Cayetano Carreño: gran compositor e ilustre familia
Nacido y muerto en Caracas, Cayetano Carreño fue uno de los grandes músicos venezolanos de finales del período colonial e inicios del republicano. Asimismo, perteneció a una ilustre familia de artistas: su hermano fue un gran pionero en el campo de la educación, uno de sus hijos escribió un célebre manual de conducta y su nieta destacó como niña prodigio y precoz intérprete y compositora.
Primeros años
José Cayetano del Carmen nació en la parroquia caraqueña de Altagracia el 7 de agosto de 1774. Unos años antes, en 1769, había venido al mundo su hermano, Simón Narciso, quien sería conocido como Simón Rodríguez.
Tanto Simón como Cayetano eran expósitos, es decir, niños abandonados y entregados a la caridad pública. Su crianza corrió a cargo de Rosalía Rodríguez y el presbítero Alejandro Carreño, en cuya casa vivieron varios años. La vivienda estaba ubicada en el Callejón de La Merced, cerca de la residencia del pintor colonial Juan Pedro López, abuelo materno del sabio, gramático y poeta Andrés Bello.
Aunque algunos autores afirman que Rosalía y el presbítero Carreño fueron los verdaderos padres biológicos de los chicos, no hay ninguna prueba sólida de ello.
En todo caso, la influencia de Alejandro Carreño, sacerdote, compositor y maestro de capilla de la Catedral de Caracas, fue decisiva en la vocación musical del joven Cayetano, quien también recibió lecciones de Juan Manuel Olivares, uno de los principales exponentes de la llamada “Escuela de Chacao”, la gran iniciativa musical fomentada por el padre Pedro Palacios y Sojo en la Caracas de mediados del siglo XVIII.
Cosas de hermanos
Una famosa anécdota afirma que en cierta ocasión los hermanos tuvieron una discusión de tal calibre que Simón rompió relación con Cayetano, se quitó el apellido “Carreño” y adoptó el “Rodríguez”. Pero no es más que una leyenda sin base histórica. En realidad ambos hombres nunca dejaron de tratarse, vivieron juntos hasta la salida de Simón de Venezuela y usaron indistintamente los apellidos de sus padres de crianza hasta que cada uno se decantó de forma definitiva por aquel por el que ha pasado a la historia.
En 1789, con apenas quince años, Cayetano Carreño fue nombrado teniente organista de la Catedral de Caracas, templo al que estaría vinculado musical y profesionalmente el resto de su vida. Asimismo, en 1792 se convirtió en el cuarto titular de la cátedra de música de la Real y Pontifica Universidad de Caracas (actual UCV), pero solo ocupó dicho cargo unos cuantos meses.
En 1795, Simón y Cayetano vivían con sus familias en una casa ubicada en las esquinas de Cují a Romualda. Mientras Cayetano se centraba en sus responsabilidades musicales, su hermano ya descollaba por sus radicales ideas educativas y regentaba la primera escuela pública de Caracas.
Por esa época, la Real Audiencia de Caracas le confió a Simón Rodríguez el cuidado y la educación de un acaudalado niño huérfano de 12 años llamado Simón Bolívar mientras se resolvía una agria disputa familiar por su custodia. La influencia de Rodríguez sería decisiva en el desarrollo de la personalidad del futuro Libertador de Suramérica.
En 1797, ya fuera por su inconformidad con el clima cultural de Caracas o por su posible participación en la fracasada conjura independentista de Gual y España, Simón Rodríguez abandonó Venezuela para no regresar nunca ni volver a ver jamás a su hermano Cayetano.
Maestro de Capilla
El 3 de junio de 1796, Cayetano Carreño se convirtió en el decimotercer Maestro de Capilla de la Catedral de Caracas, cargo que ejercería hasta su muerte cuatro décadas más tarde y que ya antes había desempeñado su tutor y padre de crianza, el presbítero Alejandro Carreño.
Así resume el biógrafo Miguel Castillo Didier las responsabilidades de Carreño al frente del máximo templo caraqueño: “Allí, en su tribuna, en medio de los quehaceres diarios de tañer el instrumento sagrado; de enseñar y dirigir las voces y a veces los instrumentos; de escoger y preparar repertorio; de componer para las solemnidades mayores; de mantener la armonía entre los músicos; de solucionar cuestiones domésticas poco agradables; de realizar algún trabajo extraordinario en otra iglesia; de levantar una familia, sin tener holgura económica; de enseñar a tocar, cantar y componer a sus hijos y a otros discípulos”.
Al estar laboralmente vinculado a la iglesia, la mayor parte de la extensa obra compositiva de Cayetano fue de tema sacro: Misas, Misereres, Te Deums, motetes, ofertorios, etc.
Su pieza más conocida, compuesta entre 1799 y 1801, es el motete “In Monte Oliveti”, también conocido como “El Monte de los Olivos” o “La Oración en el Huerto” y cuyo texto se inspira en el episodio bíblico de la agonía de Cristo en el huerto de Getsemaní poco antes de su arresto y crucifixión, tal como se narra en el capítulo 26 de evangelio de san Mateo.
La obra de algo más de once minutos de duración puede escucharse en esta antología de música colonial venezolana a partir del minuto 44:26.
En 1808 tuvieron lugar en el Coliseo, el primer teatro de Caracas, las primeras funciones de ópera realizadas en Venezuela a cargo de una compañía francesa encabezada por Monsieur Espenu. Cayetano Carreño, junto a otros importantes compositores como Lino Gallardo y Juan José Landaeta, se encargó de dirigir la orquesta que acompañó dichas representaciones.
El mejor y el peor de los tiempos
Tras los hechos del 19 de abril de 1810, que iniciaron el proceso que llevaría un año después a la declaración de independencia venezolana, Cayetano Carreño manifestó su simpatía por la causa emancipadora. El escritor Juan Vicente González le atribuye, de hecho, la música de la primera canción patriótica conocida: “Caraqueños, otra época empieza”, con letra de Andrés Bello. González afirma también que Carreño solía cantarla con su voz “dulce y melancólica”. Por desgracia, ni la partitura ni el texto de la pieza han llegado hasta nosotros.
La independencia se declaró el 5 de julio de 1811 y el acta firmada fue publicada por bando el día 10. Como parte de las celebraciones de dicho evento, Cayetano tocó con su orquesta en la Plaza Mayor (actual Plaza Bolívar), donde también ondeó el pabellón tricolor diseñado por Francisco de Miranda.
Poco después llegaron los terribles episodios de la Guerra a Muerte, la Emigración a Oriente y la ocupación de Caracas por las tropas realistas del caudillo asturiano José Tomás Boves. Cayetano Carreño permaneció en la capital ejerciendo su cargo de Maestro de Capilla y lo alcanzó la tragedia, pues su hijo mayor, José Ciriaco, también músico e integrante del ejército patriota al mano de José Félix Ribas, murió con apenas 20 años el 5 de diciembre de 1815 durante la batalla de Urica.
Caracas no sería reconquistada por las fuerzas patriotas hasta el triunfo de Carabobo en 1821. Pocos años después, en 1825, Simón Bolívar envió desde Perú una carta a Cayetano Carreño. El Libertador le escribía de parte de su hermano, Simón Rodríguez, quien por entonces se hallaba junto a su antiguo discípulo ejerciendo labores oficiales en el ramo de la educación, para que hiciera llegar parte de sus honorarios a María de los Santos Ronco, la esposa que había dejado en Caracas casi tres décadas antes y a la que nunca volvería a ver.
La radicalidad de las propuestas educativas de Rodríguez chocó con la resistencia e incomprensión de las élites criollas, por lo que el viejo maestro renunció a sus cargos en 1826 e inició una existencia errabunda y precaria que concluyó con su muerte en Amotape (Perú) en 1854 a la edad de 85 años y en medio de la mayor miseria.
Muerte y descendencia
Cayetano Carreño falleció en Caracas el 4 de marzo de 1836 a los 61 años y fue enterrado en la capilla de Nuestra Señora del Pilar de la Catedral, el templo a cuyo servicio había estado la mayor parte de su vida.
Casado desde 1794 con María de Jesús del Carmen Muñoz Pulido, Cayetano tuvo siete hijos varones y dos hembras. Con la excepción del hijo menor, José Lino, fallecido a temprana edad, todos los vástagos varones se dedicaron a la música, estuvieron profesionalmente vinculados a la Catedral de Caracas y tres sucedieron a su padre como Maestros de Capilla.
Entre estos últimos estuvo Manuel Antonio, quien sin embargo es más conocido por ser el autor del célebre “Manual de urbanidad y buenas maneras” (1853), mejor conocido como “Manual de Carreño” y que tuvo una gran difusión en el mundo de habla hispana hasta bien entrado el siglo XX.
Manuel Antonio Carreño fue asimismo el padre y maestro de Teresa Carreño, una de las mayores pianistas y compositoras venezolanas de todos los tiempos. El teatro más importante de Caracas lleva su nombre.