1800: El año de la primera subida al Ávila
El Ávila, la montaña tutelar de Caracas, es uno de los destinos de esparcimiento más populares para los habitantes de la capital venezolana. Su primer escalador documentado fue un joven alemán a menudo calificado como “el descubridor científico del Nuevo Mundo”.
Dos viajeros en Caracas
A finales de 1799, llegaron a Venezuela el naturalista berlinés Alexander von Humboldt, de 30 años, y su colega, el botánico francés Aimé Bonpland, de 27. Era la primera escala de un viaje de exploración científica de cinco años por las colonias españolas en América.
Tras desembarcar en Cumaná y visitar la célebre Cueva del Guácharo, los viajeros arribaron a Caracas el 21 de septiembre. Durante los dos meses y medio que vivieron en aquella ciudad de 40 mil habitantes, Humboldt y Bonpland se relacionaron con sus familias ilustres y visitaron las haciendas cafetaleras cercanas.
Asimismo, Humboldt manifestó interés por explorar el sector del Ávila conocido como “la Silla” debido a la depresión que forman sus dos picos (oriental y occidental) y que recuerda a una silla de montar. Pero, por más que averiguó, el alemán no encontró a nadie que hubiera escalado esa cima hasta entonces, lo que lo sorprendió enormemente.
“Por la costumbre de una vida uniforme y casera, (los caraqueños) se espantan de la fatiga y de los cambios súbitos del clima; y pudiera decirse que no viven para gozar de la vida, sino únicamente para prolongarla”, apuntó Humboldt.
El berlinés optó entonces por efectuar la ascensión a la montaña y pidió ayuda al entonces capitán general de Venezuela, Manuel de Guevara y Vasconcelos, quien le facilitó esclavos guías conocedores del terreno. Igualmente, varios vecinos de Caracas se ofrecieron para acompañar a los expedicionarios.
Humbolt y Bonpland pasaron la noche en una hacienda ubicada cerca de la quebrada de Chacaíto y se pusieron en marcha a las cinco de la mañana del 2 de enero de 1800. El objetivo era la cumbre del pico oriental de la Silla. Toda la ciudad los observaba con anteojos de larga vista.
Maestros perezosos
Aquella primera excursión al Ávila estaba compuesta por un total de 18 personas. Pero este número no tardó en reducirse drásticamente, pues los vecinos que acompañaban a Humboldt no soportaron la fatiga del camino y poco a poco fueron desertando y volviendo a la ciudad, lo que los hizo motivo de burlas por parte de los esclavos que cargaban el instrumental científico.
Entre los expedicionarios figuraba un fraile capuchino español y profesor de matemáticas de 39 años que se jactaba de la superioridad física que, a su juicio, poseían los españoles europeos sobre los criollos. Incluso se comprometió a lanzar cohetes desde la cima de la montaña para anunciar el éxito de la empresa. Pero se cansó, volvió sobre sus pasos y pasó el resto del día observando la ascensión desde una hacienda cercana.
Aunque Humboldt no menciona su nombre en sus escritos, se trataba de fray Francisco de Andújar, el famoso “padre Andújar” que dio clases a Simón Bolívar.
Asimismo, otro maestro del futuro Libertador que también integró la comitiva y que tampoco logró alcanzar la cumbre del Ávila fue Andrés Bello, que entonces tenía 18 años y cuya enorme inteligencia llevó a Humboldt a sentir un gran aprecio hacia él.
El alemán también le recomendó ejercitarse si quería mejorar su débil constitución física. Bello debió tomar buena nota de ello, pues vivió hasta los 84 años.
Ascenso y descenso
Durante las casi diez largas horas que duró la subida, Humboldt y Bonpland estudiaron la rica vegetación de la montaña y efectuaron mediciones de temperatura. Aunque al comienzo del viaje disfrutaron de un tiempo fresco y claro, no tardó en envolverlos una espesa bruma.
Las provisiones supusieron un serio problema, pues los esclavos encargados de traer la comida y el agua se retrasaron varias horas y cuando alcanzaron a los expedicionarios habían agotado el pan y apenas traían unas pocas aceitunas. Durante buena parte del trayecto les fue imposible encontrar manantiales.
Pese a tales inconvenientes, Humboldt y Bonpland finalmente llegaron a la cima del pico oriental de la Silla, ubicada a 2 mil 400 metros de altura aproximadamente. Eran las tres de la tarde y solo los acompañaban los esclavos. Nadie más había tenido la fuerza suficiente para completar el ascenso.
Tras permanecer en la cumbre durante hora y media, realizar observaciones varias y disfrutar de las espectaculares vistas, los viajeros emprendieron el camino de regreso. Llegaron al valle de Caracas a las diez de la noche. La expedición había durado en total unas 15 horas. Los dos científicos tenían las plantas de los pies destrozadas y sangrantes.
Los caraqueños oyeron con interés el relato de la ascensión, pero se sintieron decepcionados cuando Humboldt les demostró que su montaña tutelar no era ni de lejos una de las más altas de la tierra.
Así acabó la primera subida documentada al Ávila, pero las aventuras de Humboldt y Bonpland en Venezuela y Latinoamérica estaban lejos de concluir, pues tenían por delante la inmensidad de los llanos, los misterios del Orinoco y más aventuras en Cuba, Colombia, Ecuador, Perú, México y Estados Unidos.
Alexander von Humboldt falleció en Berlín en 1859, poco antes de cumplir 90 años.