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El 19 de abril según Juan Lovera

El 19 de abril según Juan Lovera

Lovera

Juan Lovera es uno de los principales nombres de la pintura venezolana de comienzos del siglo XIX. Apodado “el pintor de próceres”, se lo considera el primer gran artista del período republicano, así como el iniciador de la temática histórica y heroica en nuestras artes plásticas.

Pionero del retrato

Nació Lovera en Caracas, cerca de la actual avenida Urdaneta, el 11 de julio de 1776, en el seno de una familia de pardos libres. Su padre, Atanasio, era cerero, oficio que le proporcionaba cierta holgura económica, ya que, como apunta María Magdalena Ziegler, experta en la obra de Lovera, incluso podían darse el lujo de tener esclavos y sirvientes, pese a que ellos mismos, como artesanos y trabajadores manuales que eran, también figuraban entre los sectores más bajos de aquella sociedad estamental colonial.

Juan Lovera
Autorretrato de Juan Lovera

Tras formarse como pintor en el taller de los Landaeta, Juan Lovera no tardó en destacar como uno de los artistas más solicitados de la capital. De hecho, es también el primer gran retratista civil de nuestra historia artística. En sus telas plasmó a las más importantes personalidades políticas, académicas e intelectuales de su tiempo, como Simón Bolívar, José Antonio Páez, Cristóbal Mendoza, José María Vargas, José Cecilio Ávila, Antonio Muñoz Tébar y Lino Gallardo, entre otras.

Retrato de Cristóbal Mendoza realizado por Juan Lovera
Retrato de Cristóbal Mendoza realizado por Juan Lovera

Nuestro artista también vivió de cerca los hechos estelares de 1810 y 1811, los mismos que inmortalizaría en sus dos cuadros más famosos casi tres décadas después. Asimismo, su compromiso con la causa independentista lo llevó a participar en la Emigración a Oriente de 1814, ante el avance del caudillo realista José Tomás Boves sobre la capital.

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Cuadro religioso

Tras su regreso a Caracas en 1820, Lovera continuó con su labor artística y se involucró activamente en la vida política y artística de la ciudad: desempeñó cargos públicos, emprendió diversas iniciativas culturales, impartió clases de dibujo y pintura e incluso estuvo entre los fundadores de una logia masónica.

Por esas fechas realizó su obra de tema religioso más conocida: “La Divina Pastora”, obra capital por al menos tres razones: es la primera obra en la que Juan Lovera estampa su firma, incluye su único paisaje y éste, a su vez, es el primer paisaje de nuestra pintura, a juicio del crítico Luis Enrique Pérez Oramas.

"La Divina Pastora" (1820), de Juan Lovera
«La Divina Pastora» (1820), de Juan Lovera

Pero fue en la década de 1830 cuando el artista realizó los trabajos que cimentaron buena parte de su fama y que se asentaron en el imaginario histórico nacional gracias a su masiva reproducción en libros escolares, afiches y billetes.

Un poco de historia

Lovera concluyó su cuadro sobre el 19 de abril de 1810 en 1835 justo un año después de que el congreso venezolano elevara tanto dicha fecha como el 5 de julio a la categoría de días de fiesta nacional.

Hagamos un breve repaso sobre lo ocurrido aquel Jueves Santo de 1810, 25 años antes de que nuestro artista lo inmortalizara en su tela. La crisis derivada de la reciente invasión de España por parte de Napoleón Bonaparte y la deposición y prisión del rey Fernando VII llevaron a que el cabildo (ayuntamiento) caraqueño convocara una sesión extraordinaria para la mañana de ese día con el fin de debatir el asunto y tomar medidas políticas al respecto. Se instó al Capitán General de Venezuela, Vicente Emparan, a acudir a la asamblea.

Emparan se desentendió del asunto, invitó al cabildo a centrarse en los eventos religiosos de la jornada y se dirigió a la catedral para participar en la misa de Jueves Santo. Al llegar al templo, uno de los miembros del ayuntamiento, Francisco Salias le salió al paso y lo hizo regresar al cabildo, que sesionaba en la actual Casa Amarilla.

Casa Amarilla

El ayuntamiento optó entonces por destituir a Emparan y conformar una Junta Suprema Conservadora de los Derechos de Fernando VII, que se encargaría de ejercer el gobierno hasta el regreso del monarca cautivo.

Fue entonces cuando tuvo lugar la escena más famosa asociada a esta fecha, cuando Emparan se asomó al balcón que daba a la Plaza Mayor (hoy Plaza Bolívar) y preguntó a la multitud reunida si aceptaba su autoridad. Ante la negativa de la gente (instigada por un gesto del cura chileno José Cortés de Madariaga, parado detrás del depuesto Capitán General), el funcionario pronunció la célebre frase: “Pues yo tampoco quiero mando”.

Recreación de la escena de Vicente Emparan en el balcón del cabildo

Lo ocurrido aquel día fue el inicio del proceso que llevó a la declaración formal de independencia y la creación de la Primera República de Venezuela poco más de un año después, en julio de 1811.

Un tumulto lleno de detalles

El cuadro realizado por Juan Lovera en 1835 mide 139 por 98 centímetros y recoge los sucesos ocurridos frente a la catedral de Caracas, cuando Emparan fue obligado a volver al cabildo. Según María Magdalena Ziegler, el artista optó por recrear pictóricamente este momento porque “representar una escena privada de la participación del pueblo habría sido refrendar justo todo lo que Lovera deseaba rechazar. La escena, tal y como la ha concebido el pintor caraqueño, no puede leerse como una componenda, ni como la manifestación de aspiraciones (ilegítimas) de un pequeño sector”.

En el centro de la composición destaca Vicente Emparan y Orbe, de origen vasco y noveno Capitán General de Venezuela. En ese entonces tenía 63 años, pero en la pintura luce menor. Viste uniforme de mariscal de campo, lleva su bastón de mando y saluda a la multitud con su sombrero.

Detalle del cuadro de Lovera

A su izquierda, vemos a Francisco Salias, de 25 años, haciéndole gestos a Emparan para que regrese al ayuntamiento, del que también era miembro. Salias era el mayor de una familia de seis hermanos. Todos estuvieron comprometidos con la causa independentista y tres murieron trágicamente, entre ellos el médico y poeta Vicente Salias, autor de la letra del “Gloria al Bravo Pueblo”, actual himno nacional de Venezuela.

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A la derecha de Emparan figura Feliciano Palacios y Blanco, de 47 años, Alférez Real de Caracas y tío materno de Simón Bolívar, quien cariñosamente lo llamaba “tío Chano”. Aunque apoyó los hechos del 19 de abril, posteriormente manifestó su desacuerdo con la declaración de independencia y la proclamación de la República, lo que lo llevó a enfrentarse con su célebre sobrino.

Salias, Emparan y Palacios. Detalle del cuadro de Lovera

A estos tres personajes los acompaña una gran multitud compuesta por los diversos estamentos políticos, militares, eclesiásticos y sociales que hacían vida en la Caracas de entonces, incluyendo algunas figuras populares en los márgenes que, según el crítico Alfredo Boulton, “podrían muy bien obedecer al propósito de darle a esas escenas, sin desmedro de su carácter épico, un sabor popular y llano, accesible al sentir de la gente del común”. Igualmente, llaman la atención dos misteriosas figuras envueltas en capas y señalando a Emparan. Boulton considera que una de ellas podría ser un autorretrato del artista.

Detalle del cuadro de Lovera

Juan Lovera incluyó en el cuadro la siguiente inscripción: “El tumulto se efectuó entre el frontispicio de la iglesia catedral y la balaustrada de la plaza hacia el Oriente. Los personajes inmediatos al Capitán General son los ilustres cabildantes que le precisaron a pasar a la Sala Consistorial, donde quedó sellada la gloriosa revolución que ha dado independencia y libertad a casi todo el nuevo mundo”.

Por esta razón, a la obra se le da el título de “El tumulto del 19 de abril de 1810”. Explica Ziegler que “un tumulto (alboroto) sería previo a cualquier revolución. La antecede, pero no necesariamente tiene que desembocar en ella. Para efectos del 19 de abril de 1810, sí condujo a una revolución”.

Epílogo y trascendencia

Lovera donó su cuadro a la Diputación Provincial de Caracas, cuyos miembros lo acogieron con entusiasmo y recompensaron al artista con 300 pesos “para que destinándolos al fomento de su taller, logre el país mayores ventajas y sirva de estímulo a sus profesores”. Asimismo, la obra fue paseada por las calles de Caracas durante las celebraciones del 19 de abril efectuadas al año siguiente, 1836.

En 1838, Lovera realizó su otra gran obra maestra, una recreación de la firma del acta de independencia de Venezuela en julio de 1811, y la obsequió al Congreso de la República. En la actualidad, tanto este cuadro como “El tumulto del 19 de abril de 1810” se exhiben juntos en el recinto donde tuvo lugar la proclamación de independencia: La Capilla Santa Rosa de Lima, ubicada en el Palacio Municipal de Caracas.

«Firma del acta de independencia» (1838), de Juan Lovera

Juan Lovera falleció en la capital venezolana el 20 de enero de 1841 a la edad de 63 años. Tras él, otros dos grandes artistas venezolanos abordaron el desencuentro entre Emparan y Salias frente a la catedral de Caracas: Arturo Michelena en un boceto inacabado y Tito Salas como parte de las decoraciones que realizó para la Casa Natal de Simón Bolívar entre 1921 y 1930.

Juan Lovera fue uno de los grandes pintores venezolanos del siglo XIX. Su pintura del 19 de abril es la representación más famosa del tema
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