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Mi ventana, mi conexión con la ciudad

Mi ventana, mi conexión con la ciudad

Caracas

Desde mi ventana observo, me traslado y me inspiro, pero apenas leo esto, se me viene de inmediato la canción de Karina; lo siento, es que el legado musical de mi madre está  muy marcado en mi.

Ahora bien, las ventanas siempre han sido sinónimo de conexión con el mundo exterior, por allí pasan los rayos del sol, la brisa, el sonido de la calle y hasta el de las gotas de la lluvia.

En estos días de cuarentena, ellas se han convertido en aliadas para sobrellevar los días de encierro, cuando vemos a través de ellas, descubrimos algo nuevo todos los días.

Pensar que estas cosas o personas siempre han estado allí, solo que no le prestábamos atención o no nos tomábamos el tiempo de poder apreciar los detalles que se esconden detrás de una ventana.

Cada ciudad, cada zona, cada edificio, caserío y espacios poseen su propia dinámica, es como un ecosistema mínimo que forma parte de algo mucho más grande, pero que al final terminan teniendo coincidencias.

Ventana de un caraqueño

Los habitantes de esta capital poseen una vista común, desde cualquier parte de la ciudad podemos observar el imponente Ávila; lo genial de esto es que tenemos infinidad de ángulos para admirarlo.

En otras ventanas existen unos visitantes muy singulares:  las guacamayas forman parte de nuestro horizonte, sus ruidos y vuelo nos hacen salir corriendo para apreciarlas.

Otra de las postales fascinantes que posee una ventana caraqueña, es la fusión de la arquitectura de la ciudad, con la naturaleza que se impone en cada rincón. Empezando desde el materito que tenemos en las orillas de las ventanitas.

Podríamos decir que nuestras ventanas también son cómplices para enterarnos de la vida de nuestros vecinos, sin querer queriendo claro está, no tiene nada que ver con ser chismosos, pero si no quieren que veamos coloquen una cortina, por favor. 

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He observado a los niños abriendo una y otra vez la nevera, a la vecina cocinera haciendo sus arepas todas las mañanas, a los deportistas; admiro su constancia y disciplina, la verdad.

Hay un joven que lleva practicando con su guitarra todos los días, hay vecinos que se encuentran experimentando en la reestructuración de sus hogares, hay jardines que han resucitado.

A mi me encantaba ver el tráfico, las luces y ruido que éste producía, pero en estos momentos se siente una Caracas tranquila y silenciosa, una que otra vez pasa algún delivery tocando corneta.

En fin, cada quien tiene un universo en su ventana, aprovecha este tiempo para admirar algún amanecer o atardecer en estos días de ventanas.

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