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Y a la vuelta, una segunda oportunidad

Y a la vuelta, una segunda oportunidad

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La ciudad de los techos rojos aún sigue latente, su gente sigue en movimiento sin dejar atrás sus sueños. Caracas ha bajado el ritmo, pero su vehemencia te obliga a resistir de la misma manera, así es como quienes hacen vida en esta particular metrópolis no dejan de esforzarse por un segundo en tener un buen día, y es que a esta altura no hace falta una oficina para ser la solución de quienes llevan una vida más agitada.

En medio del caos vehicular que no ha parado, las calles de la gran capital siguen repletas de esperanza, de gente que ha tomado el riesgo de hacer lo que mejor saben hacer. En cualquier esquina hay una historia que escribir, un desacierto que escuchar, una sonrisa improvisada y unos buenos días con café incluido, y hasta ñapa pa’ llevar.

Néstor José es la vida que se convirtió en un relato para contar, hoy sigue siendo un caraqueño de corazón e ímpetu, dejando claro que su norte siempre ha sido el bienestar de los suyos, su esposa y dos hijas. Ha sido presa infalible de la desesperación y la desmotivación, pero, ¿quién no ha querido en algún momento renunciar a todo?, en el país que vivimos, un mal día está permitido, sin reproches.

Una de las concurridas esquinas de la avenida Urdaneta en Caracas ha sido la mejor aliada para este hombre de 53 años por casi una década, su oficio de zapatero le ha permitido ser referencia del lugar, ser confidente de quienes llegan para remendar algún calzado que aún “está bueno pal’ ruedo” y ser quien pueda regalar una segunda oportunidad.

Aunque nos resistamos, siempre llegamos al punto de las oportunidades, necesaria para nosotros y nuestros objetivos, los caminos que tomamos no siempre son la mejor elección, más de una vez debemos replantear nuestro andar, para ello se hace indispensable confiar en nuestros pasos y también en el trabajo que aquel buen hombre ha realizado, brindándonos la opción de volver a disfrutar una nueva etapa, más firmes, más conscientes que nada dura hasta el final.

Los días de Néstor José no siempre pintan de colores, los tonos grises también le acompañan, por eso, si alguien sabe cuándo lloverá, tal vez sea él. El vivir en la zona de Catia le ha enseñado que “a zapato remenda’o no hay Nike que le gane”.

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Su optimismo sigue intacto, aun cuando el mundo ha estado paralizado. Sus ganas por regalarle a su familia la dicha de seguir adelante no se disipa de sus pensamientos ni al reconocer la ausencia de un sinfín de privilegios. Este caraqueño ha conocido buenos placeres y una gastronomía que ningún restaurant en Escocia se atrevería a servir, la magia ha llegado a su cocina y no lo relacione usted con la ausencia de calidad de vida, el honor se lo debe a su esposa que vía online se ha ganado el certificado de mujer con ingenio, “una fruta y mil formas para cocinar”.

Caracas está preñada de cientos de historias que no siempre se evidencian en los finales de películas románticas, pero siempre vienen cargadas de enseñanzas, de paradas obligadas y hasta de protagonistas que nos obsequian segundas oportunidades para creer, confiar y saber que el camino aún cargado de trabas sigue siendo el sendero que nos permite soñar.

Solo queda confiar en que llevas tu mejor par de zapatos.

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