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La Gran Pulpería del Libro: un gran ícono caraqueño

La Gran Pulpería del Libro: un gran ícono caraqueño

En 1981 Rafael Ramón Castellanos fundó La Gran Pulpería del Libro, desde entonces almacenó más de 2.500.000 de ejemplares, además de los muchos recuerdos y anécdotas que ahora atesoran sus hijos.

Entre cuentos como: unos libros se ocultan y otros aparecen sin ser buscados. Esas viejas hojas descoloridas, que en algún momento se les pudo apreciar el olor a tinta, huyen de la repisa en caso de no querer marcharse con algún lector en particular. “¡Pero si ese libro que tú pides siempre ha estado ahí, no entiendo por qué se perdió!”. Y en los días posteriores se dejan ver en el lugar donde habitualmente solían estar.

Rómulo Castellanos cuenta que estos episodios ocurren desde que su padre Rafael Ramón Castellanos fundó La Gran Pulpería del Libro, en 1981. “Los libros escogen a sus lectores”. A los lectores habituales de la librería, aunque quisieran, jamás les alcanzaría la vida para leer los 2.500.000 de ejemplares que reposan en las estanterías de un sótano de 830 metros cuadrados; donde la oscuridad oscilante crea la ilusión de filas infinitas de palabras y sabiduría.

Pulpería del Libro

La Pulpería se mudó a Sabana Grande en 1999, los libros ya no cabían en la sede que estaba ubicada en el Pasaje Zingg. El local era cuatro veces más pequeño que el actual y, aunque no disponía de tantas obras como ahora, la mudanza duró seis meses, trabajando de lunes a lunes. Además, se necesitaron de 120 viajes en camiones 350.

“Este lugar lo conseguí yo. Mi papá era un comprador compulsivo de libros, era un acumulador de cultura. Él los leía todos, hasta el que no le gustaba. Se podía terminar un libro de 300 páginas en una noche”, narra Rómulo Castellanos.

A Rómulo todavía le cuesta hablar de su padre en tiempo pasado. Lo recuerda como un hombre de palabra, de carácter difícil pero bondadoso, para quien no existían los matices. “Las cosas tenían que ser blancas o negras, grises muy pocas. Cuando no le gustaba algo lo decía”.

Rafael Ramón nació en el pueblo de Santa Ana (Trujillo) en el año 1931; escritor, periodista, crítico, ensayista, biógrafo, historiador y filósofo. Escribió 72 libros, fundó las librerías Primicias Literarias (1955), Historia (1962) y La Pulpería del Libro (1981). Desempeñó diferentes cargos públicos ligados a la cultura. Ya a los 13 años tenía su propio periódico y a los 14 se convirtió en maestro de escuela. Ejerció como doctor en Filosofía y Letras, también fue licenciado en Periodismo. Falleció el 13 de abril de 2019.

«Existen muchas temáticas que uno se pregunta: “¿quién va a leer eso?”, y resulta que sí existe gente que lee sobre ese tema en específico. Por eso tenemos tanta variedad que nos llegan de distintas formas: se consiguen en ventas de libros usados, algunas personas los traen directamente a la librería y en muchas ocasiones nos los regalan. Personas de la tercera edad piden antes de morir que su biblioteca personal la lleven a La Pulpería del Libro, es como darle un final feliz a sus pertenencias», dice Rómulo.

Así como se consiguen, también se venden. En La Pulpería del Libro hemos tenido publicaciones de los siglos XVI, XVII y XVIII; las primeras ediciones de los principales escritores latinoamericanos y cientos de libros firmados con dedicatoria. De varios idiomas: alemán, inglés, francés, ruso e italiano. A pesar de tener cada día más y más textos, no contamos con una base de datos digital.

Mi padre sabía en dónde estaba cada libro, él era la gran computadora de la librería. No solo eso: si le preguntaban sobre algún texto, te decía la página exacta y lo que estaba escrito en ella. Poseía una memoria fotográfica.

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Hay gran cantidad de escritores venezolanos que la gente desconoce y están aquí. Siempre ha habido literatura venezolana, lo que pasa es que la desconocemos. Muchas de las cosas (buenas y malas) que nos ocurren como sociedad es porque no indagamos sobre nuestro pasado.

Los libros se ocultan y otros aparecen sin ser buscados. El olor a viejo y el polvo mantienen impregnado hasta el último rincón de la librería. Las pertenencias que alguna vez fueron de un único dueño, ahora están en un lugar seguro, pero pronto ellas mismas exigirán con quién partir. Mientras tanto, el genio, la memoria y el legado de Rafael Ramón Castellanos continuarán presentes en sus hijos, sus escritos y en La Pulpería del Libro, un gran icono de Caracas.


Información tomada de: eldiario.com

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