Admirando el valor del arte público
Los países están formados por su territorio y su gente. Esta última es la que más incidencia tiene gracias al desarrollo de lo que llamamos cultura. Al final esta cultura viene siendo una carta de presentación sobre la cual podemos admirar las bellezas de una nación. El arte público juega un papel fundamental en esto, pues viene siendo la piedra base que nos invita, permanentemente, a mirar la belleza sin importar el contexto.
Dentro de lo que es el arte público hay muchos elementos que se configuran en el juego. El primero es el de los artistas. Los caraqueños somos privilegiados al poder tener nuestras calles adornadas con mensajes abstractos de artistas como Pedro León Zapata, Lía Bermúdez, Harry Abend, María Cristina Arria. Todos tienen algo en común: quisieron regalarle no solo a la ciudad sino a los caraqueños, una esperanzada sonrisa disfrazada entre formas, ángulos y colores.
La virtud de estas piezas que adornan las calles de nuestra ciudad, siendo la más emblemática la Esfera Caracas de Jesús Soto, son muchas: secuestrar espacios para la belleza, cautivar los ojos de quienes miran, añadirle valor a nuestra carga cultural. Esta última una de las más bellas porque es creer en algo que no podemos tocar, únicamente sentir. Allí se encuentra la piedra preciosa del trabajo de quienes hacen cultura.
Al final, un regalo de personas para personas
Las piezas de arte público son entregadas a los venezolanos por los artistas, como quien entrega un hijo, el cual ama y adora, a todo un grupo bastante numeroso con la esperanza de que sea amado y apreciado. Nuestra actuación debe ser, primero, de agradecimiento: una pieza de alguien que tuvo la voluntad de hacer nos fue entregada para ser disfrutada.
Por otro lado, no podemos eludir, bajo ningún concepto, nuestra responsabilidad de cuidarla. ¡Sí! Cuidarla. Estas obras no son nada sin nosotros. Ningún autor escribe una novela para que nadie la lea, todo lo contrario, se escribe para que sirva de algo a cada una de las almas que atraviesa sus líneas. Lo mismo pasa con las piezas de arte público. Los artistas han codificado mensajes de virtud, belleza y valor en estas obras y somos nosotros los primeros que debemos ir a protegerlas.
Hay múltiples formas de cuidar el arte público que adorna nuestra ciudad. Habría que comenzar, por supuesto, por no dañarlo. Estas son obras que conforman el patrimonio cultural de un país que seguirá existiendo, inclusive, después que nosotros ya no estemos. No podemos privar a futuras generaciones de estas hermosas obras. Nadie está por encima de eso. Por el contrario, debemos admirarlo, conocerlo y respetarlo. Solo así podremos de verdad querer esos pedazos de arte que alguien alguna vez se dedicó a hacer para todos nosotros.