Apamate ofreciendo color a la ciudad
El apamate no suele ser muy conocido. De marzo a abril, las calles de buena parte de Venezuela y sobretodo de Caracas se cubren de coloridas flores en diversos tonos que varían desde blanco, distintos rosados hasta lilas y morados, ofreciendo un panorama efímero pero muy hermoso: Son las flores del apamate, el “primo” rosado del araguaney que, al igual que éste, durante la mayor parte del año pasan desapercibidos, pero al llegar su floración, pierden sus hojas y resplandecen con el llamativo color que cubre todas sus ramas.
Este árbol incluso inspiró al ilustre poeta venezolano Andrés Eloy Blanco, quien escribió el poema La Flor del Apamate, del cual compartimos dos versos:
“Que pena de medio luto
Tiene la flor de apamate,
Qué pena de medio luto,
Desde que tú te marchaste.
Tu marcha me echó en las venas
los morados de la tarde,
la sangre me quedó viuda
como la flor de apamate”.
El fruto es una cápsula linear, cilíndrica de 2-4 cm de longitud, cáliz persistente. Llega a medir 1 metro de diámetro normalmente.
Las flores son tubular-infundibuliformes, rosado lavanda, a veces blanco, de 5-10 cm de longitud.
Se multiplica por semillas, las cuales se dispersan con el viento ya que son muy ligeras y aladas, con las alas asimétricas e irregulares, con el fin de poder dispersarse a cierta distancia del árbol original.
La verdadera semilla está formada por dos pequeños discos lenticulares soldados entre sí, también asimétricos para favorecer la dispersión con el viento, en ocasiones favorables pueden desplazarse hasta casi un km.
Requiere climas cálidos con suelos húmedos y fértiles.
Si ves un Apamate (o un Araguaney), totalmente cubierto de flores, apréndete bien donde está. Esto porque casi todo el año pasan desapercibidos como simples árboles verdes poco llamativos, esperando a su próxima floración para resplandecer con su espectacular color.