El sabio que inspiró el Observatorio Cagigal
Ubicado en la parroquia 23 de enero, el Observatorio Naval Cagigal es la estación meteorológica más importante de Venezuela, así como la encargada de proporcionar la hora legal del país.
Su nombre rinde homenaje a una figura fundamental de la ciencia venezolana, quien destacó en diversas ramas del saber y hasta quizás se enamoró de una heroína de novela: Juan Manuel Cagigal y Odoardo.
Primeros años y educación en Europa
Nacido en Barcelona, estado Anzoátegui, en 1803, Cagigal (escrito a veces como “Cajigal”) perteneció a una familia muy ligada a la administración colonial española. Tras quedar huérfano de padre en 1810, el muchacho quedó a cargo de un primo de su progenitor, Juan Manuel Cagigal y Niño, quien llegó a ser gobernador y capitán general de Venezuela y Cuba.
En 1816, Cagigal y Niño entregó el mando del ejército realista a Pablo Morillo y partió a España llevándose consigo al joven Juan Manuel, que entonces tenía 13 años.
Juan Manuel Cagigal vivió durante 12 años en Europa y se formó como matemático en España y Francia. Su excelencia fue tal que incluso se le ofreció una cátedra en una institución educativa parisina, pero el venezolano la declinó.
Vuelta a Venezuela
Cagigal regresó a Venezuela en 1828 y en la siguiente década, la más productiva de su vida, destacó en tantos campos del saber y la vida pública criolla que no resulta exagerado considerarlo una suerte de “hombre del renacimiento”.
En 1831, fundó en Caracas la Academia Militar de Matemáticas, germen de los estudios matemáticos en el país y origen del actual Colegio de Ingenieros de Venezuela.
Cagigal también fue miembro fundador de la Sociedad Económica de Amigos del País, una “agrupación de gente distinguida, estudiosa y progresista, que se reunía para estudiar la situación de la agricultura, de la industria, del desarrollo económico y social y de la educación”, según Arturo Uslar Pietri.
Asimismo, el joven matemático importó los primeros telescopios usados en Venezuela, escribió tratados de mecánica y astronomía, realizó propuestas en materia vial y ferroviaria y efectuó una célebre expedición científica al cerro Ávila junto a un guía y 16 estudiantes el 30 de agosto de 1833.
Juan Manuel Cagigal también pintó acuarelas, participó en la firma del Tratado Michelena-Pombo entre Venezuela y Colombia, se desempeñó como periodista y parlamentario e incluso ocupó una cátedra universitaria de literatura.
Tanto trabajo acabó por agotarlo y quizás influyó en los desórdenes mentales que no tardaría en padecer.
Pasión, locura y literatura
Cagigal partió nuevamente a Europa en 1841 con el cargo de secretario de la legación venezolana en Londres y París. Se estableció en la capital francesa, donde sus colegas lo agasajaron con un banquete en el que recordaron tiempos pasados y criticaron al venezolano por no aceptar en su momento la propuesta laboral que se le ofreció en Francia.
En un arranque de entusiasmo nacionalista, el sabio criollo replicó que prefería la gloria de fundar los estudios matemáticos en su patria que toda la honra que podría proporcionarle destacar como hombre de ciencia en París.
Para corresponder al agasajo de sus anfitriones, Cagigal ordenó fabricar vajillas de oro y plata y grabarlas con sus iniciales: JMC.
El venezolano también se dedicó a actualizar sus conocimientos científicos, visitar museos y bibliotecas y participar en la vida social parisina. Es posible que en este contexto conociera a una joven que se hacía llamar Marie Duplessis y que se desempeñaba como cortesana, término que la Real Academia define como “mujer que ejerce la prostitución, especialmente si lo hace de manera elegante o distinguida”.
Marie era muy bella, refinada y solía llevar camelias blancas como adorno. En esos años causaba furor en París y entre sus muchos amantes estuvieron el compositor húngaro Franz Liszt y un joven escritor llamado igual que su famosísimo padre: Alejandro Dumas.
Cuando Duplessis falleció de tuberculosis el 3 de febrero de 1847 con apenas 23 años, Dumas hijo se inspiró en la relación que tuvo con ella durante once meses para escribir su obra maestra y cumbre de la novela romántica universal: “La dama de las Camelias”, publicada en 1848 y que desde entonces ha inspirado adaptaciones teatrales, películas y la célebre ópera de Giuseppe Verdi, “La traviata” (1853).
Algunos autores como Arístides Rojas afirman que Juan Manuel Cagigal también se enamoró de Marie Duplessis y el hecho de no ser correspondido influyó negativamente en su salud, pero no hay pruebas sólidas al respecto.
En todo caso, los problemas mentales del venezolano se incrementaron durante su estancia europea. Rojas refiere que padeció delirio persecutorio: “La desgracia comenzaba con la monomanía tranquila, tímida. Creía que iban a perseguirle, que querían asesinarlo. Y esas ideas (…) fueron lentamente aislando del mundo científico y social a inteligencia tan luminosa”.
De nuevo en Venezuela: El final
Tras volver a Venezuela en 1844, Cagigal intentó reanudar su vida normal, pero el agravamiento de su salud mental fue tal que sus parientes optaron por trasladarlo al pueblo de Yaguaraparo, ubicado al noreste del estado Sucre y actual capital del municipio Cagigal. La familia del sabio poseía allí una hacienda azucarera llamada “El otro lado».
Cagigal vivió en Yaguaraparo los últimos diez años de su vida. Según Arístides Rojas, su estado no hizo sino empeorar durante ese período, pues cayó en el mutismo y se aisló del mundo.
En escasas ocasiones se animaba, conversaba sobre ciencia y pintura e improvisaba coplas, pero por lo general pasaba largas horas absorto, contando granos de café o haciendo cilindros con papelitos y tirándolos al suelo.
Finalmente, Juan Manuel Cagigal falleció a las 7 de la mañana del domingo 10 de febrero de 1856, a los 52 años de edad. Sus restos recibieron sepultura en la iglesia San Miguel de Río Caribe, pero se extraviaron antes de ingresar al Panteón Nacional de Caracas.
En 1888 se fundó el Observatorio Naval Cagigal, cuyo edificio actual data de 1956. Uno de sus directores fue el célebre botánico suizo Henri Pittier.