El histórico Alejandro «Lobo» Guerra
Alejandro Guerra nació el 9 de julio de 1985 en Catia, una de las zonas populares más conocidas de Caracas. Allí también nacieron jugadores como Salomón Rondón, Roberto Rosales, Alexander González y Wuilker Faríñez. El Lobo empezó su carrera en las divisiones juveniles del Caracas FC. Debutó como profesional en el Torneo Clausura de 2003.
De pequeño, Alejandro mostraba un talento inigualable. niños mayores a él enmudecían por lo que podía hacer con la pelota. Nelson Carrero, ex futbolista, que en aquellos tiempos fue vecino del lobo Guerra, fue el testigo de vida del histórico jugador. “Había una cancha entre el Bloque 3 y el 4 y ahí se hacían torneos del barrio, yo los jugaba. Con 12 años ya Guerra superaba a otros que le doblaban en edad con la pelota en los pies. Yo decía que teníamos que estar atentos al flaquito”, recuerda Carrero, quien llegó a tomar previsiones cuando se enfrentaba al joven que maravillaba a todos. Guerra hacía fantasías con la pelota. Era innato. La Selección de Distrito Capital comenzó a disfrutar de su enorme talento. Tal era su calidad que siempre jugó en una categoría por encima de lo que decía su edad.
Cuando Carrero lo recibió en la cantera roja, se dio cuenta que seguía jugando con la picardía aprendida en el barrio. Para Guerra, el fútbol es alegría y no una responsabilidad. “Alejandro era de la generación de Giovanny Romero, Edgar Jiménez. Rápido jugaba con otros de más edad. Siempre lo subíamos a la Sub 20 y pronto entrenaba con el primer equipo”, recuerda Nelson Carrero, quien aporta una anécdota: “No olvido que en un torneo nacional con la Sub 17 del Caracas le hizo un gol de rabona a Academia Emeritense luego de eludir a seis contrarios. Su desenvolvimiento era inigualable”.
Caracas apostó por él y el “Lobo” aprovechó cada oportunidad recibida: goles en Libertadores, en partidos decisivos en torneo local (como el sombrerito que le hizo a Gilberto Angelucci en el Brígido Iriarte para definir el campeón de la temporada 2002-2003 cuando apenas tenía 18 años), filigranas, pases milimétricos, un drible endiablado, siempre como volante ofensivo. Con su aporte, Caracas levantó cinco títulos absolutos (cuatro ligas y una copa).
En la campaña 2010-2011 jugó con Deportivo Anzoátegui. Luego fichó con Mineros de Guayana, y lo convirtió en el primer equipo venezolano en ganar como visitante en la Copa Sudamericana. Con el cuadro negriazul alzó la Copa Venezuela en 2011.
La mejor etapa de su carrera la vivió fuera de Venezuela. En la capital de Antioquia fue campeón del torneo colombiano, jugó una final de Copa Sudamericana y levantó el máximo trofeo de clubes de América, siempre como protagonista. Juan Carlos Osorio le tenía puesto el ojo desde hacía mucho tiempo, cuando lo vio disputar los Juegos Centroamericanos y del Caribe en Cartagena con Venezuela, en 2006. Fue un pedido expreso del aquel entonces técnico de Atlético Nacional (2014) y poco a poco fue sacando la distintas aptitudes del jugador. El secreto fue darle la libertad necesaria para que desplegara el fútbol que acumulaba en sus genes.
Reinaldo Rueda no hizo más que dar continuidad a todos los procesos y extendió las posibilidades de Guerra de tener más presencia de responsabilidad en su equipo. Con el ex seleccionador colombiano, el “Lobo” fungió como líder conductor del fútbol ofensivo de Nacional y se aproximó al gol, una de sus obsesiones eternas. Con libertades plenas, el toque de primera y el manejo de la intensidad como arma, el volante se convirtió en uno de los mejores jugadores del Continente. Nadie lo niega, todos lo reafirman.
El venezolano se despidió por todo lo alto de Medellín en 2017. Su próximo destino fue el Palmeiras, y en 2018 se consagró con el Brasileirão. En vista de su falta de protagonismo, en junio de 2019 se fue al Esporte Clube Bahia. Ahora continúa su carrera con Delfines del Este de República Dominicana.
Información tomada de: eldiario.com y elestimulo.com
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