Cuando el Acta de Independencia estuvo perdida
Como es bien sabido el Acta de Independencia fue firmada el 5 de julio de 1811, pero un dato interesante es que estuvo perdida 96 años. Fue buscada por gobernantes, historiadores y detectives, desde Venezuela hasta Inglaterra. El 23 de octubre de 1906 el Acta apareció sana y salva en Valencia (Venezuela); ésta había sido conservada por dos mujeres de ahí que se alternaron su cuidado durante esos 96 años.
Cuando comenzaron las hostilidades en el año 1812, el congreso decide mudarse a Valencia y los diputados se llevan el libro donde, entre otras constancias, se encontraba el Acta de Independencia. Al huir los diputados y caer la primera república se quedó atrás el libro donde se encontraba el Acta; se presumía que ésta había sido arrojada a las llamas.
El 23 de octubre de 1907 la señora María Josefa Gutiérrez, viuda del ingeniero Carlos Navas Spínola, reveló que el libro de Actas del Congreso de 1811 estaba en su poder. Tal como ella misma escribió, en una carta dirigida al historiador Francisco González Guinand, fechada en Valencia el 5 de noviembre de 1907. El libro se lo había entregado la señora Isabel La Hoz de Austria en 1885. Esta dama valenciana estaba emparentada con los Zavaleta, según González Guinand, anfitriones de “amenas tertulias y familia esclarecida por sus virtudes y por su ardiente republicanismo”. Ya octogenaria, Isabel de La Hoz tuvo que mudarse “a una casa menos capaz que la que venía ocupando”, escribe doña María Josefa y, por ofrecimiento de ésta, le entregó “una pequeña biblioteca”, que incluía el valioso libro.
Al entregarlo, la señora de La Hoz pidió que, al fallecer, su biblioteca fuera entregada a dos sobrinas que en ese momento estaban fuera de Valencia.
“Dichas sobrinas”, escribió María Josefa “sin duda por la confianza que siempre han depositado en mi, no habían querido disponer del mencionado depósito, e ignoraban, por completo, la mayor parte de los libros de que se componía y principalmente que entre ellos se encontrase el precioso documento, base primordial de nuestra independencia y de nuestras libertades públicas”.
“En estos últimos días”, escribe, “revisando mi hijo Carlos dichos libros, hizo el inestimable descubrimiento”.
Y ya que estaba en eso, agregó: “No me cabe pues, ningún mérito en la salvación y conservación del trascendental documento, ni en su dichoso hallazgo la gloria de la conservación y hallazgo del preciosísimo libro, yo la reclamo para Valencia y sobre todo para sus abnegadas y patriotas matronas y vírgenes que, a manera de vestales de la libertad, y haciendo de sus pechos escudo y de sus manos arcas santas, lograron salvar el trascendental documento de los horrores de nuestra guerra magna y especialmente de las pavorosas catástrofes de 1812 y de los inenarrables martirios que padeció esta ciudad en 1814. Ese libro encierra un poema: es un Moisés salvado, no de las aguas del Nilo, sino de un océano de sangre, de una inmensa hoguera de exterminio y de muerte que tenía por extensión toda la República”.
¿Sabías que el Acta de Independencia estuvo perdida? Es un dato curioso sobre nuestra historia, ¿verdad?
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