Desde el Taller del Maestro: Abilio Padrón
Noctámbula por naturaleza y amante de todas las ramas expresivas…
Cautivada por el aroma de la pintura doy mis primeros pasos hacia la entrada, los abanicos de pinceles y el caballete abarrotado de obras me dan la bienvenida, los rayos del sol traspasan la ventana para caer sobre la mesa que devela las huellas del diario trabajo del artista. Ahora rodeada de libros, bocetos y una montaña de ilustraciones que cobran vida con solo mirarlas, entro en conciencia de que me encuentro en el taller del maestro Abilio Padrón.
Trato de contener la emoción que me causa esta visita, recuerdo claramente cuando recibí de regalo un libro durante mi infancia que lo cambiaría todo. Con este regalo en mis manos tenía la prueba que necesitaba: “dibujar sí puede ser un trabajo cuando sea grande”, fue lo que pensé a los 5 años.
El libro: ¿Qué será, Qué no Será? con las maravillosas ilustraciones de Abilio Padrón, hoy sentado aquí frente a mí con su amable sonrisa dispuesto a contarme sobre su trayectoria y yo, en la silla de enfrente sintiendo que soy una niña de primaria nuevamente. ¡Al fin encontré al señor que dibujaba tan bello en mis libros!, es tan divertido como lo imaginé y mientras le relato como su trabajo me inspiró para estudiar Diseño Gráfico, él escucha y sostiene ese regalo que aún conservo como un tesoro, me escribe una dedicatoria y yo contengo las lágrimas; no quiero hacer un show delante del maestro.
El Maestro Abilio Padrón comparte sus inicios:
“Yo descubrí mi vocación de artista cuando ya era adolescente. Claro, evidentemente, durante mi época infantil ya me gustaba dibujar, pero era como tú decías anteriormente, se trataba de acciones generadas por propuestas escolares, la maestra nos pedía dibujar sobre el día del descubrimiento, o la Batalla de Carabobo, y en el desarrollo de esas actividades algunos compañeros y personas a mi alrededor elogiaban mi trabajo y entonces ¡uno descubre lo feliz que te hace realizar esa tarea!
Para ese momento yo no tenía profesor de dibujo, ni se contemplaban mis padres esas actividades. Recuerda que yo vengo de la época de Gómez, cuando yo estoy naciendo a Gómez le faltaba ya poco para fallecer, así que yo llego al mundo en una Venezuela todavía en etapa rural; mi Caracas bella está creciendo, “La ciudad de los techos rojos” en proceso de transformación.
Mi papá me llevaba a los toros y al boxeo, dos actividades que no parecen ser las más adecuadas para compartir con un niño, pero esas eran sus actividades recreativas y se acostumbraba compartir con los hijos esas salidas. En esos paseos descubro unos carteles de propaganda sobre las corridas de Toros que se llevaban a cabo en el Nuevo Circo. Eran litografías hechas por un artista español llamado Ruano Llopis.
Él pintaba al torero en diferentes situaciones, variados movimientos y destrezas con el capote que atraían mi atención, yo imitaba su estilo que era muy pictórico, y lo hacía tal vez presintiendo mi futuro como pintor. En esos tiempos yo no conocía la técnica del óleo, por eso trabajaba con tizas y creyones de manera libre y espontánea.
En simultáneo nos llegaban en aquella época unas revistas de afuera, argentinas y españolas. De las argentinas en mi casa compraban una llamada “Para Ti”, a mí me gustaban sus portadas donde venían imágenes de chicas muy lindas dibujadas en colores pasteles. Yo copiaba esas imágenes desarrollando un dibujo muy lavado. En esa etapa entro a la Escuela Técnica Industrial “Caballero Mejías” y entonces hice talleres de carpintería, latonería, herrería y mecánica, pero después de permanecer en ella 2 años me di cuenta de que eso no era lo mío.
Comencé de nuevo a estudiar el bachillerato desde el primer año porque nadie me explicó que podía hacer una reválida. Inicié así mis estudios sin tener aún claro qué quería estudiar como carrera profesional.
Entonces surge el golpe militar que coloca a Rómulo Gallegos en la presidencia y hubo un decreto del Ministerio de Educación, el 321, que decía que en vista de la situación que atravesaba el país y las clases interrumpidas, todo aquel que tenía 10 en una materia aprobaba.
Así pasé a mi 2do. año convencido de que era un buen estudiante, je je. Me acostumbré, le agarré el gusto a no presentar exámenes y me despedía de mis compañeros en junio, muy orgulloso pensando que yo no necesitaba presentar porque ya había pasado todas mis materias.
Un gran amigo que tenía en esa época llamado Henrique Hernández, que más tarde se convertiría en un gran Arquitecto, y otro amigo Luis Domínguez Salazar, me invitaban a ir al Calvario, que nos quedaba muy cerca del Liceo Fermín Toro, allí pintábamos paisajes con tizas de colores, estudios de paisajes sin que nadie nos indicara nada, dibujo libre.
Se termina el bachillerato, yo hago el 5to año de matemáticas porque eso era lo más difícil según nosotros, y mi amigo Hernández hace lo mismo. Pasamos pocos del grupo que nos presentamos, y yo sin saber todavía cuál era mi vocación. Él me dijo: “a ti te gusta el arte, ¿porque no estudias arquitectura?”.
Con mis amigos había empezado a conocer sobre Van Gogh y Cezanne, me habían prestado libros y yo estudiaba lo que había sido el Impresionismo. Entro a arquitectura y resulta que descubro que el mal estudiante era yo y no mi amigo Hernández, porque mientras él tenía materias raspadas en el bachillerato se dedicaba a estudiar arte por su cuenta y a hacer excursiones, y por eso ahora, en la materia donde a mí me raspaban él se destacaba, él era prácticamente el asistente del profesor, je je.
En el pensum de Arquitectura había una materia llamada Dibujo a cargo de un Profesor de origen francés llamado Charles Ventrillon, de origen Francés, era un pintor académico y su enseñanza de la materia estaba marcada por esa escuela. Yo intentaba, al parecer sin éxito, seguir sus indicaciones. El profesor veía el dibujo que yo estaba realizando y exclamaba: ¡Mon pobre Padrón!, me mandó a reparación y al fin aprobé su materia.
Había también una clase de escultura donde hacíamos modelado con arcilla. Con algunos de mis compañeros de estudios comenzamos a hacer caricaturas como divertimento. Hicimos un periodiquito para reírnos de los profesores y de nosotros mismos”.
El encuentro con la vocación:
“Con un compañero llamado Américo Faillace, que más adelante llegó a ser decano de la Facultad, hicimos en multígrafo este pequeño periódico y así fue como encontré el gusto por el dibujo de humor. Y me pasó lo mismo que viví cuando copiaba los carteles del Nuevo Circo; como yo no tenía profesor o guía copiaba a los dibujantes que veía en la revista argentina “Rico Tipo”.
Así comencé a realizar mis primeros dibujos humorísticos y ellos aparecieron por primera vez en la revista ELITE. Un español exiliado llamado Otaño, que era el caricaturista de la revista, muy generosamente creó una página para jóvenes emergentes en la caricatura, allí comencé yo. Para esa misma época Sancho, un caricaturista venezolano que se había formado también sobre esa escuela argentina fundó la revista El Gallo Pelón y yo empecé a colaborar allí. Así fueron mis pininos dentro de la caricatura.
Durante años colaboré en varios periódicos humorísticos que publicaban protestas en contra del gobierno de turno. Paralelamente comienzo a asistir a la Escuela de Artes Plásticas, ya la arquitectura no me hacía feliz. Asisto a la Escuela de Artes Plásticas en donde durante una primera etapa estudié de forma alternada con el Profesor Durbán realicé cursos de dibujo, y también con un Profesor Húngaro llamado Spezi Noske que daba un taller de Afiches. Allí aprendí a hacer letras a mano y en ese trabajo desarrollé el gusto por este tipo de trabajo, realicé un Afiche para un periódico de la Escuela y en esa época los Salones Oficiales de cada escuela aprobaban o no nuestro trabajo.
En esa época uno como estudiante, podía enviar sus trabajos al Salón Oficial de Arte Venezolano. Y ser aceptado producía una gran satisfacción. Yo envíe mi afiche y con él obtuve el Premio ARS para publicidad gráfica y afiches. Ese fue mi primer reconocimiento. Luego me dieron la posibilidad de ser Profesor en la Cristóbal Rojas y entre Dibujo Técnico e Historia del Arte, elegí Dibujo, porque sentí que dando clases podía moverme más y como era tímido en esa época, con esa materia no tenía temor de olvidar alguna fecha. Entonces soy un Artista Plástico complejo porque hago caricatura, pintura, escultura, alguien podría decir que soy multifacético.
En 1952 la dictadura cierra la UCV y muchos se fueron a estudiar afuera. Yo decidí quedarme y junto a mi amigo Hernández abrimos una oficina de publicidad para trabajar durante un tiempo, muchas veces mal pagados. Cuando viajé a Europa llegué a París y asistí a varias clases en la Academia Grand Chaumiere, era un curso libre donde podía dibujar. En Roma hice lo mismo, era libre con modelos en vivo”.
De París a Caracas:
“Yo viví como 3 etapas en París, el sueño de los artistas de mi época era ser reconocidos en París, se trataba de el gran centro artístico y queríamos seguir los pasos de los latinos triunfantes como nuestros compatriotas: Soto, Otero o Cruz–Diez, ellos nos demostraron que aquí también teníamos mucho talento por explotar. Mi experiencia Parisina ya no se vive con esa intensidad por los nuevos artistas, ahora existen varios centros del arte diseminados por el mundo (Berlín, NY, Roma, Madrid, etc.), está más diversificado.
En la actualidad voy de la pintura a la caricatura constantemente. Yo no soy un artista de una sola pieza, a los conocedores del arte les gustan los artistas que siguen un camino recto y constante, pero yo no soy así, tengo muchas etapas en mi trayectoria, un día exploro el color, otro día la materia, otra el espacio, soy contradictorio, como si vivieran dentro de mí dos personalidades.
Esta dualidad se explica así: Como Ciudadano tengo el Rol del Caricaturista que denuncia lo que nos está pasando, lo que nos afecta y sufro lo mismo que todos. A través de la sátira soy como un vengador que aporto una herramienta de lucha y escape. Esto ha permeado un poco hacia mi pintura, porque con mi otra cara como pintor me doy cuenta que no llego a un público tan grande, aquí se toca menos gente y soy más pasivo porque siento que termino dentro de un círculo pequeño, como una cofradía, donde todos tenemos un papel ya determinado. Por esa razón ahora experimento otras áreas del arte, ya que publicar en periódicos hoy día es muy difícil.”
Para los artistas emergentes:
“A mi parecer hoy en día los artistas jóvenes son más libres, con más oportunidades de mostrar su trabajo. Los estímulos que existen hoy día son muy buenos (como por ejemplo el Premio que otorga la Sala Mendoza a artistas valientes y talentosos como Dianora Pérez).
Yo le digo a los jóvenes que se apasionan por el arte que nunca dejen de expresarse y de investigar, que estudien y se preparen, y que sin dejar nunca de lado su vocación desarrollen un plan B para que no pasen trabajo en sus inicios y tengan varias herramientas para defenderse en este mundo que cada vez está más complicado”.
Así culminó esta entrevista desde el taller del gran maestro Abilio Padrón, un artista lleno de muchas facetas, todas talentosas y llenas de mucho para dar al público, como sorpresa me obsequió su nueva publicación: Una pequeña historia del Libro, que dice en la portada: “una historia Con humor para aprender y colorear”, publicación de la UCAB. Un libro maravilloso repleto del exquisito humor y la genialidad del maestro que logra a través del humor, despertar en cada niño la curiosidad creativa y el deseo de aprender, tal y como lo logró con esta servidora hace 33 años atrás. Como adulta leeré mi nuevo libro, como adulta lo voy a colorear y como niña lo compartiré con los demás.
Sin duda alguna, el maestro Abilio Padrón es de esos hombres venezolanos que marcan la historia en positivo, ya que a través de su relato nos enseña algo que nunca debemos olvidar: la importancia de ser ciudadanos. Todos tenemos nuestro propio camino, donde hallaremos vocación, familia, hogar y crecimiento personal, pero nunca debemos dejar de un lado nuestras raíces.
La mejor forma de retribuir a la nación, todo lo que nos ofreció a lo largo del camino, es usarlo precisamente en función de ser buenos hijos de la nación como parte de un todo, de un pueblo dichoso que necesita y puede ser mejor. Encontrando belleza dentro de lo caótico, Padrón logró obtener, quizás sin saberlo, el equilibrio perfecto. Por su inspiración, su cordialidad y su autenticidad, muchas gracias maestro, gracias por abrir las puertas de su taller y de su corazón a quienes como yo dependemos de la magia del arte para entender de qué va esta locura que llamamos sociedad.
¿Cuál es tu reacción?
Noctámbula por naturaleza y amante de todas las ramas expresivas del arte ando en la búsqueda de nuestros grandes tesoros patrimoniales. Caracas está siempre lista para enseñar y sorprender a través de increíbles historias y mágicos rincones. Quiero ser parte de los que estén allí como testigo para luego poder compartir esas historias, mientras nos convertimos todos en sus protagonistas.