Aquiles Nazoa, el gran poeta humorista
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Escritor, ensayista, humorista, dramaturgo, periodista y poeta dedicado al género del humor en el que expresó la cultura popular venezolana. Aquiles Nazoa, el gran poeta humorista.
Nació el 17 de mayo de 1920, falleció por un accidente de tránsito el 25 de abril de 1976, a los 55 años de edad. Nació en la popular parroquia caraqueña de San Juan, en el barrio El Guarataro.
Creció en una familia de escasos recursos económicos por lo que Aquiles comienza a trabajar a los 12 años para ayudar a su familia.
Desarrolla diversos oficios hasta que en 1934 entra a trabajar en el Diario El Universal. Desde ese momento comenzó una carrera en la que pasó por varios medios: “El Verbo Democrático”, Últimas Noticias, El Nacional, Radio Tropical.
Aquiles Nazoa, el gran poeta humorista
También trabajó en varios semanarios y revistas como: “El Morrocoy Azul”, Élite y Fantoches. Ganó el Premio Nacional de Periodismo «Juan Vicente González» (1948) y el Premio Municipal de Prosa (1966).
Escribe y publica varios libros. Aquí un resumen de sus obras publicadas.
Obras
- (1943) Aniversario del color
- (1943) Método práctico para aprender a leer en VII lecturas musicales con acompañamiento de gotas de agua
- (1945) El transeúnte sonreído
- (1950, 1958, 1960) El ruiseñor de Catuche
- (1955) El silbador de iguanas
- (1955) Caperucita criolla
- (1957) Arte de los niños
- (1958) Poesía cotidiana
- (1958, 1959) El burro flautista
- (1958) .Poesía para colorear
- (1960, 1972) Caballo de manteca
- (1961) Los poemas
- (1962) Libro Mientras el palo va y viene
- (1962) Poesías humorísticas, costumbristas y festivas
- (Antología. 1962, 1971, 1975) Humor y amor
- (1965) Pan y circo
- (1978) Los últimos poemas de Aquiles Nazoa. Amigos jardines y recuerdos
Ensayos
- (1966) Caracas, física y espiritual
- (1971, 1974) Venezuela suya
- (1972) Las cosas más sencillas
- (1975) Vida privada de las muñecas de trapo
Aquí uno de sus poemas emblemáticos:
LA LLUVIA (Aquiles Nazoa)
“Ayer
volvió a llover…
Vino la lluvia a refrescar jardines
y a impedir la salida de los cines.
Ayer
volvió a llover…
La lluvia es una niña que no tiene
—porque vive desnuda— camisón;
sueltas las trenzas por el aire viene
repartiendo pestón.
Ayer
volvió a llover…
Los poetas, que son sentimentales,
la ponen a bailar tras los cristales.
Ayer
volvió a llover…
¡Oh, bardos! Cómo estáis de equivocados
al no cantar la lluvia en los tejados.
Ayer
volvió a llover…
Colándose por grietas y rincones
y mojando las camas y las sillas;
metiéndose indiscreta en las hornillas
y apagando carbones.
Ayer
volvió a llover…
Porque la lluvia es bella en los cristales,
pero forma terribles barrizales…
Ayer
volvió a llover…
En la calle, en la plaza, en el camino,
a tal punto que sales
de puntillas, salvando manantiales,
hasta que llega algún chofer cretino
y te pone lo mismo que un cochino.
Ayer
volvió a llover…
Mi corazón
es un niño arrullado por el son
de la lluvia de plata,
que cae desde el cielo en una lata
—tin, tan, ton—
bajo el alero roto del balcón.
Ayer
volvió a llover…
Y en medio de esta lírica cantata
a dúo de la lluvia en el balcón,
un muchacho infeliz se medio mata
porque se le desliza una alpargata
y se da un resbalón.
Ayer
volvió a llover…”