Tito Salas: pinceles y próceres
Buena parte de la iconografía venezolana asociada a la guerra de independencia en general y a la figura de Simón Bolívar en particular se debe a las obras de gran formato que el pintor Tito Salas realizó para importantes espacios públicos caraqueños.
Primeros años y primeros estudios
Británico Antonio Salas Díaz, mejor conocido como Tito Salas, nació en Caracas el 8 de mayo de 1887 en el seno de una familia de ascendencia italiana y canaria. Era el menor de siete hermanos. Su padre, José Antonio Salas, tenía una fuerte vena artística: regentó un estudio de fotografía artística con el pintor Martín Tovar y Tovar, fue empresario operístico e intentó, sin éxito, estudiar pintura en Italia.
El pequeño Tito demostró desde muy temprano grandes aptitudes para la pintura, por lo que ingresó en la Academia Nacional de Bellas Artes. Allí ganó dos concursos seguidos, que además incluían becas para estudiar en París. Pero los padres del joven eran reacios a permitirle irse a Europa hasta que el escritor Eduardo Blanco, por entonces ministro de Instrucción Pública (Educación) y gran amigo de la familia Salas, intercedió a su favor.
Tito Salas llegó a París en 1905 y tuvo entre sus maestros al pintor academicista Jean Paul Laurens, quien también había sido profesor de los artistas venezolanos Arturo Michelena y Cristóbal Rojas. Durante esta primera estancia europea (que se prolongó hasta 1910), Salas logró importantes reconocimientos en los salones oficiales y viajó por Francia, Italia y España.
En 1906, mientras se encontraba en Italia, nuestro artista presenció un baile popular en honor a san Genaro, patrono de Nápoles, que le inspiró uno de sus primeros trabajos importantes: el monumental lienzo “La san Genaro”, por el que logró una medalla de oro en el Salón de París.
Aunque los historiadores consideran a Salas uno de los grandes modernizadores del arte venezolano, lo cierto es que el artista sentía una fuerte antipatía hacia las vanguardias europeas de comienzos del siglo XX. El biógrafo Rafael Pineda recoge la opinión que tenía de Pablo Picasso: “Antes del cubismo pintaba muy bien. Después se puso en esa categoría…No sé por qué creo que le ha tomado el pelo a todos los que lo han aplaudido frenéticamente (…).yo creo que Picasso, en el fondo, es un mamador de gallo”.
Tríptico fantástico
Salas regresó a Venezuela en 1911 en medio de grandes muestras de entusiasmo popular por los éxitos cosechados en Europa. Traía consigo un encargo hecho por el Gobierno venezolano con ocasión del primer centenario de la declaración de independencia: un “Tríptico” con tres escenas de la vida de Simón Bolívar: el juramento del Monte Sacro (izquierda), el Paso de los Andes (centro) y la muerte del Libertador (derecha).
Esta obra supuso el inicio de los temas histórico-bolivarianos que Salas seguiría desarrollando durante el resto de su carrera. La pieza se instaló en el antiguo despacho presidencial ubicado en el complejo norte del Palacio Federal Legislativo de Caracas y denominado desde entonces “Salón del Tríptico”.
Como dato curioso, el panel central del Tríptico es mencionado brevemente en la novela “La invención de Morel” (1940), del escritor argentino Adolfo Bioy Casares, una de las grandes obras fantásticas y de ciencia ficción de la literatura latinoamericana.
El libro versa sobre un fugitivo venezolano que huye a una isla del Pacifico, donde encuentra un artefacto que anticipa los actuales conceptos de “realidad virtual” y “realidad aumentada”. Al final de la obra, el protagonista recuerda “la declaración de independencia que nos leía todos los 5 de julio en la sala elíptica del Capitolio el imperioso Valentín Gómez, mientras nosotros-Orduño y los discípulos-para desairarlo, reverenciábamos el cuadro de Tito Salas “El general Bolívar atraviesa la frontera de Colombia”.
La Casa Natal
La realización del “Tríptico” consagró a Tito Salas como pintor de historia e influyó decisivamente en su encargo más célebre, relacionado con la Casa Natal del Libertador.
Tras ser adquirido por el Estado venezolano en 1912, el inmueble fue sometido a una profunda restauración y abrió sus puertas al público como museo en 1921. El principal supervisor de las obras fue el ingeniero e historiador bolivariano Vicente Lecuna, quien comisionó a Salas la realización de varias pinturas para decorar las paredes de la casa.
Entre 1921 y 1930, Tito Salas realizó 14 grandes telas al óleo con escenas de la conquista, la independencia y, sobre todo, diversos episodios de la infancia, juventud y vida militar de Simón Bolívar. Entre ellas destacan obras tan conocidas como “La lección de Andrés Bello”, “Matrimonio de Simón Bolívar y María Teresa”, “El terremoto de 1812”, “La emigración a oriente”, “La batalla de Araure”, “La expedición de los Cayos” o “Mi delirio sobre el Chimborazo”.
Estas obras contribuyeron decisivamente a fijar la imagen oficial del Libertador y la gesta independentista. Asimismo, supusieron importantes innovaciones en dichos temas. Como explica Andrea Alcántara Gordils, antes de Tito Salas, “no existía una iconografía articulada sobre la imagen de Bolívar, salvo la representada en las obras realizadas por Martín Tovar y Tovar y Arturo Michelena (…). Salas acaba con el hieratismo que había caracterizado las representaciones de Bolívar hasta la fecha”.
El Panteón y otros Libertadores
En diciembre 1931, poco después de concluir las obras de la Casa Natal del Libertador, Tito Salas se casó con Carmen Ramírez, con quien tuvo tres hijas. Asimismo, el pintor adquirió ese mismo año El Toboso, un caserón decimonónico ubicado en Petare y en el que viviría el resto de su vida.
Su siguiente gran encargo artístico consistió en la decoración interna del Panteón Nacional, que en 1930, con ocasión del primer centenario de la muerte de Simón Bolívar, fue objeto de una importante remodelación que le dio su aspecto neocolonial actual.
Tito Salas trabajó en el Panteón a partir de 1935 y decoró el techo de las tres naves y los tímpanos de cuatro arcos del crucero del edificio con 17 lienzos de escenas alegóricas e históricas relacionadas con Bolívar. Las obras concluyeron a finales de la década de 1940 y se inauguraron oficialmente en 1950, año del bicentenario del nacimiento de Francisco de Miranda.
En 1935 también falleció Juan Vicente Gómez, dictador de Venezuela por 27 años ininterrumpidos y a quien Tito Salas, por cierto, retrató en tres ocasiones. Su ministro de Guerra y Marina, Eleazar López Contreras, lo sucedió en el cargo e inició una transición gradual a un régimen más democrático.
Cuenta el escritor Óscar Yanes que, cuando López Contreras llegó al palacio presidencial de Miraflores pocas horas después de la muerte de Gómez, encontró un retrato ecuestre del fallecido dictador en el despacho principal.
López Contreras dijo a su secretario: “El general Gómez ya no debe permanecer en Miraflores. En el despacho del presidente debe estar el retrato de Simón Bolívar. Así que me llaman a Tito Salas para que haga el mejor Bolívar que haya pintado en su vida, y de este modo desterramos el personalismo de este palacio”.
Tito Salas cumplió el encargo y utilizó como modelo al cronista caraqueño José García De la Concha, quien también era un excelente jinete. El retrato preside actualmente el Salón Sol del Perú del Palacio de Miraflores y es muy conocido gracias a su masiva reproducción en libros, afiches y billetes.
Asimismo, vale la pena destacar que el presidente estadounidense Harry S. Truman dispuso que durante su gobierno (1945-1953), una copia del Bolívar ecuestre de Salas estuviera colgada en la chimenea del Despacho Oval, entre los retratos de George Washington y Franklin Delano Roosevelt.
En 1939, nuestro artista realizó la que quizás sea la representación más conocida del Congreso de Angostura. López Contreras la donó a la Casa de Nariño de Bogotá, residencia oficial del presidente de Colombia.
Otros temas
Durante el resto de su carrera, Tito Salas siguió realizando retratos de próceres y escenas históricas para espacios como el Banco de Venezuela, el despacho presidencial de Miraflores, el Salón Elíptico del Palacio Federal Legislativo y el Museo Rafael Urdaneta de Maracaibo.
Pero el pintor no se limitó a los temas heroicos, pues también realizó escenas folklóricas y costumbristas inspiradas en las gentes y paisajes de Petare, el lugar donde residía y con cuya idiosincrasia llegó a sentirse profundamente identificado.
Las procesiones religiosas también figuraron en sus telas. En 1958, Salas donó a la iglesia Dulce Nombre de Jesús de Petare “El milagro del Cristo”, una obra de gran formato inspirada en un hecho ocurrido en 1868, cuando (según se cuenta) la talla del Cristo de la Salud, venerada en dicho templo, salvó a la población de una epidemia de fiebre amarilla y vomito negro. El artista realizó la pintura como agradecimiento por la curación de su hija menor, Dolores, quien también figura en la escena junto a su madre.
En 1971, Salas concluyó su último gran trabajo: “Los causahabientes”, un retrato grupal de todos los presidentes venezolanos del siglo XIX, desde Cristóbal Mendoza (primer presidente del Triunvirato Ejecutivo establecido en marzo de 1811) hasta Cipriano Castro. La obra fue un encargo del entonces mandatario Rafael Caldera para la antigua residencia presidencial de La Casona, hoy Centro Cultural Aquiles Nazoa.
Tito Salas falleció en Caracas el 18 de marzo de 1974 a la edad de 86 años. En 2015, tras largos años de deterioro y abandono, su casona petareña de El Toboso fue reabierta como Centro Cultural Hacienda El Toboso o “Casa Tito Salas”.