Gottfried Knoche: el Frankenstein venezolano
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Gottfried August Knoche fue un médico alemán, famoso por inventar un líquido embalsamador con el que llegó a momificar docenas de cuerpos, incluyendo el suyo, en su laboratorio ubicado en la Hacienda Buena Vista, sector Palmar del Picacho de Galipán, en Vargas, Venezuela. Es considerado uno de los personajes más misteriosos y enigmáticos relacionados con la historia de Venezuela a mediados del siglo XIX, específicamente en la región de Galipán perteneciente al parque nacional Waraira Repano.
Estudió en la Universidad de Halle, donde recibió el título de médico en abril de 1845, luego ese mismo año Knoche emigró de Alemania a Venezuela para domiciliarse en La Guaira y atender a la población de alemanes que se establecía en ese entonces en el litoral. Ahí refundó el «Hospital San Juan de Dios», en La Guaira entre 1854 y 1856.
Al establecerse en La Guaira decide traer a vivir a su esposa y dos niñas, Josephine y Amalie Weissmann, que más tarde se convertirían en sus enfermeras y ayudantes. Ejerce como doctor en esa ciudad y se gana la fama de persona caritativa, al atender a pacientes pobres sin cobrar además de su incansable lucha contra la epidemia de cólera que azotó la región en esos años. En 1845 recibe la reválida de su título, por parte de la Universidad Central de Venezuela durante el gobierno del general Carlos Soublette.
Siendo un gran amante de la naturaleza, en sus primeros tiempos en La Guaira solía hacer largas excursiones a caballo hasta las montañas de Galipán. La perspectiva fascinante que ofrece el Litoral desde las alturas del Picacho y su fresco clima debieron ejercer en él una fuerte atracción. Así pudo haber nacido su idea de adquirir alguna posesión en los alrededores.
Su fascinación y persistencia por evitar el inexorable proceso de descomposición de los cuerpos, lo llevó a experimentar con cadáveres no reclamados de la Guerra Federal, que subía a caballo desde el hospital San Juan de Dios. Knoche creó un líquido que se inyectaba en el torrente sanguíneo y conservaba al cadáver sin necesidad de extraer sus órganos. Así, el doctor llegó a momificar varios cuerpos y luego los mantuvo en su laboratorio.
Esta obsesión por dotar de una apariencia de vida a los muertos dio pie a una de las anécdotas más populares que se le atribuyen a este enigmático personaje. Los familiares de don Tomás Lander, distinguido hombre público de la Caracas del siglo XIX, fundador junto con Antonio Leocadio Guzmán del periódico «El Venezolano», conocieron a través de un amigo las virtudes del misterioso líquido embalsamador del Dr. Knoche y solicitaron al médico que momificara el cuerpo de su deudo. Una vez concluido el proceso, con el cuerpo ya vestido y maquillado por sus familiares, sentaron a Lander en un escritorio a la entrada de su casa. Allí estuvo durante 40 años, hasta que el gobierno de Antonio Guzmán Blanco exigió a los descendientes del difunto que enterrasen a la momia. Un presidente de Venezuela, Francisco Linares Alcántara, también fue momificado por el médico alemán. Igualmente, momificó a sus perros y los convirtió en los guardianes de la entrada del mausoleo.
Al llegar su muerte, Knoche ya había previsto que fuese la enfermera Amalie Weismann la que se encargara de suministrarle el suero momificador, dosis que dejó previamente preparada. Aunque la última sobreviviente de Bella Vista parece haber consultado con el cónsul alemán de la época, Julius Lesse, acerca de redactar un documento en el que constara que su última voluntad era que su cuerpo fuese cremado y las cenizas arrojadas al mar; el mismo doctor Lesse y Carlos Enrique Reverón subieron a Bella Vista, inyectándole la dosis preparada para ella 20 años antes por el mismo Knoche, luego cerraron la puerta del mausoleo y las llaves las lanzaron al mar.
La composición exacta del bálsamo, a base de cloruro de aluminio, jamás fue descubierta.
Información tomada de: Wikipedia