El Arte como reflejo del espectador durante la Cuarentena
Noctámbula por naturaleza y amante de todas las ramas expresivas…
Asumir que cada obra de arte puede convertirse en una especie de espejo es una idea alucinante, una idea que nos lleva a plantear varias interrogantes y a buscar en nuestra memoria, aquellas experiencias que nos han hecho crear el álbum de las piezas favoritas, esas que podemos ver una y otra vez sin sentir jamás aburrimiento, sino que, por el contrario, podemos llegar a encontrar en estos trabajos algo nuevo que no habíamos visto antes cada vez que la observamos nuevamente. ¿Cambió la obra o fui yo?, quizás la respuesta sea: ambos cambiaron, obra y espectador evolucionan juntos a través de una experiencia estética que es tan única como una huella digital. El arte como reflejo del espectador es un fenómeno que nos habla de la profunda marca psíquica que puede dejar la propuesta creativa del artista, indetectable a simple vista, oculta dentro del alma.
La primera obra que nos impacta cuando somos niños abre una puerta, y una vez que la cruzamos no hay marcha atrás; como todas las grandes experiencias de la vida, se establece un antes y un después del suceso. Yo recuerdo tres de esos momentos únicos: mi entrada al maravilloso mundo del arte fue a través de un libro de primaria donde vi por primera vez la fotografía del cuadro Las Meninas de Diego Velázquez, ese fue el primer ingreso, luego de una visita al Museo de Bellas Artes (MBA) y el encuentro de frente con el cuadro La Primera y Última Comunión de Cristóbal Rojas, el realismo de aquella obra me impactó, el drama que se encuentra capturado allí, mi tamaño de 10 años semejante al de la protagonista de la pintura, todos esos elementos se unieron para formar en mi vida un momento inolvidable; dice mi padre que ese día le solté la mano en una sala llena de gente y caminé lentamente hasta estar frente al cuadro inmersa en un trance del cual salí abruptamente cuando un vigilante se agachó para recordarme que la obra no se debe tocar. Por último, una visita al Museo de Arte Contemporáneo Sofía Ímber (MACCSI), allí quedé enamorada literalmente de El Gato de Fernando Botero, admiré aquella escultura por abajo acostada en el piso, desde arriba con ayuda de mis padres y de frente con el corazón roto por no poderla montar ni abrazar.
¿Que sería lo que vi en estas obras?, ¿Con qué me identifiqué?, la invitación de Velázquez para entrar al palacio, mi deseo de pintar, la compasión por la niña que agoniza en la narración de Rojas, y mi amor por los gatos llevada al 3D por Botero en un material tan agradable, todo representa rasgos de mi personalidad que aún permanecen conmigo, aunque nuestros gustos naturalmente pueden cambiar al crecer. Allí es donde surge la magia de la creación del artista, cuando logra conectar con el público por medio de su trabajo a manera de narrador ausente e intemporal.
El artista queda inmortalizado en su obra porque parte de su propio ser se encuentra allí entre la pintura, el bronce o la madera, allí está el creador ofreciendo un viaje a cada uno de los espectadores que consiguen encontrar una primera capa de espejo como Alicia cuando cruza al País de Las Maravillas. Atravesarlo es el inicio de una gran aventura tan grata que nos lleva a desear repetirla una y otra vez; por eso regresamos, por eso la tenemos como foto del perfil de alguna de nuestras redes sociales.
Museo en casa para los más pequeños
Ahora durante la Cuarentena el mundo del arte debe afrontar muchos cambios, los museos se reinventan para seguir en contacto con los visitantes a través de la web, pero eso excluye a todas las personas que no tienen acceso a las herramientas necesarias, como computadoras, celulares, tabletas o señal de Internet o electricidad. Por eso es importante mantener en el hogar libros o revistas y tratar de crear con los materiales que tengamos en casa nuestras propias obras de arte. Compartir esta actividad en familia mientras estamos a resguardo en el hogar es una magnífica oportunidad para despertar en los más pequeños la curiosidad de investigar sobre la forma expresiva que más les guste.
Otra opción mucho más práctica es hacer una exposición fotográfica. Saquen los álbumes familiares, cuenten las historias relacionadas a esas imágenes, y dejen que los niños hagan una selección de las fotografías favoritas que van a exponer en una exhibición que relata un cuento familiar.
Los adultos pueden crear para los más pequeños un mapa que muestre el recorrido que podrán hacer más adelante cuando sea seguro salir a visitar en vivo los museos o galerías. Dibujar y colorear una obra icónica para luego buscarla en la exposición virtual es una divertida manera de interactuar con el arte, y aunque la experiencia en vivo y en directo nunca pueda ser comparada con ver la obra en la computadora o medios impresos, esta opción también brinda unas oportunidades únicas. Por ejemplo, ver los más mínimos detalles al acercarnos de una manera que jamás podríamos hacer con la obra original, tocar sin miedo pero con cuidado y bajo la explicación que me dio el vigilante de la sala cuando era niña; toda la actividad sirve para hacer comparaciones de las opciones que ofrece cada práctica.
Adelante, anímense a hacer visitas virtuales a museos, galerías y exposiciones de arte urbano, a crear en casa sus propias obras y luego montar una exhibición de los trabajos en la sala o en la habitación, un museo en casa que invite a vivir la gran aventura a la que nos lleva todo lo que tiene que ver con el arte puede ser un maravilloso juego educativo donde participe cada miembro de la familia, incluida solo en este caso la mascota del hogar, adelante a montar esa muestra casera y mándanos fotos de ese taller expositivo donde la creatividad y el amor se unen para dar color y forma a la gran obra maestra La Felicidad del Hogar. Mándanos el registro de tu exposición casera y cuéntanos que tal te fue con la museografía. Mientras, yo sigo soñando con una futura visita al Museo del Prado y lo disfruto por ahora desde casa.
¿Cuál es tu reacción?
Noctámbula por naturaleza y amante de todas las ramas expresivas del arte ando en la búsqueda de nuestros grandes tesoros patrimoniales. Caracas está siempre lista para enseñar y sorprender a través de increíbles historias y mágicos rincones. Quiero ser parte de los que estén allí como testigo para luego poder compartir esas historias, mientras nos convertimos todos en sus protagonistas.