Carolina Herrera, realeza de Caracas
El nombre de Carolina Herrera trasciende las fronteras del continente latinoamericano para adentrarse en los confines del viejo mundo; está fijado en la historia de la moda, representa un ícono de talla mundial y, sobre todo, se vincula íntimamente con la historia de Caracas. A pesar de su repentina retirada formal a principios del 2018, hoy nos dedicamos a conmemorar el cumpleaños de la ilustre diseñadora venezolana a través de sus raíces.
Nacida en la capital venezolana, María Carolina Josefina Pacanins y Niño, creció en el seno de una familia acomodada (hija de un gobernador de Caracas y una escritora venezolana) para incorporarse a la realeza caraqueña gracias a su matrimonio con Reinaldo Herrera, editor de la revista Vanity Fair, en 1969. Acostumbrada desde muy joven a vestir alta costura, amante de las virtudes del estilo clásico y elegante, Carolina Herrera está conectada con dos puntos claves de nuestra ciudad: la Universidad Central de Venezuela, donde cursaría gran parte de sus estudios; y la afamada Hacienda La Vega.
La hacienda perteneciente a los Herrera Uslar-Gleinchen, durante la gestión de Reinaldo Herrera y María Teresa Guevara (Mimí Herrera), fue conocida como el Olimpo de la moda y el arte en Caracas. Por las mismas habitaciones que anteriormente habían acogido a los capitanes de la conquista y a los próceres de la independencia por igual, pararon hombres y mujeres de gran renombre como Salvador Dalí, la princesa Margarita, el príncipe Carlos y Christian Dior. Esa misma Hacienda La Vega, núcleo histórico de Caracas, una de las propiedades más antiguas de toda Suramérica, prestó calidez y confianza a Carolina Herrera.
Fue en este lugar donde fundó las raíces de su familia, pero también fue el sitio donde amplió su círculo de conocidos y allegados, que más tarde la impulsarían a incursar en el mundo de la moda internacional. La Hacienda La Vega fue el testigo de su primera faceta (madre y esposa) antes de convertirse en la marca que hoy en día conocemos. Aunque sería una injusticia alegar que sin la figura de su esposo la joven Pacanins y Niño no habría prosperado, parece acertado considerar que el hogar de los Herrera le brindó un puerto seguro desde el cual partir, porque, a fin de cuentas, fue el mundo desde donde Reinaldo Herrera la apoyó para que persiguiera sus ambiciones.
«Cuando me miro al espejo ya no busco a la que fui en el pasado, sonrío a la que soy hoy, me alegro del camino andado y asumo mis contradicciones»
Carolina Herrera
A pesar de los tiempos, la edad o los posibles tropiezos, secundada por un entorno protagonizado por la pompa y el lujo, Carolina Herrera debutó como diseñadora en 1980 y dos años más tarde sus creaciones adornaban el guardarropa de la princesa Isabel de Yugoslavia, la duquesa de Feria, la condesa Consuelo Crespi, a la reina Isabel II del Reino Unido, Ivana Trump, Kathleen Turner y Nancy Reagan. Para llevarle el ritmo al despegue meteórico de su carrera, la mítica Carolina dejó atrás su ciudad natal, buscando reclamar su punto en un mundo al que, aparentemente, pertenecía desde la cuna. Por lo mismo, ese nombre asociado a la moda, al glamour europeo y neoyorquino, enlazado a la casta aristocrática más pura de Caracas, nos recuerda que a pesar de lo lejos que su personaje y figura históricos se encuentren, la silueta de Caracas también se mide a través del éxito y las ambiciones de su gente.
Si eres estudiante de moda o simplemente disfrutas del buen vestir y la alta costura, coméntanos sobre otro personaje caraqueño que te inspire y motive a seguir esa pasión.