Hanni Ossott: La identidad del desarraigo
Articulista, copywriter e instructora de yoga en formación.
Estaba residenciada en El Paraíso cuando una noche cualquiera mi roommie me preguntó si no había escuchado hablar de Hanni Ossott. Le dije que tenía su nombre en mi cabeza a pesar de no haberla leído. Y no tuve que decir más para que fuera a buscarme su antología poética. Aún la conservo y claro que se la voy a devolver -jajaja-, en serio que sí.
Después de un tiempo, como por casualidad, decidí tomar el libro «en serio» y me senté a leerlo con la intención de permitir que la voz poética me recorriera. Eso, en definitiva, marcó una pauta en mi vida.
Hablemos de Hanni Ossott
Hanni Ossott era hija de los alemanes Hans Ossott Machado y Magdalena Lipfert de Ossott. Una caraqueña que nació un día del amor en 1946. Fue poeta, profesora, traductora, ensayista y crítica de arte.
Hay profundidades en lo cotidiano a las que estamos dispuestos a renunciar por la precipitación de llegar a una meta impuesta por nosotros mismos. C’est la vie. Hanni veía el panorama de otra manera. Se detenía a observar su realidad y se delataba pasionalmente a través de su lienzo: el imprescindible poema.
Sobre la infancia
Se dice que su vena poética se cultivó a partir del dolor que encontró después de perder a su madre. Apenas con 3 años se había quedado sin ella y eso la marcó para siempre. De ahí sus versos dotados de imágenes que hablan de infancia, ausencia y muerte.
Ella, en su poemario Casa de agua y de sombras, nos dice que «El niño debe aprender la muerte suavemente». Y más adelante: «En la infancia sufrimos miedos. Los padres se apresuran en afantasmarlos, en vez de hacerlos concretos». Sospecho que allí intentaba hablar desde la pequeña Hanni a la que se le había ocultado por un tiempo la muerte de su madre.
Propiedad
Mi infancia es un pozo de seres ausentes
que deseo tener.
Quiero recobrar a todos mis muertos
desde lo que no sé de ellos.
Ver tambiénCasa de agua y de sombras. 1992
En 1986, Rafael Arráiz Lucca entrevista en Caracas a Hanni Ossott. Él -con toda propiedad- le lanza preguntas que solo podría hacerle alguien cercano, que además la ha leído muchísimo. Es una entrevista muy corta, de tan solo 5 minutos (o al menos eso es lo que está disponible en la web). Pero sí que carga consigo respuestas importantes en cuanto a lo que existencia se refiere.
Hanni tradujo Elegías de duino de Rilke, una obra que influenció su visión de mundo: «Para Rilke se trata de hacer lugar, de hacer pertenencia y casa. La modernidad de Rilke radica en esto, en saber que el hombre carece de lugar.»
Precisamente es este sentido de pertenencia y seguridad en el mundo lo que toma papel protagónico en la entrevista que le hicieron a Hanni en el 86. Ella, a partir de Rilke, se sintió ajena al hombre común que va tranquilo por la calle, al que le interesa comprar para satisfacer sus necesidades.
En un mundo que la mayoría siente suyo, Hanni -más bien- encontró desarraigo y soledad. Llevaba consigo la carga de no tener ese sentido de pertenencia. Y quizá ese era uno de sus lugares seguros: andar en la constante búsqueda de una casa (metafóricamente hablando).
Intentar conocerla es descubrir que necesitaba responderse a sí misma preguntas que solo se hace una poeta interesada en develar regiones del ser casi intransitables. Hanni nos dejó mucho y seguirá haciéndolo mientras revivamos su obra.