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La madre en la poesía venezolana

La madre en la poesía venezolana

poesía venezolana

En el imaginario colectivo de un país se preserva la historia de sus cimientos y ellos siempre nos llevan a la mujer que nos tuvo en el vientre por nueve meses mientras se aferraba al hecho de vernos crecer salvos y libres de mal. Obviamente, sin raíces no hay poesía y la madre es precisamente el comienzo. Y, por supuesto que sí, la madre en la poesía venezolana tiene mucha fuerza.

Distintos poetas se han preocupado por darle un espacio a la figura materna en sus textos. Entre ellos Hanni Ossott, Juan Antonio Pérez Bonalde, María Calcaño, Andrés Eloy Blanco, los que mencionaré a continuación y muchos otros más.

Vuelta a la patria

En la segunda parte de este poema, Juan Antonio Pérez Bonalde, visibiliza la figura de la madre en un tono en el que se combinan distintas emociones que recrean escenas de un pasado quizá triste.

Fragmento:

Madre, aquí estoy: de mi destierro vengo

a darte con el alma el mudo abrazo

que no te pude dar en tu agonía;

a desahogar en tu glacial regazo

la pena aguda que en el pecho tengo

y a darte cuenta de la ausencia mía.

El día de las madres

Miyó Vestrini, nuestra grande de la poesía venezolana, también nos comparte un texto que a simple vista (gracias a su título) puede confundirse con un poema que va dirigido exclusivamente al día de las madres, pero nos muestra algo más que eso.

Hoy,

día de la madre,

el flaco me llevó a la ferretería

para comprar una llave de paso.

Y le pregunté:

¿No piensas comprarle una batica a tu mamá?

Se acercó,

me besó

y me contestó:

«el lunes pensaré en eso».

Nos fuimos a casa,

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cocinó para mí,

escuchamos a Luis Alcaraz,

Daniel Santos y Maelo.

Decidimos que éramos hijos de probeta

fecundados en matrices de cochinos.

Eso impidió toda discusión.

Carta de Salustio para su mamá que estaba en Nueva York

Salustio González le escribe un poema inesperado, pero muy tierno a su madre que estaba en Nueva York. Lleva consigo un uso de signos inusual en el español. Además, (a mi parecer) goza de cierta jocosidad y originalidad.

Fragmento

Comienzo como es uso: mi querida mamá
Bendición. ¿Cómo vamos de vida por allá?
¿Has visto los jazmines pausados de la nieve?
Por aquí hace días que no llueve
duro; porque con las garúas
diarias tenemos suficiente. ¿Continúas
bien de salud deseada y preciosa?
¿y con las manos coloradas en rosa?

Antes de seguir, salúdame a Antolina;
la hermana errante, ya casi newyorkina
y que de tanto andar esas calles reales
olvidó mis encargos: parásitas, postales
de Wagner. Yo no más le pedía
las del Buque Fantasma y la Tetralogía
y algunas otras que quisiera, y ningunas
de paisajes románticos donde hubiera sus lunas.

La madre en Venezuela puede ser mucho: amor, caridad, una casa, la confianza, el estremecimiento. Y es que depende de tanto. Sin duda, hay algo con lo que todos nos podemos identificar: la importancia que le damos (que es magnífica) -sea cual sea el tipo de relación que tengas con ella-.

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