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4 recuerdos adicionales nostálgicos de nuestra Caracas gastronómica personal

4 recuerdos adicionales nostálgicos de nuestra Caracas gastronómica personal

recuerdos Caracas

Incluimos cuatro experiencias gastronómicas adicionales con las que crecimos en Caracas, que forman parte de nuestros recuerdos más preciados y probablemente evaluamos todas las que han seguido:

  • Desayunos de domingo en la Flor de Castilla. Hasta el fastidio de ver si se podía estacionar sin ser remolcado era parte de la experiencia. Siempre pedía pastelitos de carne que eran hojaldres redondos y cachitos de queso que tenían una masa semihojaldrada y dulzona. Siempre recuerdo los “pan tigra”, el pan dulce con vetas de crema que pedía mamá. Es una lástima que los negocios que han tratado de recuperar el local hayan fracasado.
  • Antique Café. Para mí el Centro Comercial Vizcaya era Esperanto y la cacería de discos nuevos, la librería en PB, el Excelsior Gama y Antique Café. En particular sus sándwiches de jamón selva negra y jugo de parchita con una acidez casi agresiva que le iba perfecto al jamón. No sé si siguen abiertos pero para mí siempre serán recuerdos de finales de los 90.
  • Sándwich cubano de Casa Roux los sábados. Realmente de este Centro Comercial Los Samanes básicamente conocíamos este local que, por cierto, sigue abierto pero no sé si continúa sirviendo el sándwich. El tema es que esto era los sábados y mi padre compraba siempre el diario Panorama, el diario del Zulia, y lo llevaba para leerlo durante el almuerzo y había un mesonero maracucho que nos atendía con frecuencia y papá le regalaba el ejemplar. El pan y el pernil del sándwich estaban bien y una especie de salsa rosada que tenía de aderezo pero la dinámica del Panorama lo hacía particular.
  • Almuerzos en La Guayaba Verde en La CandelariaAlgún día alguien analizará esa propuesta de los menús de almuerzo del mediodía de La Guayaba Verde porque eran diferentes, ingeniosos, buena calidad precio, sabor casero pero con algunas preparaciones ambiciosas. En esa época entre Eduardo Castañeda y Luis Eduardo Ascanio llevaban la cocina y mamá y yo comíamos al menos dos veces a la semana porque quedaba cerca de su trabajo. Desde la polvorosa de pollo a un atún mediterráneo con aceitunas que he estado recordando estos días, los principales eran bastante diversos. Al comienzo las cremas estaban perfectas para dar ese aire de comida casera y los postres no siempre eran brillantes pero de vez en cuando sorprendían. Luego se fue Luis Eduardo y, sobre todo, se mudó el restaurante y nada fue igual hasta su cierre.
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