Aparición OVNI en Petare
Las calles de nuestra ciudad se encuentran llenas de historias que, por increíbles que parezcan, han marcado a quienes por mera casualidad estuvieron en el momento y lugar justo. Ese es el caso del empresario cubano Gustavo González y su ayudante José Ponce, quienes se vieron envueltos en un hecho extraño sobre un OVNI en la localidad de Petare, Venezuela.
Transcurría el 29 de noviembre de 1954, eran las 2:00 de la madrugada y transitaba Gustavo González en su camioneta junto a José Ponce, por la calle Buena Vista de Petare. En la tranquilidad de la noche se dirigían a la “Industria Nacional de Embutidos C.A.”, para obtener productos y venderlos posteriormente en el mercado. De repente, como si el sol hubiese aparecido frente a ellos, la calle se iluminó.
Instantáneamente, extrañados, bajaron de la camioneta para ver lo que estaba sucediendo, sin saber lo que estaba a punto de ocurrir. José emprendió carrera de vuelta al vehículo al ver que una extraña forma se acercaba hacia ellos. Dieron cuenta que una criatura velluda, bastante parecida a un mono, dos ojos brillantes y casco se acercaba. Gustavo en primera instancia dudó sobre qué hacer, pero después todo pareció claro: ir a por él.
Hubo forcejeo en el proceso de captura, pero aquel escurridizo y fuerte ser, el cual Gustavo relata que pesaba unos 50 kilos, logró zafarse, y allí fue cuando el cubano cayó sobre su costado derecho. La entidad largó la huida y González fue tras él con total decisión. Sorpresa se llevó cuando de repente se encuentra con dos aliens que venían al socorro de su semejante. Uno de ellos le alumbró con un dispositivo de linterna y Gustavo quedó ciego. Cuando recobró la visión se encontró de frente el mismo sujeto con el que había estado forcejeando, y allí fue cuando sacó de su bolsillo un cuchillo “Boy Scout”. Cosa de instinto le lanzó un navajazo en el hombro para herirlo de arma blanca, sin embargo vio cómo el cuchillo saltó del lomo velludo de la cosa; como si de una armadura se tratase.
Divisando la situación, José se baja de la camioneta «envalentonado» hacia el OVNI, pero seguidamente se percata cómo un cuarto espécimen iba a toda velocidad por una ladera vía al objeto esférico, con un montón de tierra entre sus manos. Cuando se da cuenta que está siendo perseguido por el ayudante caraqueño, pegó un salto de dos metros que le bastó para alcanzar su nave y, así, los demás le siguieron.
Los hombres miraban en asombro, totalmente pasmados; entre tanto un tubo largo y brillante salía de un agujero del OVNI en dirección hacia ellos. En ese momento, una gran vibración invadió sus cuerpos y veían, paralizados, cómo la criatura se escondía a través de la escotilla para emprender la huida entre la oscuridad de la noche.
José Ponce fue el primero en comenzar la fuga hacia la Inspectoría de Tránsito de la misma localidad, donde llegó también un par de minutos después Gustavo González. Al llegar, declararon ante los agentes Manuel Moreno y E. Domínguez lo que había sucedido. En su informe, los fiscales de guardia, aseguraron que los ciudadanos entraron en su oficina a las 2:30 de la madrugada y no presentaban estado de ebriedad ni habían síntomas de enajenación mental.
En horas de la mañana, el oficial Jesús Antonio Yánez comentó que el hecho relatado por el empresario y su ayudante era sumamente particular, sobre todo por la exactitud con que lograron describir a las criaturas avistadas: el que tomó Gustavo no tenía nariz, muy peludo, ojos brillosos, baja estatura, descalzo y con un atuendo ínfimo parecido al de un taparrabos.
Al día siguiente, a las 3:00 de la tarde, Gustavo fue trasladado a la sala de emergencias donde se le realizaron estudios para descartar fractura en sus costillas. La única herida que le dejó aquella inaudita situación relacionada con un OVNI fue una distensión muscular en el lado derecho de su cuerpo, y el recuerdo marcado en piedra de aquel hecho que le tocó vivir en la madrugada, porque las calles de nuestra ciudad sí que están llenas de historias.