Morella Muñoz: una leyenda de la música venezolana
Este 29 de julio, la más universal de las cantantes venezolanas hubiese cumplido 86 años… Morella Muñoz, la artista de voz esplendente y timbre único dejó un legado musical invaluable, donde la constancia y la fe en las propias cualidades son parte esencial. Uno de esos personajes de quienes los venezolanos debemos sentirnos orgullosos, por siempre. En su aniversario, y como homenaje a su memoria, vale la pena recordar parte de la trayectoria de esta caraqueña impenitente que, con mucha disciplina y talento, logró trascender, dejando una rúbrica imborrable en las artes venezolanas.
Y es que diversos son los homenajes que se le han tributado a Morella. Muchos de ellos comenzaron a realizarse con la artista todavía en vida. En 1994 el Teatro Teresa Carreño, Serenata Guayanesa y la Fundación Crearte, Ensamble Gurrufío, Orfeón Universitario, Guillermo de León Carriles, Lilia Vera, El Cuarteto, Caraota, Ñema y Tajá, Aquiles Báez, Pedro León Zapata tributaron su arte.
Apenas dos meses después de su desaparición, ocurrida el 15 de julio de 1995, el Ateneo de Caracas y el Teatro Teresa Carreño se unieron para realizar un homenaje, celebrado a sala llena los días 2 y 3 de septiembre del citado año. El 30 de julio de 2005, con motivo de los diez años de su partida, la Fundación Morella Muñoz, organizó un homenaje en el cual participaron la Orquesta Sinfónica de la Juventud Venezolana “Simón Bolívar” dirigida por Alfredo Rugeles, y la participación de destacados músicos, como Iván García, Omar Acosta, Diego Álvarez Muñoz, Isabel Palacios y Cecilia Todd, Huáscar Barradas, además del Orfeón Universitario de Juventudes Culturales, el Coro de Conciertos de la UCV y las corales Juvenil Vinicio Adames, Coral Mágnum y Coral Movistar, Interpretando un repertorio inédito para la ocasión.
De pura cepa
Nacida en 1935 en la parroquia San José, hija de Mercedes Muñoz y de Juan Antillano Valarino, se acerca al canto en 1946, la época de su bachillerato, cursado en el liceo Andrés Bello, donde formó parte de la coral y por sus dotes musicales, fue invitada a incorporarse al Orfeón Universitario de la UCV.
En 1948 ya cantaba a escondidas de su casa en la Radiodifusora Venezuela, con el seudónimo de Morella Kenton, y en 1953 comienza a estudiar canto en la Escuela Superior de Música “José Ángel Lamas”, bajo la dirección de los maestros Vicente Emilio Sojo, Inocente Carreño y Juan Bautista Plaza, de donde egresaría en 1957. El maestro Sojo, quien dirigía el Orfeón Lamas, le brindó la oportunidad de ofrecer su primer concierto clásico, que se realizó en la Biblioteca Nacional.
Sus sobresalientes cualidades artísticas, la llevan en 1958 a la Academia Santa Cecilia de Roma, donde, bajo la dirección de Giorgio Favaretto y gracias a una beca otorgada por el Ministerio de Educación de Venezuela, se dedica al estudio de la música de cámara. Ya el año anterior había probado la miel europea durante su estadía en Tanglewood (Inglaterra) para la realización de un curso de verano de Berkshire Music Center.
La Academia Superior de Música y Arte de Viena en la cual hizo el curso completo de canto fue su siguiente parada. En esta época también estuvo en Quekhoven (Holanda), donde realizó cursos de canto e interpretación con Noemí Perugia.
El año 1961 representa un hito en la biografía de Morella. Entre esos acontecimientos se pueden mencionar su debut en el Palazzo Forte de Verona, bajo los auspicios de la Academia de Cultura Musical de dicha ciudad; el Premio Primavera de Praga, certamen internacional para cantantes de formación académica que motivó el interés del mundo musical del momento por su voz; y su nueva etapa personal, ahora como esposa y madre, ya que en esos días contrajo matrimonio con Pedro Álvarez Ibarra de cuya unión nacerían años después sus hijos Gunilla y Diego. Además, ese mismo año se asoma la invitación para que se incorpore al Quinteto Contrapunto, agrupación con la quedó sellada su fama y versatilidad.
Desde aquella época comenzaron a llegarle invitaciones de diversas partes de mundo que solamente en Europa le reportaron unos 400 conciertos. Austria, Checoslovaquia, Polonia, Suecia, Italia, España, Dinamarca, Inglaterra, Holanda, Argentina, República Dominicana, Uruguay, Chile, Brasil, Colombia, Perú y los Estados Unidos se cuentan entre los países que pudieron disfrutar su voz.
En ocasión de una de esas giras la crítica Teresa Grabowska del diario Tribuna de Polonia escribió lo siguiente: “En la Sala de la Filarmónica de Varsovia ha actuado la artista venezolana Morella Muñoz, proporcionando a los oyentes una gratísima e inolvidable impresión. Su voz mezzosoprano, excepcionalmente hermosa, ha fascinado extraordinariamente al público varsoviano por su hondura de sonido en las canciones de los compositores italianos del siglo XVIII y en la aria de L. Cherubini.”
Versatilidad de raíz
Considerada por muchos como la mejor intérprete latinoamericana de Brahms y del Lied alemán en el mundo, fue también especialista en Schubert, Schumann, Wolf, Bach, Händel y Mahler. Cantó con la Orquesta de Cámara de la UCV, la Orquesta Sinfónica Venezuela, la Orquesta Filarmónica de Caracas y la Orquesta Nacional Juvenil Simón Bolívar.
Sus interpretaciones en el ámbito académico también incluyeron el concierto, la misa, el oratorio, el réquiem, la canción de arte y la ópera Doña Bárbara, con libretos de Isaac Chocrón, música de la compositora norteamericana Carolyn Lloyd y dirección de José Ignacio Cabrujas. Grabó varios discos, destacándose sobre todo los de música popular, campo de la música en el que interpretó canciones indígenas, religiosas populares, melodías infantiles tradicionales, cantos de trabajo, agrarios y afrovenezolanos, además de composiciones urbanas contemporáneas.
Merecedora de incontables reconocimientos y premios, en el año 1958 edita en Venezuela el disco 6 canciones venezolanas de Antonio Estévez y Canciones de América, selección de spirituals y composiciones que cantó en marzo de 1957 en su concierto de música panamericana efectuado en el Museo de Bellas Artes de Caracas.
Su primer disco lo grabó con el Quinteto Contrapunto y apareció en 1962. En 1967 se dio a conocer el disco Alirio y Morella de canciones, tonadas y aguinaldos venezolanos, interpretados por ella y el guitarrista Alirio Díaz. También por este tiempo circuló el disco Morella Muñoz canta aguinaldos venezolanos, con Giomar Narváez al piano y Federico Reyna al cuatro. En 1982 apareció una edición antológica de 12 discos, acompañada del libro testimonial La invención del canto de Carlos González Vegas. El año anterior a su muerte apareció álbum contentivo de un disco compacto y un libro, titulados Morella Muñoz, nuestra voz, editado por el Disco Club Venezolano.
Amante de la música tradicional navideña, en 1988 fue la voz inaugural del Primer Pregón de la Navidad Caraqueña, celebrado en la plaza Bolívar de la capital. No solo en el canto sirvió a su país. Entre 1989 y 1992 se desempeñó como asesora del ministro de Estado para la Cultura, con aportes concretos para la creación de la Dirección de Desarrollo Regional de dicho organismo.
Morella, siempre
Poco después de su muerte, familiares y amigos de la artista crearon la Fundación Morella Muñoz con el fin de rescatar y mantener su legado cultural y artístico, buscando a la vez contribuir con el desarrollo de la música y el canto en Venezuela, ya sea en el ámbito académico o popular.
Entre los proyectos que ha adelantado desde entonces, se encuentran: la digitalización del ochenta por ciento (80%) del material grabado por Muñoz, la reedición y comercialización de la música de la artista en formato digital, la producción de proyectos discográficos relacionados con cantantes o artistas de la Fundación y la catalogación parcial del material bibliográfico de la cantante, para inclusión en el proyecto «Biblioteca Morella Muñoz». Además de la edición de discos de la mezzosoprano junto a los de otros artistas apoyados por la institución.
Su sentimiento hacia Venezuela la retrata en esta frase: “Cuando lo canto siento a mi pueblo en la melodía y al terminarlo quedo completamente exhausta. Aparte de su belleza como canción, exigen una entrega que me descuartiza el alma, y es que la cantante debe ir engranando la melodía como si fueran lágrimas y hacer del Polo Doliente un auténtico y trágico collar».