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Los años dorados de los carnavales en Caracas

Los años dorados de los carnavales en Caracas

Alegre y con mucha bulla así recuerdan muchos a los carnavales de los años 50 y 60, cuando desde las primeras horas del amanecer los niños ponían las notas de alegría, no solo en sus casas, sino también en los populares templetes, con el colorido de los disfraces infantiles, muchos de los cuales resultaron premiados en los concursos organizados con este propósito.

Durante el gobierno de Antonio Guzmán Blanco, se celebraron elegantes carnavales. Este presidente se propuso acabar con la constante agresión del carnaval con agua y darle paso, a través de la celebración, a un carnaval con numerosas comparsas y fiestas de disfraces . Durante el mandato de Guzmán Blanco, la fiesta adquirió características diferentes, se pretendió sustituir la ya arraigada forma de jugar con agua, por confetis y perfumes. Así llegó al siglo XX la tradición en Venezuela con carrozas, disfraces, bailes populares y en salones refinados. A mediados de los años cincuenta y hasta finales de los sesenta, apareció un nuevo elemento: las famosas «negritas», quienes escondían la identidad en el disfraz para disfrutar sin complejos de la festividad.

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En las zonas más populares de Caracas el entusiasmo era también grande, premios, piñatas y bailes populares que eran programados por las juntas de carnaval de cada barrio, los templetes y los adornos, se iban adueñando de cada calle, creando un espectáculo maravilloso y alegre por toda la ciudad.

En otros lugares adelantaban la construcción de las carrozas, que debían participar en los numerosos desfiles organizados. Estas carrozas representaban algo importante que se había construido, como lo fue la alusiva al hotel Humboldt, o la que representaba a las torres del Centro Simón Bolívar (CSB) que era monumental. Destacó también una muy especial: la carroza del Cuatricentenario de Caracas que era representativa de su fundación y tenía al legendario Cacique Guaicaipuro personificado por un hombre alto y musculoso, con su lanza y hacha en mano, y así, las carrozas desfilaban por las calles y a su paso se escuchaba el consabido, “Aquí es!!! Aquí es!!!”, grito al que se contestaba con unas lluvias de caramelos de diferentes sabores que eran las delicias de los niños.

Los bailes eran fundamentales, estos se presentaban en los templetes, donde se bailaba al son de la música de conjuntos musicales del barrio o de grandes orquestas. La elección de las reinas, era algo importante, la escogencia de la muchacha más bella del lugar, es algo aún hoy que está arraigado en los corazones de muchas personas.

Sus reinas eran coronadas con actos protocolares y se paseaban por las calles, un ejemplo fue la del carnaval del 1960, que estuvo escoltada por 100 cadetes que hacían de guardia de honor, algo espectacular. O lo ocurrido en la Parroquia el Valle en 1952, donde la reina fue escogida por 10 mil personas asistentes, que a golpe de un grito general decían: “Yolanda!!! Yolanda!!!”

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Sin duda, estos carnavales son y serán recordados por muchas personas por muchos años.

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Información tomada de: voce.com.ve y www.asieravenezuela.com

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