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Historias de ciudad: entre comedias y tragedias

Historias de ciudad: entre comedias y tragedias

Historias de ciudad: entre comedias y tragedias
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En una ciudad como Caracas encontramos todo tipos de historias, desde comedias hasta tragedias que terminan siendo todo un Stad Up. Porque si por algo nos caracterizamos es por nuestro humor y nuestra visión de las cosas. Como se suele decir «Al mal tiempo, buena cara» y si es una sonrisa, mucho mejor.

Somos una ciudad de vivencias, de ubicaciones a partir de recuerdos «en este local una vez tomé», de moralejas, leyendas, cuentos de boca en boca y supersticiones.

La categoría “esto me pasa a mí y al pato Donald” es algo que se comparte entre los caraqueños, por ello la voz de uno de sus habitantes nunca esta demás.

Una botella de ron y un camión de basura

Como suelen decir, toda buena historia inicia con un trago de ron y esta no es la excepción.

Eran aproximadamente las 10:00 p.m. y la rumba nos aguardaba en Plaza Venezuela, mis amigos y yo seguíamos esperando en Ciudad Banesco a la pava de mi prima que no se terminaba de arreglar.

Ya para esa hora no pasaba ningún autobús, pero la esperanza nunca se pierde, ¿No?

Media hora más tarde, mi prima aparece bien emperifollada.

– ¡Chachaaa!

Esperamos y esperamos, ya para las 11:00 p.m. no pasaba ni un alma, pero los tragos de ron nos seguían haciendo compañía.

Sin embargo, cuando ya estábamos por darnos por vencidos a lo lejos vemos un camión de basura.

– ¡Vamos a pedirles la cola!

Así fue, con tan solo una conversa, y unos tragos compartidos, los amables señores del aseo nos llevaron hasta nuestro destino.

Neyber Barrios

Érase una vez mi primera vez en el metro de Caracas

A mis 19 años nunca había pisado el metro de Caracas, la pregunta que todos hacían era ¿Por qué? Y a decir verdad ni yo lo sabía.

Mis padres siempre me llevaban en auto y no había necesidad, pero las cosas cambiaron en mi segundo año de universidad cuando unos amigos me sonsacaron para que los acompañara a Los Dos Caminos a buscar unos planos.

Con los nervios de punta, accedí, aunque jamás había salido de la universidad.

La aventura inició al pisar la entrada de la estación Ciudad Universitaria, el andén estaba vacío y tranquilamente nos subimos.

La tragedia comenzó en Plaza Venezuela, al principio era charla y pura risa mientras esperábamos el metro. Al montarnos y pasar tres estaciones mis compañeros se dieron cuenta que íbamos al oeste y no al este. Total, que nos bajamos corriendo y por si fuera poco, lo mismo nos pasó de regreso.

Victoria Briceño

 Un bucle en Plaza Venezuela

Eran mis primeros días en la UCV y apenas aprendía a hacer la transferencia de Ciudad Universitaria a Plaza Venezuela.

La hora daba la 1:00 p.m. y ya iba tarde a mi trabajo, salí apresurada de Línea 3 y abriéndome paso entre la multitud subí las escaleras corriendo para agarrar el metro de Línea 1.

He aquí donde sucede algo confuso, si bien ambas vías de Plaza Venezuela son idénticas, no es para menos que más de una vez tomásemos la vía equivocada.

Por ende, subí las escaleras para ir hacia la vía de Propatria y justo en ese momento entré en un bucle en el que me encontraba subiendo y bajando las escaleras de la estación de Plaza Venezuela buscando cuál de los dos lados era para ir a Propatria.

Finalmente me detuve y observé el gran cartel que dice Propatria, pero de seguro alguna persona me vio haciendo el ridículo.

Caroline Vasquez

Terror en las alturas

En una mañana del sábado mis amigas de Caracas deciden darme un tour por la ciudad, empezando por las alturas. Sin embargo, las alturas nunca han sido de mi agrado, pero por conocer la ciudad decidí dejar mi miedo de lado.

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Mientras hacíamos la fila para subir al teleférico, empezaron a contar historias de cómo algunas cabinas se habían quedado paradas en medio de la subida, cabe destacar que mi cara era un poema, pues estaba a dos segundos de salir corriendo.

Después de todo nos montamos, entre charlas y risas la subida se hizo amena hasta que la cabina se paró y entre en pánico.

Estaba tan roja y tan nerviosa que mis amigas no sabían si reír o llorar y nuestros acompañantes desconocidos de seguro quedaron bastante perturbados por mi pánico momentáneo

El lado bueno es que de bajada no nos quedamos varadas.

Nanny Loaiza

Un extraño, un baño y mucho refresco

En una tarde del jueves después de salir de clases, decidimos ir al cine.

Los pasos principales son ir al baño antes de entrar, ya que la combinación del frío y el refresco no es idónea si queremos ver la película entera.

Sin embargo, al finalizar la película todos corrimos al baño dado que la combinación había hecho su efecto.

En eso mientras formábamos una fila en los urinarios un hombre extraño entra como «peo e loco” corriendo a uno de los baños.

Lo siguiente que escuchamos fue lo más parecido a los fosforitos, y fuegos artificiales navideños en su versión más humana.

Angel Rondon

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