también hay quienes, en lugar de queso, utilizan de relleno cualquier otro ingrediente, como mariscos o jamón. En algunos cines de Venezuela, por poner otro ejemplo, los venden rellenos de chocolate. Y si el tequeño no es del tamaño de un dedo sino mucho más grande, recibe el nombre de tequeñón. Lo cierto es que tiene muchas variantes, así como diversas maneras de degustarlo (bien sea solo o con alguna salsa), aunque ninguna de ellas es equiparable al sabor original. Este, por mucho, sigue gozando de mayor fama que el resto.

Ahora bien, es verdad que lo sentimos muy nuestro y que, en el criollo paladar, revive historias de antaño, porque no hay historial familiar o personal en el que no haya estado presente alguna vez. Mas, ¿es realmente el tequeño un invento venezolano? Aunque me gustaría decir que sí, que no tengo pruebas pero tampoco dudas, a ciencia cierta, es complicado determinar cuál es su verdadero origen. Esto se debe a que no existe ningún documento que avale su nacionalidad, lo que ha dado pie a que unos y otros manifiesten ser sus autores intelectuales. Durante años, la ausencia de pruebas permitió la formulación de hipótesis no solo dentro de nuestro territorio, sino también afuera.

Tequeños peruanos. Fuente: Wapa pe
Tequeños peruanos. Fuente: Wapa pe

Hay quienes afirman, por ejemplo, que nació en Colombia. La diferencia es que allá no le dicen tequeño, sino dedito de queso o dedito de Olaya. La segunda denominación es usada sobre todo en la ciudad de Barranquilla, en alusión o a Enrique Olaya Herrera (presidente de Colombia entre los años 1930 y 1934) o a una avenida que lleva su nombre. Por otro lado, otros afirman que tiene sus raíces en Perú. Lo curioso es que, en este caso, ambos platillos conservan de similar únicamente el nombre, pues la preparación es distinta. Los tequeños peruanos no se hacen con harina de trigo, sino con masa wontón, la cual es de uso común en la cocina china. Pueden llevar de relleno diferentes ingredientes y su forma, en lugar de cilíndrica, es rectangular. El por qué los llamaron así es incluso todavía más curioso. No se sabe la razón, aunque alegan ser los dueños de su autoría.

Sin ánimos de resultar parcial, me atrevo a afirmar que tiene mucho más sentido argumentar que el nombre se inventó en Venezuela, sobre todo si nos basamos en algunas de las teorías que dan cuenta de su creación. Referiré varias de ellas para explicarme mejor.

tequeño
Fuente: Instagram, tequenoslastias

La primera nos sitúa en la segunda década del siglo pasado. Por aquel entonces, una familia residenciada en Los Teques solía celebrar fiestas o reuniones en la comodidad de su hogar. Eran los Báez: una familia de cuyo matrimonio nacieron cinco hijos. La mayor de ellos, Josefina Hernández de Oviedo, desde muy joven, disfrutaba cocinar, por lo que ayudaba en casa con la preparación de platillos. Al parecer, en una ocasión, para aprovechar los ingredientes que le habían sobrado, enrolló unas barritas de queso en masa hecha a base de harina de trigo y luego las colocó a freír. Por la manera en como fue elaborado, a esta creación le colocó el nombre de enrolladito de queso. Tenía 15 años entonces; era una adolescente. No está de más decir que rápidamente el aperitivo se ganó la aprobación de quienes lo probaron y que su fama, a partir de allí, subió como la espuma. Tanto gustó el bocadillo que, pocos años después, comenzó a distribuirse incluso más allá de la localidad. Gracias a los distribuidores que se trasladaban en tren, llegó a otras zonas más apartadas. Y los clientes, que no podían esconder su emoción al verlos llegar con esa innovación que había resultado tan exquisita, gritaban emocionados: “¡Llegaron los tequeños!”, en alusión a las personas que distribuían los enrolladitos de queso. Recordemos que, después de todo, es ese el gentilicio de los nacidos o residenciados en Los Teques. Con el paso del tiempo, los canapés terminaron absorbiendo tal denominación, aproximadamente, por la década de los años sesenta de ese mismo siglo.

Así como esa, existen otras teorías menos elaboradas que apuntan que el tequeño tuvo su origen en Los Teques. Una menciona que fue inventado por la cocinera de una familia de clase alta que solía vacacionar allá, misma que, luego de preparar pastelitos, habría utilizado la masa restante para elaborarlo. Otra, bastante similar, menciona que dos hermanas lo crearon en el siglo XIX mientras preparaban comida en casa destinada a ser comercializada. Por otro lado, el gastrónomo venezolano Rafael Cartay asevera que el tequeño tuvo su génesis durante la época colonial. De acuerdo a esta teoría, las empleadas domésticas de una familia adinerada, tras hacer el pan, tomaron la masa restante y la utilizaron para envolver trozos de queso. Al resultado de aquella combinación, lo frieron. Como vemos, todas estas hipótesis convergen de alguna u otra manera. No hay una unanimidad completa, pero tampoco una discrepancia muy exagerada. Es como si se hubiese aplicado la dinámica de “El telefonito” (un juego en el que una misma información circula en una fila de un extremo a otro) y algún dato hubiese sido modificado durante el camino.

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Hay otra hipótesis que refiere que este canapé nació en el barrio El Teque (uno de los más antiguos de Caracas), el cual, antes de que le cambiaran el nombre, perteneció a la parroquia Altagracia desde comienzos del siglo XVIII hasta finales del XIX. Dicen que el tequeño pudo haber nacido allí como sucesor de los pastelitos de queso, pero no hay mayor información, bien sustentada o creíble, que le dé peso a esta tesis.

Por último, vale la pena hacer mención de una teoría que alude el cocinólogo venezolano Miro Popic en “Reflexiones sobre los tequeños y su origen”, un artículo publicado el 20 de diciembre de 2010 en su portal web. De acuerdo a una fuente que no quiso revelar, el tequeño (o al menos la receta original) es de origen zuliano. Al parecer, un emigrante italiano apellidado Franco lo habría inventado en Villa del Rosario, a inicios del siglo pasado. Además, es interesante que, en este estado, sea común el tequeyoyo, una variante del tequeño rellena con plátano y queso.

tequeño
Fuente: Imgrum

Entonces, ¿es el tequeño venezolano o no? Independientemente de lo que otros puedan decir, lo es. Es un aperitivo que envuelve, más allá de queso blanco, el sabor criollo de cada uno de nosotros que crecimos viéndolo en nuestro día a día, como parte de nuestras reuniones. Nos representa tanto como lo hace la arepa o el joropo. Es patrimonio culinario; es tradición. Es Venezuela, con su amigable sapidez, en una envoltura de no más de cinco centímetros.

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