Olores inolvidables en Caracas
Como todos los lugares del mundo, hay olores que vuelven a Caracas una ciudad particular. Muchos olores son muy comunes y pasan desapercibidos, no nos damos cuenta de lo que nos recuerdan hasta que estamos lejos o dejamos de olerlos por un tiempo, como el café, un olor que normalmente percibimos a diario, luego de no hacerlo un tiempo cuando lo olemos nos trae a la mente esos lugares donde lo consumimos a diario.
Es difícil describir olores en un texto, pero es fácil imaginar esos momentos en los que los percibimos. Olores de familia, íntimos y distintivos, que llenan la memoria con nuestros mejores recuerdos. Nuestros sentidos se despiertan y automáticamente se trasladan a aquel momento o aquel lugar, se avivan los sentidos, se dilatan las pupilas y en el caso de las comidas gustosas empezamos a salivar.
Caracas huele al perfume de una mujer que siempre está arreglada para salir a la calle y recibir piropos, sin importar los problemas personales o inconvenientes, el perfume, cremas y demás elementos las distinguen.
Caracas huele a la mezcla de olores del desayuno, arepas o empanadas, en cada casa la mezcla de harina de maíz es un elemento indispensable, su preparación temprano en las mañanas inunda los edificios y avenidas con estos olores que diariamente nuestras narices perciben.
Caracas huele a sus fábricas, ubicadas en medio de la ciudad, olores distintivos de cada producto; anteriormente en el municipio El Hatillo se ubicaba la fábrica de una reconocida marca de chicles, desprendía olor a frutillas y chicle, valga la redundancia, todas las calles alrededor tenían este olor en cada rincón, sus habitantes aun lo recuerdan e imaginan el olor. Casos como este hay en muchas partes de la zona capital, por eso Caracas huele a sus fábricas.
En temporadas de béisbol, por todas las calles el olor distintivo de Caracas es «la cerveza«. Parece loco pero es así, miles de personas se reúnen a apoyar sus equipos en muchos lugares de la capital además del popular estadio (que está lleno de olores). Para los caraqueños, el béisbol es sinónimo de celebración y de un olor a cerveza con amistades y familiares.
Caracas huele a sus polleras, lugares que desprenden olor al proceso de preparación del pollo que vuelve locos a los caraqueños. En un 50% de las avenidas hay una pollera, bien sea de una marca reconocida o de locales independientes, rememoran momentos donde se disfruta de la gastronomía del venezolano en buena compañía.
Caracas huele a sus panaderías, siempre en las mañanas a las 8:00 a.m. y en las tardes como a las 3:00 p.m. se desprende ese olor inconfundible de pan dulce o salado que atrae a las personas a los establecimientos automáticamente, para preparar la cena con él o simplemente para remojarlo en el café con leche de la tarde o del desayuno.
Caracas huele al calor del sol, las temporadas de calor, el olor que emana de las calles es al olor del sol resplandeciente, un sol intenso que al contacto con la piel y los objetos, impregna de ardor, calentura y olor al Caribe.
Caracas huele a sus perreros o perrocalenteros, en cada esquina de la ciudad hay uno, pero hay unos puntos de encuentros mas famosos que otros, donde la comida rápida desprende olores que para aquellos amantes de la comida chatarra (es decir un 70% de los caraqueños), son inconfundibles, la salchicha sancochada, el pan en vapor y las distintas salsas para agregarles a los perros calientes nosotros mismos, sin olvidar el olor a la malta que los acompaña, ¡claro!
Caracas huele a su gente, trabajadora y luchadora, ¿no lo crees? ¿A ti a qué te huele Caracas?