Edgar Sánchez presenta «El otro rostro» en la Galería Freites
Noctámbula por naturaleza y amante de todas las ramas expresivas…
Edgar Sánchez nos invita a conocer El otro rostro, título que recibe la muestra del reconocido artista venezolano de amplia trayectoria. Las obras han sido realizadas antes y durante el período de cuarentena, esta exposición se presenta a partir del domingo 14 de noviembre a las 11:00 a.m.
“El otro rostro presenta su trabajo más reciente. El rostro ha permanecido en el horizonte de su pintura como un capítulo permanente de acción. Son rostros plenos de silencios, de interrogantes más allá de sus propias formas, tratando de encontrar una razón de su existencia. Son rostros que, si bien guardan relaciones con las figuras más clásicas del
género retratístico, no deben ser consideradas meros retratos”, comenta María Luz
Cárdenas, investigadora y curadora de arte.
Edgar Sánchez estudió en la Escuela de Artes Plásticas Martín Tovar y Tovar de Barquisimeto. En los años 70, Edgar Sánchez se vuelve pionero y protagonista del “Boom del dibujo”, expresión de arte venezolano muy significativo. Su técnica expresa el drama de la condición humana a través de un perfil, un ojo, unos labios con hoyos, surcos, heridas y cicatrices. Hacia 1977, retoma la pintura, en la cual los rostros permanecen en sombras y los cuerpos son plasmados con un realismo extremo, aunque envueltos en misteriosas sombras que en 1978 se tornan volúmenes amenazantes.
A fines de los 80, la serie “Pieles-gestaciones” constituye la primera gran síntesis de su trabajo anterior y génesis de futuros desarrollos. Los personajes conforman pequeños grupos, con un esbozo de paisaje en el fondo. A principios de los 90 surgen rostros femeninos en primeros planos. Luego Sánchez introduce copias ampliadas de fotografías (“Figura con personajes de August Sander”, 1994), hay mayor variedad entre los personajes, que son agrupados frente a paisajes campestres o vistas urbanas.
CONVERSANDO CON el Maestro Edgar Sánchez
Este trabajo tiene muchísimo que ver con el proceso que nos ha tocado vivir a todos recientemente, estamos atravesando un momento caótico la humanidad completa, estamos dentro de esa acción represiva de la naturaleza y estamos asumiendo o pagando las penas por acciones pasadas, y eso nos ha llevado a experimentar una gran depresión, individual y colectivamente, y nosotros como artistas, como pintores, capturamos esa situación en búsqueda de respuestas, es nuestra labor como parte sensible de la sociedad.
Sin embargo, yo no busqué encontrar estas respuestas directamente, ellas llegaron a mí a través del arte de forma espontánea, quizás en forma de huida, lo digo porque durante todo este tiempo de confinamiento yo traté de expresarme de la manera más simple, no quería complicaciones, pensé que debía dejar a un lado las búsquedas existenciales y filosóficas y me dediqué al disfrute de lo que yo sé hacer. Así surgieron estas obras, en un formato muy distinto al que yo venía trabajando, porque yo acostumbro pintar a gran escala y en esta ocasión las pinturas son de pequeño formato y me gustó, por eso continué trabajando con estas medidas. La primera vez que las mostré fue en la galería D’Museo, allí siempre me han tratado de maravilla también, luego estuve con la muestra en la galería de Beatriz Blavia en Barquisimeto, fue excelente.
Pero lo que me tomó y me llevó a realizar esta serie casi con los mismos modelos y alineadas en el mismo formato, sin percibir nada, sino tratando de ir al grano, sin saber dónde estaba el grano realmente, fue llegar al infinito, a lo inesperado. Ahora ese trayecto tiene un asidero, uno sin darse cuenta de pronto revisa la trayectoria de su obra y lo encuentra: mi asidero es el tiempo, me desvinculé un poco de lo real y recordaba la búsqueda del tiempo perdido de Cruz. Comencé entonces a investigar al tiempo mismo y llegué a los rostros del siglo XVII y tomaba algunas partes de esos rostros, sin diferenciar entre masculinos y femeninos, también incluí el hermoso rostro de Yolanda mi señora y los fui sobreponiendo, luego agregué rostros de amigos.
Hubo un gran reto cuando incluí a Enrique VIII, me fui entonces a la obra de Hans Holbein uno de los retratistas más destacados del renacimiento, un amigo me envió desde Madrid un catálogo y aquello fue una maravilla, cuando lo recibí comencé a sacar estudios de su obra y los coloqué unos sobre otros, en medio de ese proceso surgió un personaje lleno de tiempos, pero ese tiempo se cultivó aún más cuando leo a Paul Auster, quien habla de su padre como un ser que no existió, al cual recrea a partir de una fotografía que él encuentra después de su muerte, dicha fotografía fue tomada desde varios ángulos, y allí en esos ángulos surge el encuentro, pero es un ser inexistente, es un ser de todos los tiempos y es un ser que no le pertenece y por lo tanto le toca la tarea de reconstruirlo.
Yo me identifiqué con esa tarea y veía que afloraban espacios del siglo XVIII y XIX y aquello me pareció hermosísimo, yo no sé si el público lo leerá así, pero me dio una gran satisfacción encontrar un reflejo en todo aquello, reconociendo a los rostros, modificándolos y haciéndolos más exuberantes. Una de mis búsquedas era precisamente la exuberancia de los personajes que de pronto comenzaron a parecerse a los conocidos, pero sin raíces en el presente o en el futuro, incluso algunos en materia de género no se diferenciaban muy bien porque eran personajes que no necesitaban de género, no necesitaban de tiempo, eran atemporales. Mi propósito fue entonces encontrar ese tiempo, el tiempo de todos los venezolanos, que generalmente andamos perdidos.
La luz es vital para todos, sin luz no podría existir la pintura. Como occidentales tenemos una forma de ser, la cultura visual del venezolano depende mucho de la cultura del hombre del renacimiento hasta el presente, aun siendo del trópico nosotros podemos captar como ve un venezolano cuando vemos un Cabré, cuando vemos la obra de Pedro Ángel González, la época de las cafeteras de Alejandro Otero, ya de una manera mucho más elaborada dirigida a otras realidades y el encuentro con esas miradas que representan los objetos desde otros ángulos genera que cambie la luz, el ser humano enfrenta su realidad cuando representa los objetos en todos sus ángulos y la cultura de renueva.
Yo no creo que la crisis cambiara nuestra forma de ver, ahora vemos todo como el hombre del renacimiento desde nuestras ventanas, una cosa es la luz que vemos en la realidad y otra cosa es la luz que podemos ver representada en las obras, hay algo de ficción coexistiendo allí en el interior de ese ser dentro de cada pintura. Las cicatrices de la piel están conectadas con las cicatrices del alma. En mi trabajo de dibujo de los ’70 esas cicatrices hablaban de una sociedad y un clima, esencialmente una poesía muy cerrada, para mi muy hermosa. Cuando veo obras mías de trabajos anteriores lo veo como nuevo, y me dice cosas diferentes a las que sentí cuando fue creado, y pienso que el cuadro me habla desde una realidad que yo proyecté anteriormente pero ahora es cuando la estoy reconociendo.
Cada generación tiene sus características, las generaciones de ahora son irreverentes, por eso yo no voy a darles ningún consejo porque eso sería dar pie a la irreverencia plena. Hoy día son los muchachos los que me dan consejos a mí. Y así debe ser el arte, siempre libre e irreverente.
La exposición El Otro Rostro de Edgar Sánchez abrirá sus puertas el domingo 14 de noviembre a las 11:00 a.m. en la Galería Freites, ubicada en la Av. Orinoco de Las Mercedes. El horario es de lunes a viernes de 9:00 am a 3:00 p.m. La entrada es libre, se requiere uso obligatorio del tapabocas, en la entrada se tomará la temperatura de cada visitante y se le aplicará gel antibacterial.
Para más información se podrán comunicar a través del correo electrónico contacto@galeriafreites.com y por Instagram / Facebook / YouTube: @galeria_freites o la página: https://galeriafreites.com/
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Noctámbula por naturaleza y amante de todas las ramas expresivas del arte ando en la búsqueda de nuestros grandes tesoros patrimoniales. Caracas está siempre lista para enseñar y sorprender a través de increíbles historias y mágicos rincones. Quiero ser parte de los que estén allí como testigo para luego poder compartir esas historias, mientras nos convertimos todos en sus protagonistas.