Tras los pasos de Andrés Bello en Caracas
Samán de Catuche/ Archivo Biblioteca Nacional
Para gran parte de los caraqueños Andrés Bello es la figura por excelencia de las humanidades y la intelectualidad del siglo XIX. Aunque esto es un hecho, no podemos pensar a Andrés bello como una figura lejana a nosotros y a nuestra ciudad, en cambio hay que pensarlo como un ciudadano, cercano a lo que somos. De esta manera nos damos cuenta que aquel ilustre hombre de la historia de Venezuela fue también un caraqueños de carne y hueso.
La ciudad en que hoy vivimos ha cambiado bastante desde que Bello caminó en sus calles empedradas; han surgido rascacielos, han derribado edificios, la educación se volvió gratuita y nuestras calles pavimentadas fueron testigos de incontables sucesos. Aún con todos esos cambió hay lugares en la ciudad donde se conserva la huella y la memoria de Andrés Bello, en estos lugares podemos releer la historia de un caraqueño que como nosotros vivió Caracas.
La Caracas de Bello no era muy grande, aún conservaba su organización colonial, lo único que recientemente se había construido era una pequeña Ermita dedicada a la Santísima Trinidad muy cerca del cuartel San Carlos. Cercana a esta Ermita se encontraba un samán, descendencia directa del samán de guere, a este samán le dan el nombre de «Samán de Catuche» y dio sombra al joven Andrés Bello en sus horas de lectura y reflexión. Este samán que ya no es tan joven sigue de pie en las adyacencias de la Biblioteca Nacional y sigue dando sombra a aquellos que lo visiten.
En sus años mozos Bello no sólo se dedicó al estudio, también le gustaba el excursionismo. Esta otra cara del maestro le dio la oportunidad de acompañar a dos exploradores de origen europeo que vinieron a Venezuela a cartografiar y clasificar especies vegetales y animales. Alexander von Humboldt y su compañero Aimé Bonpland serían guiados por Bello hasta la Silla de Caracas, en el cerro El Ávila. El mismo camino que siguieron Bello, Humboldt y Bonpland puede ser recorrido hoy con vista a una Caracas que dejó de ser de techos rojos.
La instrucción y educación que recibió el maestro Bello se centraron en dos puntos de la ciudad. En su niñez, su hogar fue su escuela también, en la época era común que los maestros impartieran sus clases en la casas de los alumnos. Cuando estuvo preparado ingresó a la real y pontificia Universidad de Caracas, donde se graduó de bachiller en artes. Ambas edificaciones se encuentran aún en la ciudad, la primera en la esquina de Las Mercedes y la segunda en la esquina de Monjas, en lo que hoy es el Palacio Municipal de Caracas. Afortunadamente, ambos edificios son visitables y están repletos de museología y actividades culturales.
Todos estos lugares son prueba que aquel gran caraqueño dejó su huella en la ciudad y que de cierta manera podemos encontrarnos con él hoy. Al igual que es un recordatorio que Andrés Bello fue ante todo un ciudadano, y vivió la ciudad a su manera, impregnando esos lugares de contenido histórico, lo cual los hace estar vivos. ¿Has visitado alguno de estos sitios? Si es así cuéntanos tu experiencia.