5 curiosidades acerca de la hallaca que probablemente desconocías
Venezolana desde 1996. Vanessa es estudiante de Comunicación Social y…
La hallaca es el platillo nacional navideño por excelencia. Cuando llega diciembre, su olor, su textura y, más aún, su sabor nos remontan a tiempos antiquísimos de nuestra infancia. ¡Cómo no! La Navidad siempre se nos vestía de especiales y cuñas navideñas en la televisión, de aguinaldos en la radio, de arbolitos viejos con más polvo que arena en Los Médanos de Coro. Pero sobre todo de la imagen de una hallaca acompañada de ensalada de gallina, pernil y pan de jamón.
No solo es sinónimo de Navidad, también de unión; pues es una tradición para muchos reunirse en estas fechas para prepararlas. Después de todo, su elaboración es un trabajo arduo que lleva horas. Algunos se reparten entre las tareas de cocina, otros entre las tareas de relleno, de amarrado con pabilo o de lavado de hojas. E incluso así, las doce de la medianoche nos agarra con las manos en la masa (¡literalmente!).
Por eso, quisimos dedicarle este artículo en el que te contaremos 5 curiosidades acerca de la hallaca que probablemente desconocías. ¿Conoces alguna más? ¡Cuéntanos en los comentarios!
- La hallaca data de la época precolombina
Hay muchos mitos que circulan en derredor a su origen. Uno de ellos nos narra que, durante la época de la colonización, tanto indios como esclavos aprovechaban la comida sobrante para rellenar unos bollos de maíz. Según esta teoría, esta era una práctica común en el mes de diciembre, pues los españoles solían agasajarse entre ellos con cenas copiosas.
Otra hipótesis sugiere que su origen se remonta a los años en que era construido el Camino de los Españoles: un sendero que conecta La Guaira con la capital. Cuentan que los indios dedicados a esa faena consumían bollos simples de maíz. En vista de eso, algunos caraqueños les donaron parte de su comida para que los rellenaran.
Ahora bien, de ninguno de esos hechos (ciertos o no) nació la hallaca. Esta ya existía desde incluso antes de la llegada de los españoles a tierras venezolanas. Cabe acotar que, durante la época precolombina, los aborígenes cubrían con masa de maíz un guiso compuesto por la carne de los animales silvestres que cazaban; la envolvían en hojas de plátano y la cocinaban en agua. Por supuesto, años después incorporaron a la mezcla los condimentos que trajeron los europeos al continente americano.
- El origen de su nombre todavía no se ha determinado con certeza
Las teorías en cuanto a este punto son tan disímiles como curiosas. La primera tiene que ver con el platillo anterior que los aborígenes preparaban, al cual llamaron Hayaco Iritari. Su traducción exacta no está del todo clara. Sin embargo, hay otra versión (complementaria, tal vez) que apunta que la palabra “hallaca” deriva de alguna lengua aborigen de nuestro occidente. No aclara cuál es la palabra raíz, pero sugiere que esta significaría o “envoltorio” o “bojote».
El paraguayo Marcos Morínigo, por su parte, la relacionaba con ayacá, una palabra derivada de ayuaca, que quiere decir “bulto” o “cosa revuelta”. Las raíces serían ayúa o ayuar, que vendrían a ser lo mismo que “mezclar”. Aquellas provendrían de la lengua tupí-guaraní, una subfamilia de lenguas tupíes habladas en parte del territorio sudamericano central y oriental.
Una última teoría afirma que la palabra “hallaca” nace del mix de los adverbios de lugar “allá” y “acá”. El primero haría referencia a los condimentos europeos; mientras que el segundo, a los ingredientes nacionales.
- Algunos le dicen tamal, ¡pero no son sinónimos!
De acuerdo al diccionario de la Real Academia Española, un tamal es una “especie de empanada de masa de harina de maíz, envuelta en hojas de plátano o de la mazorca del maíz, y cocida al vapor o en el horno”. Surgió épocas antes de la conquista española, supuestamente entre los años 8.000 y 5.000 a.C., en los países mesoamericanos. Era una comida con gran importancia para la cultura de muchas tribus de aborígenes, quienes empleaban el tamal como ofrenda en rituales o ceremonias. No es de extrañar, entonces, que aún se conserve esa tradición en países como México. El Día de Muertos, por ejemplo, algunos mexicanos honran a sus difuntos con estas exquisiteces.
También formaba parte de la dieta del indio. A veces lo rellenaban y a veces no. Por eso hay quienes aseguran que la hallaca es un tipo de tamal, por la similitud que ambos platillos guardan en cuanto a su preparación. En tal caso, el tamal sería ese nombre genérico dado a esos bollos de origen indígena que eran elaborados a base de maíz. Y la hallaca sería una de las tantas variedades que se han ido desarrollando por todo el continente.
De cualquier forma, si convenimos con lo anterior, aclaremos que la hallaca solo acepta las hojas de plátano, a diferencia de otros tamales que pueden cubrirse con cualquier envoltorio. Además, su cocción es únicamente en agua hirviendo; no al vapor o en el horno.
Obviamente, la historia cambia en cuanto a la preparación de los bollitos, los cuales sí son envueltos con hojas de maíz. Y aquí se hace referencia a los bollitos que a veces acompañamos con pollo a la brasa o con carne, no a los bollos de navidad. Estos últimos se envuelven igualmente con hojas de plátano. La única diferencia con la hallaca es que los condimentos se usan mezclados con la masa, no como relleno.
- Es la expresión gastronómica del mestizaje en Venezuela
La hallaca es, sin lugar a dudas, una muestra patente del sincretismo cultural en el país. Fusiona lo nacional con lo extranjero; lo tradicional con lo moderno; lo navideño con lo criollo. Une la cultura amerindia, la africana, la europea y la de Medio Oriente dentro de su composición, gracias a cada uno de sus ingredientes.
Además, pocas son las modificaciones que ha sufrido con el paso del tiempo. Su esencia es la misma, a pesar de lo que le echen por aquí o allá dependiendo de las tradiciones familiares. O de que, en lugar de utilizarse la masa de maíz pilado, ahora se utilice harina de maíz pre-cocido.
Cabe acotar que la globalización permitió que la hallaca se expandiera más allá de nuestras fronteras. Hoy en día es común encontrarla en Colombia, Curazao, Aruba, Bonaire, Islas Canarias, España, Ecuador, Puerto Rico y Costa Rica (por poner varios ejemplos).
- Su preparación varía dependiendo de la región
En cada región del país, la hallaca presenta claras diferencias que se han ido heredando de generación en generación. Están las hallacas caraqueñas (las convencionales). Son las que suelen prepararse en los estados Miranda, Aragua, Carabobo y Vargas. Son dulces e incorporan pollo, gallina, carne de res, cochino, aceitunas, pasas, alcaparras, pimentón y cebolla. Las hallacas andinas son las comunes en los estados Táchira, Mérida y Trujillo. A diferencia de las primeras, llevan garbanzos y el guiso no se cocina con anterioridad, sino que se añade crudo a la mezcla. La hallaca llanera, por su parte, tiene un ligero sabor picante. Incorpora todos los tipos de carne. Es la que se sirve en los estados Apure, Barinas, Guárico, Cojedes y Portuguesa. Luego tenemos la hallaca oriental, esa que es común en Anzoátegui, Sucre, Monagas y Bolívar. A esta hallaca se le añaden ruedas de papas y de huevos salcochados. Por último, tenemos la hallaca de pescado, la cual nunca puede faltar en la Isla de Margarita (o en otras zonas del oriente venezolano).
Por supuesto, estas diferencias son todavía mayores dentro de cada núcleo familiar, pues la sazón, los secretos culinarios, así como las tradiciones gustan más de cocinarse en casa junto con amigos o familiares. Así recibimos la Navidad, así despedimos al viejo año y recibimos al nuevo. De ninguna otra forma.
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Venezolana desde 1996. Vanessa es estudiante de Comunicación Social y se vacila El Ávila de vez en cuando. También la puedes conseguir durmiendo en cualquier rincón de Caracas. Es de las que juegan rugby, pero no toman (mucho) ron.