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Las Crónicas de Rafael Greco: Guaco 1990

Las Crónicas de Rafael Greco: Guaco 1990

Guaco 1990

Seguimos con las interesantes crónicas de Rafael Greco; ahora le toca el turno a «Guaco 1990», uno de los álbumes que definió el sonido de la música popular venezolana en los 90.

Moría el ochenta y nueve para dicha nuestra. Dejábamos atrás un trimestre nefasto, de bolsillos vacíos; ni las navidades reconfortaron tanto pesar. Nos endeudamos hasta las cenizas y la amorfa desnudez del noventa restregaba sus carnes en la oficina.

—¿Cuánto debo yo?

—Falta mucho, Rafa— respondía Alexis, administrador del grupo.

¿Cómo van los números míos? —Preguntaba Marcos.

—Falta, pajarito. Ni preguntéis.

Se llega a un acuerdo con el dueño del recién inaugurado negocio Tostadas Casimiro. En unos cartones rectangulares se abrieron cuentas individuales para anotar la comida que nos fiaría sin presiones, sin plazos; un quejido de aire en un grifo seco.

Juan Carlos Salas, viene a vivir a mi casa en Caracas; preparábamos un disco para Cecilia Todd. En Parque Central, Junior Romero compartía un apartamento con el saxofonista Keith Karabell, Carlos Puchi era capitalino y Gustavo, a mediados de año, se mudaría a un apartamento prestado, ubicado en La Urbina.

Comenzaron a salir toques…pero solo en Maracaibo, en pequeños locales. Los presupuestos eran ajustados como leggins y no alcanzaba para los traslados.

Fuimos varias veces a tocar, solo por la música, por amor al grupo. Eternas horas de carretera en la camioneta de Juan Carlos escuchando Allan Holdsworth, Steps Ahead, Al Jerreau, Michael Brecker y Tribal Tech. No fueron pocas las veces que el grupo tocó sin nosotros.

Entregamos a Sonográfica el álbum de Cecilia, ya finalizado. Contaba con la participación de varios de nuestros hermanos, y con la voz de Gustavo en uno de los temas; lamentablemente, su destino fue un estante o una gaveta, quién sabe.

Cecilia se va de la disquera, y Guaco también.

Gustavo, cruza el río y firma con Sono-Rodven. La comodidad a la que estábamos acostumbrados en Telearte no puede mantenerse y la opción que propone el sello discográfico es Audio Uno, en Palo Verde (para mí que vivía en El Hatillo, era como ir a la luna, me cortaba las uñas dos veces en el trayecto, me fumaba una caja de cigarrillos y escuchaba las dos emisiones estelares del noticiero).

El repertorio se escogió sin debatir mucho, no había tiempo. “Me vas llevando” la arregla Agustín Espina. Las siete canciones que restan las prepara Juan, ya instalado en La Urbina con Gustavo. Se genera una tensión muy fuerte en Palo Verde. Nucho, el dueño del estudio es muy celoso con su espacio y nuestro ingeniero, Hermes Carreño no es bienvenido. Hubo roces y discusiones innecesarias. Había un timbal de adorno y en una descarga nuestra, echando broma, Fernando hizo un solo y al papá de Nucho casi le da un infarto…era su paila, su reliquia. Un día nos comimos una comida china sobre el piano acústico (inocentemente) y casi nos matan.

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Comienza la temporada y el disco está crudo. La mayoría no podía venir de Maracaibo a grabar, de modo que se dejan muchos elementos de las secuencias. Casi toda la percusión la hace Luisito Quintero. Los vientos del grupo solo grabamos cuatro canciones; tres se culminan con músicos invitados. Faltaban versos en “San Juan de dios”, yo los escribí. El coro de una pieza mía que había sido rechazada fue utilizado para “Y no estar tan solo”. “Amor de Camino” sería el primer aporte de Jorge Luis Chacín como compositor y la última intervención como solista de Carlos Puchi.

“Fábula” de Henry Martínez retrata el Caracazo. El dúo con Karina fue fácil, dócil. Ramón Valery, se ocupa de las sesiones. Yo colaboré como coach en el montaje de la voz de “Mi Tamborera”.

El disco sale en diciembre, casi lo trae el Niño Jesús.

La salvación vuelve a ser Casimiro.

Años más tarde, hicimos unos conciertos con Pete “Conde” Rodríguez. Muy emocionado nos dice que había versionado “Me vas llevando” para su último disco, hace la clave con los dedos y nos canta el coro.

Creo que esa fue la recompensa luego de tanto padecimiento durante la realización de “Guaco 1990”, el disco de las letras en japonés.

Texto: Rafael Greco T. – @inseptosinectos

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