Aún sin luz, hay luz
La capacidad humana de enfrentarse ante la adversidad, aunque se encuentra permanentemente a prueba, es una realidad más profunda de la que creemos. Después del apagón sufrido en nuestro país, donde la problemática ha persistido en algunos sitios de manera intermitente, es un buen momento para aprender sobre nosotros mismos y la manera en cómo afrontamos estos escenarios.
Una vez ocurrido el apagón, se activaron las alarmas de peligro que traemos de fábrica, e inmediatamente, aunque no nos demos cuenta, la capacidad resolutiva para atender las necesidades del momento. La primera emoción que se hace presente es la del miedo por enfrentarnos a lo desconocido. El miedo es una emoción legítima porque es el cuerpo enviando una señal de alarma, pero es muy bien sabido que es el peor enemigo de la toma de decisiones.
Cuando observamos con detalle la manera en que nos conducimos en una situación como esta, paralizarnos ante el miedo o quedarse estancado en el sufrimiento del problema no es rentable. Por eso tenemos ante nosotros una necesidad, para monopolizar nuestra atención en resolverla. Aquí, nuestro cuerpo inconscientemente va buscando los peldaños, los mecanismos que le permitan salir adelante. Claro, la fluidez de este proceso depende, en gran parte, de las herramientas que uno esté dispuesto a ejecutar de manera consciente para resolver el problema.
Si estás transitando con tu vida a través de estas líneas, permíteme decirte que estás en el lado ganador. Tienes más que cuando llegaste a este mundo, piensa en todas las cosas que has aprendido, experimentado, y encontrarás tu ganancia. Te enfrentaste a lo desconocido y, como siempre, ganamos y perdemos en la misma medida. Ahora tienes algo invaluable que se llama experiencia y será lo que te ayude a estar mejor preparado.
Nuestra cultura occidental está plagada de símbolos como los ofrecidos en la Ilíada y Odisea, por poner el ejemplo más significativo, que durante miles de años han estado instalados en nuestro inconsciente colectivo, y nos impulsan a vencer ante la adversidad; tomar el camino del héroe que vence. Inclusive nuestra propia química nos juega a favor con dopamina, adrenalina y serotonina, para poner nuestra máquina humana en el camino del logro.
Los obstáculos parecen ser la garantía de nuestro paso por la vida, lo importante está en no hacerse pequeño y, utilizando todas las herramientas que tengamos a la mano, sobreponernos al problema. Aún en la más profunda crisis, estará la biología, nuestro inconsciente, el del colectivo, y hasta el propio instinto para, en cualquier momento, hacernos vencedores ante la adversidad.