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El misterio detrás del nacimiento de Caracas

El misterio detrás del nacimiento de Caracas

Fuente: Caracas en Retrospectiva
Fuente: Caracas en Retrospectiva

No muchos caraqueños conocen el misterio detrás del nacimiento de Caracas. Corría, posiblemente, el año de 1567. Apenas unos pocos años antes, Francisco Fajardo abandonaba la zona hoy conocida como Catia. El Hato de San Francisco se convirtió entonces en la Villa de San Francisco con la llegada de Juan Rodríguez Suárez. Sin embargo, la acometida de los nativos, nuevamente, hizo fenecer cualquier intento de colonización. Luego de eso (y antes de que corriera, posiblemente, el año de 1567) estos mismos nativos se encargaron de derruir las poblaciones erigidas hasta los momentos. Pasó el tiempo. Las manecillas del reloj continuaron su curso hasta que un nuevo conquistador español probó suerte. Su nombre era Diego de Losada y a él se atribuye el nombre y la fundación de Santiago de León de Caracas.

Sobre la toma de este valle, varias son las vaguedades que se manejan. En primer lugar, ni siquiera existe un documento que acredite el 25 de julio de 1567 como la fecha de su fundación, aunque sea asumida por la mayoría de los investigadores como valedera. Pero no hay prueba. No hay archivos. El acta fundacional, hoy por hoy, continúa extraviada. Hay quienes incluso aseguran que los documentos originales fueron robados por piratas. Quizá por esta razón muchas han sido las historias que han surgido en torno a este tema, o las inexactitudes, en todo caso. Para muestra, un botón.

La Batalla de Maracapana fue un encuentro bélico que se desarrolló o en 1567 o en 1568. Sí, en realidad no se sabe, pero su conclusión marcó un hito en la ocupación definitiva de Caracas.

El cacique Guaicaipuro, ante la amenaza del asentamiento español en sus tierras, comandaba a los Caribes junto con el cacique Tiuna para atacar por sorpresa a los invasores desde la sabana de Maracapana, superficie cercana a la actual Catia. Reunió a un gran grupo de guerreros, pues su estrategia mucho tenía que ver con obtener una ventaja numérica con respecto al enemigo. Se hizo de hombres, de muchos. Eran en total dieciséis caciques. Esto, por supuesto, derivó en tropas conformadas por un conjunto numerosísimo de nativos. Todo parecía estar a su favor: los podían superar en número, los podían tomar por sorpresa, los podían vencer y hacer huir como en ocasiones pasadas.  Pero no fue tan sencillo.

Inicialmente, Guaicaipuro sale acompañado de un grupo pequeño de hombres. En sus planes, estaba luego conseguirse con el resto de los aborígenes. No obstante, esta vez, la buenaventura le sonreía a Diego de Losada. Él, quien no sabía nada, había mandado a unos cuantos de los suyos a buscar provisiones al mando de Pedro Alonso Galeas. Lo que no prevería ninguno es que ambos bandos se terminarían topando. El retraso que representó ese encuentro, sumado al mal tiempo y a falencias en la coordinación, provocó que muchos de los que esperaban en Maracapana claudicaran. Así, el número de guerreros nativos disminuyó, mientras que el de los españoles, quienes además contaban con aliados aborígenes, si bien no aumentó, sí pudo prepararse. Eso, sin embargo, no detuvo a Tiuna. Con los hombres que tenía, se lanzó al combate contra los guerreros de Losada, quien, por supuesto, ya estaba enterado de la situación. Este último fue el triunfador. En cuanto a Guaicaipuro, no murió en ese encuentro, sino después. Tiuna, por su parte, pereció luego de combatir, con media espada clavada en su piel, contra al menos cuatro hombres. Fue el último cacique en caer. Una flecha en su espalda, lanzada por un nativo perteneciente al otro bando, fue la que, finalmente, terminó con su vida.

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Ahora bien, el misterio empieza al no haber registros de ningún tipo (alguno fiable u original). Conviven dos fechas de su desarrollo: el 25 de julio de 1567 y el 27 de mayo de 1568. La segunda es más aceptada que la primera, pero la primera tiene cierta lógica que llama la atención, pues los aborígenes poco iban a esperar para recuperar sus tierras, o poco iban a tolerar, como habían demostrado antes, una usurpación extranjera. Varias preguntas quedan entonces en el aire: ¿Caracas recién había sido fundada cuando aquello, fue en honor de esa victoria o ya había pasado un año? Y, ¿es esa la verdadera fecha de la fundación de nuestra ciudad? ¡No lo sabemos!

Lo cierto es que el pasado es tan potencialmente infinito como el futuro. Nunca tiene una sola mirada. El misterio de la fecha exacta de la fundación de nuestra ciudad (y muchas otras cosas) permanecerán en la oscuridad, y la historia de eventos longevos continuará escribiéndose con un bolígrafo de tinta inagotable.

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