Samuel Baroni nos muestra el camino de regreso a El Bosque, dentro del CCUCAB
Noctámbula por naturaleza y amante de todas las ramas expresivas…
La naturaleza siempre nos llama de regreso porque los humanos somos parte de ella, y en su cobijo encontramos todo lo que necesitamos para sanar o para continuar con nuestro transitar. Así como la naturaleza es la obra del Maestro Samuel Baroni, indómita, llena de texturas, ritmo y contrastes, infinita, por eso Baroni nunca percibe tu trabajo como terminado, sino que por el contrario sus obras se mantienen en un permanente proceso de cambio y transformación.
Samuel nos invita a adentrarnos en El Bosque que el creó a partir de la observación, del sentir el movimiento de la vida que lucha ante las circunstancias extremas de un desequilibrio ambiental del cual somos responsables cada uno de nosotros. El recorrido evoca un llamado de atención, nos hace reflexionar sobre nuestro comportamiento y nos coloca frente a un posible escenario de caos ante la ausencia de un lugar donde poder curar las heridas del cuerpo y del espíritu.
Palabras de Humberto Valdivieso (Curador / El Bosque)
Este lugar, expuesto en la sala Magis del Centro Cultural UCAB, a modo de una gran instalación, no narra la historia de la humanidad o las anécdotas personales del artista. Tampoco explica teorías científicas o conceptos filosóficos. Sin embargo, lo contiene todo en su interior sin hacerlo explícito. ese es el fundamento de su carácter contemporáneo. el artista toma de la vida lo más urgente y hace de la obra una experiencia, un pretexto para la conmoción. Por eso, puede sentirse la fertilidad del mundo vegetal y el temor ante el cambio climático, es posible cavilar sobre ideas del posthumanismo y a la vez descubrir sueños de la infancia. nada está afirmado o negado, cada imagen es una posibilidad para el pensamiento o la fantasía.
La intuición ha sido el sendero a través del cual el arte ha llegado hasta ahí. La inteligencia sensible de Baroni pasó años probando materiales, técnicas, lenguajes, modos de amar y de vivir hasta resolver lo que encontramos en la sala.
Pero, arribar a este bosque no ha sido detenerse en un sitio. Al contrario, esa llegada es la comprensión de que el paisaje es en sí mismo infinito y está hecho de vínculos, de mutaciones y de procesos inconclusos. Las obras son gestos -rastros- de algo en perpetuo movimiento. Son la manifestación del espíritu del lugar (genius loci) que impulsa el viaje del blanco hacia el negro y viceversa, produce una oscuridad luminosa, descompone lo lleno en lo vacío y no distingue lo humano del insecto, la clorofila, el río o las raíces.
La sala, como el universo, está llena de vibraciones y por lo tanto de música. El alma de esta muestra es literalmente aire, «soplo vital», aliento del bosque que emana de los árboles, de la memoria de las franelas mortificadas por el trabajo, de los instrumentos musicales fantasmas, de los troncos alineados y codificados, y del trabajo de las polillas sobre la madera. La labor del artista en semejante lugar ha sido demostrarnos que esa alma es una y a la vez múltiple. Que mora en las partículas subatómicas y en el infinito del espacio-tiempo, en nuestro ADN y en los algoritmos de las composiciones de Mozart, en los desparpajos del grupo Fluxus y en las ideas de Piet Mondrian. Así como en la experiencia de cada ser vivo que recorre el bosque.
Están todos cordialmente invitados a recorrer EL Bosque, exposición de Samuel Baroni, bajo la curaduría de Humberto Valdivieso y la museografía de Agustín Villasana, en la Sala Magis del Centro Cultural UCAB de Lunes a Viernes de 8:00 am a 6:00 pm.
Para mayor información pueden visitar: https://centrocultural.ucab.edu.ve/
¿Cuál es tu reacción?
Noctámbula por naturaleza y amante de todas las ramas expresivas del arte ando en la búsqueda de nuestros grandes tesoros patrimoniales. Caracas está siempre lista para enseñar y sorprender a través de increíbles historias y mágicos rincones. Quiero ser parte de los que estén allí como testigo para luego poder compartir esas historias, mientras nos convertimos todos en sus protagonistas.