Un bálsamo de fe en medio de la pandemia
Periodista. Oriental, amante de la fotografía. Escribir es antioxidante
Y aquel día, Isnotú vio nacer a quien años más tarde sería uno de los mayores símbolos de la esperanza, reconciliación y regocijo entre los venezolanos, un hombre que en medio de la pandemia logró renovar la fe que había cedido ante la desesperación.
La vida que por años ha sido versionada en canción, oración e historia ha cumplido su cometido, aquel 19 de junio de 2020, Venezuela volvió a latir, un bálsamo de fe abrigó los corazones de cientos de hogares que entre lágrimas y alegría celebraron la noticia de su beatificación, el médico de los pobres les había vuelto a cumplir, nuevamente había sanado a los más necesitados.
José Gregorio Hernández, un laico con espíritu noble, con un norte fijo, siempre fiel a su destino: ayudar a su gente bajo la convicción de formar parte de un mundo mejor, más noble, hoy es recordado como el venezolano más humano de los últimos 100 años.
Su imagen aún representa la sencillez y empatía que en estos días ha escapado de la ciudad, muchos se han dispuesto a encontrarla en una metrópolis que ha quedado tapiada entre los desaciertos de una sociedad que se opone a cambiar, donde algunos aún se resisten a ser hombres de buen corazón.
El Venerable que por años ha sido acogido entre los venezolanos como sinónimo de amor por el prójimo y sanación, hoy ha pasado a ser bandera de unión entre miles. Su beatificación ha reforzado el significado de “La fe mueve montañas”, un impulso que con el pasar de los días todos necesitamos.
La iglesia de La Candelaria, ubicada al oeste de la ciudad capital, lugar donde reposan los restos del beato es por excelencia entre los caraqueños un espacio para la fe y la oración, aún en tiempo de confinamiento. Muchas personas llegan a los alrededores de este lugar con su estampita en mano para pedir al médico de los pobres por la pronta recuperación de algún familiar o para agradecer algún favor concedido, aquellos rostros no pueden ocultar las lágrimas cuando de renovar su fe se trata.
Muchos dicen que José Gregorio Hernández sigue transitando por las calles de Venezuela, en la esencia de aquel joven que vive sus sueños y tiende la mano a los necesitados, en la buena acción de cada ciudadano, en el corazón de quienes mantienen la esperanza de recuperar su salud y reencontrarse con sus seres queridos.
A 101 años de su muerte, el médico de los pobres, sigue presente en el despertar de aquellos que depositan su fe en él.
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