Arte subterráneo, La sombra clonada
Noctámbula por naturaleza y amante de todas las ramas expresivas…
La lluvia de aquel día era tan fuerte que parecía granizo, mi mamá y yo corrimos hasta llegar a la estación del metro de Chacaíto, dentro de ella una gran multitud aguardaba para salir cuando escampara un poco, y detrás de nosotros otra avalancha humana buscaba refugio dentro del subterráneo. La cita era con mi papá, que pasaría a encontrarse con nosotros allí dentro de la estación al salir de su trabajo, pero ahora me preocupaba que nos encontrara entre tanta gente. Mi mamá pensó que lo ideal era darle algún punto de referencia para ubicarnos allá abajo, así que realizamos un lento recorrido dentro de la estación para establecer el lugar ideal de nuestro encuentro. Ahora que caminamos pausadamente y observamos con cuidado fue que nos dimos cuenta de la gran cantidad de obras de arte que de forma permanente allí se exhiben.
Por lo general pasamos corriendo y tan apurados que no habíamos prestado atención a las paredes y rincones que guardan estos tesoros, hasta aquel momento desconocidos para nosotros. Estábamos tan encantados con el recorrido que yo olvidé por un momento que estaba un poco mojado, y mamá ya no estaba molesta por la ruptura de su paraguas, que apenas el día anterior había reparado, pero que luego no logró resistir la tempestad. De pronto, observé nuestras sombras proyectadas en la pared blanca, mientras caminábamos de un lado hacia el otro. Mi mamá se decidió al fin por un lugar amplio y céntrico dentro de la estación para esperar a papá, y le comenzó a dar indicaciones por el celular, de la manera más discreta que pudo.
La lluvia bajó su intensidad, y entonces mucha gente salió, ahora había mas espacio para jugar un poco y pasar el tiempo mientras papá llegaba. Pero de repente algo muy extraño sucedió cuando regrese a la pared donde mamá y yo esperábamos noté que nuestras sombras no se movían como nosotros, sino que estaban como detenidas en la pared, y no era una solamente, eran varias, luego me di cuenta de que eran como la silueta exacta de mi mamá nada más, ninguna se parecía a mí. Le toqué el brazo a mi mamá para que viera lo que yo estaba viendo, y al voltearse se rió mucho, es que realmente el parecido era asombroso. Al principio creí que era un truco, como aquel fantástico experimento con el que jugamos cuando fuimos de paseo al Museo de los Niños, allá había una pared en donde las sombras quedaban proyectadas en el muro, atrapadas por la luz, pero en esta ocasión era diferente. Era la sombra de mi mamá repetida varias veces, o como dijo ella era una sombra clonada, ja ja ja. Bromeamos imaginando que papá se podría confundir al ver la silueta de ella repetida varias veces, al mismo tiempo, y en una misma pared.
Mamá me explicó luego que se trataba de una obra de arte creada por la artista venezolana Beatriz Blanco, y que al principio se colocó en la estación del metro de la Hoyada, luego en 1991 fue trasladada a Chacaíto. Cuando leímos la placa que se encuentra al lado aprendimos que está hecha de bronce y su nombre es El Kaleidoscopio, estando cerca pude ver que no es plana como yo creía al principio, tiene volumen, es una escultura y desde lejos comprendí que se trata de una imagen que simula el desplazamiento, como lo hace todo aquel que pasa corriendo por la mezzanina de esa estación, la fecha de su creación fue 1987, justamente el mismo año en el que nació mi papá, a quien por cierto dejamos sorprendido cuando llegó por nosotros y nos encontró posando como una extensión de la obra, creo que primero se confundió un poco y luego se echó a reír.
Pero existen varias diferencias entre la obra y mamá, por ejemplo, aunque no me dejaron tocarla, porque las obras de arte se pueden dañar si las personas las tocan, yo creo que cada una de las piezas son muy frías, y mi mamá siempre está tibia cuando la abrazo; además, las siluetas de la obra están quietas, creo…y en cambio mi mamá solo permanece en un mismo lugar cuando va al baño o cuando duerme, ella es como Flash, pero en versión femenina.
A partir de aquel día ese es nuestro punto de encuentro familiar en Chacaíto, cuando nos toca hacer diligencias por esa zona de Caracas, mamá indica que nos veremos frente a El Kaleidoscopio, es decir donde se encuentran reunidos los clones de su sombra. Me gustaría que hubiese otra obra que se pareciera a mí, como la que encontramos ese día y que se parece a mi mamá. Tal vez sí exista una y resulta que aun no la he descubierto. Creo que de ahora en adelante pondré mas cuidado a los detalles de las construcciones dentro de mi ciudad, quién quita y siga encontrando nuevas obras que yo no había visto antes.
Ahora sé que a pesar del despelote somos afortunados, porque vivimos en una ciudad en donde las obras se salen de los museos y las galerías, que es donde se suponen deben estar, y deciden quedarse a vivir en diferentes rincones, a veces tan extraños como al borde de una autopista, y otras tan escondidos como en la orilla del rio Guaire, jamás se me hubiese ocurrido algo así, je je je. Mi ciudad está loca, pero también es bella, y en cualquier momento te puede sorprender gratamente, y al final Lorena mi profesora me dijo que no tengo por qué angustiarme, que si después de un tiempo no consigo una obra que se parezca a mí, podemos hacer una en el salón de artes plásticas, eso sería genial; mientras tanto continúo con los ojos bien abiertos no vaya a ser que la obra exista y yo no la vea bien por andar con el corre corre.
Si quieres conocer más sobre el trabajo de esta talentosa artista caraqueña puedes visitar: Blanco, Beatriz – WIKIHISTORIA DEL ARTE VENEZOLANO (ula.ve)
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Noctámbula por naturaleza y amante de todas las ramas expresivas del arte ando en la búsqueda de nuestros grandes tesoros patrimoniales. Caracas está siempre lista para enseñar y sorprender a través de increíbles historias y mágicos rincones. Quiero ser parte de los que estén allí como testigo para luego poder compartir esas historias, mientras nos convertimos todos en sus protagonistas.