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Las Crónicas de Rafael Greco: «Guaco Clásico»

Las Crónicas de Rafael Greco: «Guaco Clásico»

Guaco Clásico

En la historia de hoy, Rafael Greco nos pasea por el proceso de creación del álbum «Guaco Clásico» que reunió varias de las gaitas más emblemáticas.

—Aló ¿Rafael?—

Hermano, q… —Interrumpen el saludo—.

—Ya, ya, ya… veníte ya para “La casita”.

Me visto y salgo. En el camino, mientras la lluvia no deja de tamborear en el parabrisas con sus finos dedos, mis pensamientos se van tornando cada vez más angustiantes hasta la articulación de un monólogo con gesticulaciones y el “si me dice esto, yo le respondo aquello”.

Llego, estaciono, inspiro profundo el aire viciado del carro; exhalo, tomo fuerzas, me bajo, cierro y activo la alarma. Debe saber que llegué, nos conoce bien a todos.

Al entrar a la casa, me recibe un Gustavo sosegado, parsimonioso y calmado (para mi sorpresa) me invita a tomar asiento en el comedor.

—Quiero que hagamos una serie de discos especiales. El primero será de gaitas, se lo quiero dedicar a papá.

—Esa es una magnífica idea— y continué— ¿Qué te parece si el segundo lo hacemos de danzas, contradanzas, bambucos, décimas y cantos populares de Bobures?

Discutimos varios nombres y escogimos “Guaco Clásico”. Hablamos de un tercer disco, pero de música infantil. Dimos pasos firmes con una reunión en casa del poeta Jesús Rosas Marcano. Lo escuchamos declamar y nos leyó juegos fabulosos, pero ya el disco de gaitas debía comenzar.

Para el repertorio se buscó la asesoría de Humberto Rodríguez, quién tuvo la gentileza de darnos una paca de cassettes con canciones muy difíciles de conseguir. Gaitas importantes, infaltables, fueron sugeridas por Yonis. Gustavo hizo una preselección y luego juntos, ajustamos en papel la enumeración de las piezas.

Una de las que se sacó con ruego y lucha personal fue “Sin Rencor”. “Madre” corrió con la misma suerte.

En casa, me senté a escuchar continuamente las versiones originales. No sabía cómo ni por dónde empezar. Hice varios bocetos enteros que fueron a parar a la papelera.

Una mañana desperté con la idea de trabajar cada verso, proponiendo mutaciones armónicas que representaran un hábitat para cada gaita. Las dieciséis gaitas, serían dieciséis estudios de armonía, dieciséis mundos. Durante el proceso creativo capté de inmediato que “Paraguaipoa” no tendría este tipo de tratamiento.

Necesitaba ayuda, ya teníamos fecha de entrada al estudio. Convocamos a Marcos Salas para que hiciera cuatro arreglos: “Bambuco”, “La Campeona”, “Pasión Indiana” y “Sentir Zuliano”. Juan Carlos Salas colaboró con “Maracaibo Marginada”. “Virgen de Chiquinquirá” la realizaríamos entre pezuñas y aletas Agustín Espina y yo.

Con el noventa por ciento del disco hecho, surge una reunión con mi amigo y excelente músico zuliano Leonardo Oporto. Le cuento a Leo lo que hacía y me dice: compuse un aguinaldo, lo tienes que oír. Nos vamos a mi casa, y lo grabamos en una cinta. Llamo a Gustavo inmediatamente y le muestro el coro, el aguinaldo entra.

Mientras trabajaba en mis trece arreglos, decidimos que se respetarían los diferentes golpes de la gaita, se emularían en la percusión los estilos de cada grupo.

Las gaitas con el golpe viejo se tocarían con las tamboras acostadas, a la usanza.

Entramos a grabar con Hermes Carreño al mando de la cónsola.

Yonis, Alexis, Fernando y Néstor entregaron con gran misticismo una percusión robusta.

El cuatro estuvo a cargo de Cheo Fernández, quién trajo al proyecto el estilo, la identidad justa para cada canción; Cheo era cocinero también y nos preparó en una sesión un corazón en coco exquisito.

Se utilizaron técnicas de microfonía especiales para cada instrumento.

Necesitábamos el sonido de un corazón (pero no en coco).

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Con teipe, Hermes Carreño, se pegó un PZM en el pecho desnudo. Trotó por varios minutos alrededor de la sala del estudio y luego conectó el cable al micrófono. Sus latidos están en “Pasión Indiana”.

Grabamos efectos en los terrenos de Telearte: pasos, pisadas en pastos, insectos, ruidos, etc. No hubo ocurrencia mía que Hermes no complaciera.

A Gustavo lo pusimos a cantar en el hall central del edificio (un espacio abierto) mientras caía un diluvio, para la canción “Reina Morena”.

Los coros fueron sesiones divertidísimas con Guillermo Carrasco, Edgar Eduardo Salazar, Marcos Salas, Gustavo y Fernando, Gianna Alfano, Pimpi Santistevan, Ana Valencia, Ma. José y Marianita Serrano, Norma Hernandez y para “La llegada de la paz” mi niña Lucía Greco de dos años. La voz de bebé en “Felices Pascuas” es ella también, con unos pocos meses de nacida.

Fernando Valladares toca toda la percusión en “La llegada de la paz”, yo toco el resto. Para esos días Luis Enrique Mejía visitaba el país y gustosamente nos acompañó en los versos del aguinaldo.

El artista de salsa Puertorriqueño Josué Rosado hizo la segunda voz en “Reina Morena”. En “La Cantarina” participaron el cantante Colina y el saxofonista Ezequiel Serrano.

La voz de Gustavo, todo un tema. Por el empeño de mantener los estilos, se dejaron las canciones en los tonos originales, eso significó un reto, sobre todo, al interpretar las gaitas del Monumental.

Los coros de entrada para la “Gaita Nº1” fueron grabados en el “control room” y Pimpi, mi esposa, hizo una interpretación maravillosa de un verso sugerido por Yonis.

La gaita está almacenada en el ADN de los zulianos. Con naturalidad la llevamos a todas partes, no necesitamos hacer esfuerzo alguno para que aflore; está en el dialecto, en los mercados, en las escuelas, calles y plazas. Cuando me tocó hacer “Guaco Clásico”, comprendí que esa música vibra en el núcleo de mis células. Supe valorarla y quererla sin grandes demostraciones, tal cual es. Cuando escuché finalizada “Paraguaipoa”, quise morir, quise grabar todo de nuevo.

El disco fue muy criticado y muy aplaudido a la vez; fue un éxito rotundo en ventas. Algunos se mofaron ante nosotros compartiendo camerinos, tocando cualquier disparate en un cuatro sobre la melodía de una gaita, pero el tiempo probó que lo que se hace con amor y devoción permanece, mejora como el ron.

Texto: Rafael Greco T. – Instagram: @inseptosinectos

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