La estatua de Miranda más universal
El caraqueño Francisco de Miranda, creador de la bandera nacional y precursor de las independencias latinoamericanas, tiene varias estatuas en la capital venezolana. Dos de las más conocidas están ubicadas en el este de la ciudad. Una se alza frente al Parque Cristal y fue colocada en la década de 1990 durante el período de Irene Sáez como alcaldesa de Chacao.
La segunda preside la Plaza Miranda de Los Dos Caminos, inaugurada en 2008 junto al centro comercial Millennium Mall.
Ambas esculturas, idénticas entre sí, tienen más “hermanas” en Venezuela y otras partes del mundo, y todas parten de una estatua de Miranda erigida en Francia hace más de noventa años para conmemorar un momento puntual de la brillante carrera militar del prócer caraqueño. A continuación contamos su historia.
Al servicio de Francia
Francisco de Miranda llegó a París el 23 de marzo de 1792 con el fin de recabar apoyos para su ambicioso proyecto de liberar las colonias americanas del dominio español. La revolución había estallado en Francia tres años antes y desde entonces la nación gala vivía momentos turbulentos: el rey Luis XVI estaba prisionero y las monarquías europeas amenazaban con invadir el país para reponerlo en su trono y acabar con el experimento revolucionario.
El alcalde de París, Jerome Petion de Villeneuve, quedó impresionado por la experiencia militar y las cartas de recomendación que traía aquel caraqueño de 42 años que lo convenció de ingresar en el menguado ejército francés con el grado y el sueldo de mariscal de campo.
Con su nuevo rango, Miranda se incorporó en septiembre en el Ejército del Norte bajo el mando de Charles Francois Dumouriez. Un mes antes, los ejércitos de Austria y Prusia, al mano del duque de Brunswick, iniciaron la invasión de Francia.
Miranda comandó una vanguardia de dos mil soldados que repelió exitosamente una avanzada prusiana el 12 de septiembre. Pero el encuentro decisivo tuvo lugar el 20 en la aldea de Valmy, al noreste de Francia, cuando los 160 mil austro-prusianos encabezados por el duque de Brunswick se enfrentaron a los 95 mil soldados franceses que constituían las tropas combinadas del Ejército del Norte, con Dumouriez a la cabeza, y el Ejército del Centro, comandado por Francois Christophe Kellermann.
Más que un enfrentamiento cuerpo a cuerpo, se trató de un duelo de artillería, pues ambos bandos llegaron a disparar hasta 10 mil balas de cañón. Por tal razón, a esta batalla se la suele denominar “Cañoneo de Valmy”.
Las hostilidades empezaron en la madrugada y se prolongaron hasta las cuatro de la tarde, cuando el duque de Brunswick detuvo los ataques y declaró un alto fuego. En total murieron 484 hombres, 400 de ellos en el bando francés. Pero fue la primera gran victoria del ejército galo contra una fuerza invasora extranjera (que además era probablemente la mejor entrenada y equipada del mundo en aquel momento) y salvó a la Revolución de una aniquilación segura.
De hecho, al día siguiente de Valmy la Convención Nacional proclamó la Primera República francesa y destronó al rey Luis XVI, quien moriría guillotinado cuatro meses más tarde.
Francisco de Miranda, por su parte, fue ascendido a teniente general (equivalente a un general de división actual) el 3 de octubre. Llegó a ser el segundo jefe del Ejército del Norte y como tal cosechó importantes victorias (y fracasos) en los frentes de Bélgica y Países Bajos.
La contribución del caraqueño a la Revolución Francesa llevó a que su nombre se incluyera en el Arco de Triunfo de París junto al de otros 659 generales de la Revolución y las Guerras Napoleónicas. El apellido del caraqueño figura específicamente en la cuarta columna del pilar norte de la estructura, cerca de sus superiores Dumouriez y Kellermann.
Asimismo, un retrato de Miranda realizado en 1835 por el pintor francés Georges Rouget se exhibe en el Salón de 1792 del Palacio de Versalles.
Y en el campo de Valmy, Francisco de Miranda recibiría otro homenaje de la mano de un importante escultor venezolano.
Una escultura con muchas réplicas
A ambos lados de la entrada del edificio neoclásico del Museo de Bellas Artes de Caracas, diseñado por Carlos Raúl Villanueva e inaugurado en febrero de 1938, pueden apreciarse dos esculturas de comienzos del siglo XX: “El Dolor” a la derecha y la célebre “La Tempestad” a la izquierda.
Ambas piezas son obra de Lorenzo González (1876-1948), escultor venezolano formado en París e influenciado por el naturalismo francés. A lo largo de su carrera realizó esculturas de temática patriótica y heroica, retratos e imágenes alegóricas.
Uno de sus encargos más importantes consistió en una estatua pedestre de Francisco de Miranda para su instalación en el campo de Valmy, escenario del primer gran triunfo militar del prócer en suelo francés. La escultura de bronce, patrocinada por la embajada venezolana en Francia y las comunidades francesa, siria y libanesa de Venezuela, se inauguró el 24 de mayo de 1930, a poca distancia de una estatua del general Kellermann realizada en 1892 con ocasión del primer centenario de la batalla.
La popularidad del combativo Miranda de Lorenzo González llevó a la donación de réplicas a varios países. En la misma Francia hay una en la Square de l´Amérique-Latine de París.
Asimismo, otras copias puede admirarse en Estados Unidos (Benjamin Franklin Parkway de Filadelfia), Brasil (Avenida Paulista de Sao Paulo), Rusia (Parque del 300 Aniversario de San Petersburgo) y Cuba (explanada del castillo de San Salvador de la Punta de La Habana).
En Venezuela, además de las dos réplicas caraqueñas ya mencionadas, otro Miranda de González se encuentra en el Monumento a la Bandera de la Vela de Coro, el sitio en el que el prócer izó por primera vez su pabellón tricolor en suelo suramericano el 3 de agosto de 1806.