El desprestigio en el español de Venezuela
Articulista, copywriter e instructora de yoga en formación.
El venezolano, antes de comer arepa está hablando «recortado». Se come las «eses» o las «eles» y suena tan chévere como jocoso. Y se pudiera pensar que esta forma de dejar fuera una que otra letra de una palabra para sustituirla por un fonema más relajado se trata solo de una característica del español de Venezuela o de Latinoamérica, pero no es así.
Un contrapunteo entre el español de Venezuela y el Francés
El francés se caracteriza por ser un idioma que se asocia con la delicadeza, el romance y la belleza. Y es -por mucho- más violento a la hora de sintetizarse omitiendo en su pronunciación el sonido de letras en sus palabras. En una palabra como <après> (que significa después) la pronunciación viene siendo más o menos como «ápre». Es evidente, que en ninguna parte de ahí se asoma una «s». Pero es aún más caimán en palabras como <étaient> (que significa fueron) que en español suena algo parecido a un «eté».
En el español de Venezuela pasa un fenómeno más o menos similar, como si ambas lenguas provenientes del latín pretendieran hacerse un contrapunteo. Nosotros aquí también nos comemos las letras al hablar. No importa que usted sea el hablante culto, igual va a gozar diciendo «¿Vamoj a comé?«, «Mata esoj mosquitoj«, «¿Vaj a brincá?«. Es natural.
A los franceses no se les atribuye ningún término despectivo cuando han establecido sus variedades dialectales; ahí sí puede diferenciarse este acontecimiento de los venezolanos que suelen ser descalificados (por ellos mismos) como analfabetas o incultos. Aunque -claro está- las razones de esto dependen de la perspectiva del que critica.
No hablamos mal ni bien; solo hablamos
La lengua goza, así como la vida, del poder de transmutarse a través del tiempo y eso no es ni bueno ni malo. Tan solo se adapta a sus hablantes -que son sus creadores y sus artistas-.
Es curioso que lo que en algún momento fue considerado -por algunos- como «mal dicho» porque era un término novedoso, hoy sea aprobado por la ley divina de la aceptación popular. Antes, por ejemplo, se le solía denominar «crocodilo» al «cocodrilo» porque provenía del latín y el griego. Y es que es un proceso dialéctico.
Así que nuestra lengua, el español de Venezuela, está muy lejos del desprestigio por sus diversas formas de pronunciación o sus cambios constantes; más bien, podría decirse que solo sigue su cauce natural.