Tradiciones navideñas: el amigo secreto y sus obsequios de Grinch
Si de regalos se trata, la Navidad es la época indicada para hablar de ello. Intercambio de regalos, cumpleaños y por supuesto la llegada del niño Jesús que, sin duda, emociona a los más pequeños del hogar. Y aunque algunos ya no seamos los consentidos de la casa, los regalos navideños también nos encantan.
Jugar al amigo secreto, invisible o el santa secreto, es una tradición que lleva muchísimo tiempo, tanto así que en Venezuela antes se le solía llamar «compadre de papelito» o «compadre secreto de papelito», pero con el tiempo su nombre se fue actualizando.
Es precisamente el juego del amigo secreto, una costumbre jocosa en la que más de uno “bota la casa por la venta”, mientras otros se preguntan si reír o llorar con el obsequio recibido. Y aunque la mayoría estemos saliendo de vacaciones, esta tradición siempre perdura. Sin embargo ahora es momento de reírnos de aquellos obsequios que no poseen las tres B: buenos, bonitos y baratos, algunos causan impacto, choques emocionales, rabia y un poco de lo que yo diría: “¿y ahora qué cara pongo?”.
Unas medias excesivamente peculiares
A pesar de que son regalos entre la familia, diría yo que unas medias no son mi regalo preferido. Por otro lado, me pregunto cuando tiempo mis tías seguirán con la costumbre de regalarme medias fosforescentes. Cuando de pequeña decía “quiero brillar en la oscuridad”, solo me refería a las pulseras de neón. Pero el lado bueno es que si salgo con ellas a pasear jamás me perderé.
Angélica Lozano
Otro sartén y me da un patatús
La familia es realmente peculiar cuando se trata de regalos, por ser la abuela, creen que mis cosas favoritas son un sartén, una plancha o un jabón de baño. Pues no es así, si antes de jugar les digo que vayan a tele tienda, no es para que me traigan la plancha. Si no el sofá de masajes. Definitivamente otro año más con un sartén y finjo que me da un patatús a ver si se ponen las pilas mijitos.
Amelina Alviares
Solo me pasa a mi, y al pato Donald
Siempre hay un gracioso en el salón, y como es de esperar en los intercambios de regalos, a más de uno se la da de payaso. En una ocasión el regalo parecía tierno, pero resultó todo lo contrario. Mientras mis compañeros se intercambiaban sus regalos, yo habría el mío el cual era un peluche marrón. Luis, quien me lo dio, me dijo que lo abrazara muy fuerte porque el peluche hablaba y al hacerlo, el oso emitió el sonido de un gas. De más está decir que medio salón pensó que la culpable de tal sonido, fui yo.
Fatima De Freitas
Una vela que me alumbre este Oscar, por favor
Hay veces que los regalos son decepcionantes, pero el mío se ganó el Oscar. Todos recibían cosas como una bolsa de dulces con gomitas, chocolate, turrón o prendas, yo recibí un porta velas vació. En ese momento lo use, claro. Para servirme refresco.
Daniel Gonzales
Solo para amantes del béisbol
Seguramente los amantes del Caracas, me entenderá a la perfección. En mi trabajo cuando empezaba la temporada de béisbol, todo era un vacilón. Hasta que llegaba la época decembrina, si ganaba el Caracas y un magallanero te tocaba de amigo secreto, ¡agárrate! Porque de seguro recibirías una taza de los Magallanes o una camisa bellísima de los Leones de Caracas que no sería tu talla.
Carlos Rangel
El pachuli y el fantasma
Yo botaba la casa por la ventana cuando jugaba al amigo secreto, hasta que colocaron un límite de dinero a gastar. Si se preguntan por qué hicieron esto, creo que tengo suficiente experiencia para decir por qué. En una ocasión me obsequiaron una colonia que con solo olerla mi expresión lo dijo todo, fue tan desagradable que ni mis compañeros aguantaban el aroma. Por otro lado a mucho nos ha pasado que quien obsequiaba jamás apareció, digamos que se hizo el musiú.
María Bautista
Cuéntanos en nuestras redes ¿Cuál ha sido tu regalo de Grinch?