Una nueva forma de ser optimistas
Cuando nos encontramos ante una situación donde las cosas no están cumpliendo con nuestras expectativas y alguien quiere ayudarnos, escuchamos frases sobre lo importante de mantenernos optimistas, positivos. Lo curioso aparece cuando realmente sentimos el verdadero esfuerzo que hay que empeñar, a veces un esfuerzo hasta cansado, para mantenernos dentro de este optimismo. No existen los remedios mágicos, pero hay una forma de darle más rendimiento a nuestro optimismo y no es otra sino apartarlo de nuestros deseos.
El optimismo es una herramienta que tiene grandes alcances, siempre que se pueda conocer su verdadera naturaleza útil. A veces usamos esto como una especie de catalizador que nos ponga, al menos anímicamente, más de cerca de nuestros deseos. El problema está en que no necesariamente nuestros deseos van a convertirse en una realidad simplemente por desearlos. Hay una cantidad de cosas dependiendo de otras para su funcionamiento como una gran red, y si a usted le quedan dudas de esto, haga un ejercicio mental que lo traslade desde donde está usted, hasta lo más lejano del universo y así verá todos los elementos que parecen estar danzando entre ellos en la fiesta del equilibrio perfecto. El éxito de nuestros deseos, está mucho más allá de tan solo y únicamente quererlos.
Todos los seres humanos tenemos sueños, metas, y son esos mismos estímulos los que nos llevan a levantarnos todos los días a hacer las cosas que al final hacemos. Es la evolución humana que nos ha dotado de un gen para querer ser mejores. El optimismo es una herramienta sumamente interesante, pero sobre todo cuando la separamos de nuestros deseos y la llevamos de la mano con el sentido último que tienen nuestras acciones. Es decir, utilizar el optimismo como una fuerza que lleva a creer que lo que se está haciendo, decidiendo, diciendo, tiene sentido con respecto a mis sueños, mis metas y objetivos de vida. No importa si el resultado no es el que yo deseo, lo que importa es que ese hecho que sorteamos era lo que se tenía que hacer en el momento; era lo que más sentido tenía con respecto a mis objetivos últimos. Esta, sin lugar a dudas, es la mejor forma de sacarle óptimo rendimiento a nuestro optimismo, porque cuando el optimismo se atañe a un resultado que no necesariamente está sobre nuestro total control, merma muchísimo y en ocasiones se nos hace difícil de mantener. Si por el contrario colocamos el optimismo como la certeza que aquello que se está haciendo tiene sentido con respecto a mi plan más global, se presenta, entonces, un optimismo más rentable y duradero para nosotros.
Este mundo tan grande e interconectado, donde cada elemento tiene incidencia en al menos otro y así sucesivamente, está muy lejos de estar bajo nuestro control, pero no todo está perdido si se tiene el valor de asumir que está perdido y empezar desde allí, como en algún momento lo dijo Cortázar. Mientras más cerca estamos de nosotros mismos y reconocemos nuestra humanidad con todo lo que eso conlleva, limitaciones, faltas, entre otros, estaremos entonces más cerca de mejorarnos con finura. Usemos todas nuestras herramientas con sapiencia y, entonces, podremos mejorar la forma en que nos desplazamos hacia nuestros objetivos.