Humor y periodismo en la pluma inquieta de Miguel Otero Silva
Son pocos aquellos escritores que son capaces de escribir artículos serios para periódicos importantes y al mismo tiempo burlarse de cuanta cosa haya, en otro escrito. Además de burlarse sutilmente y dejar al objetivo de la burla extrañado. El hombre al que hago referencia no es solamente un escritor, es un humorista. Es pues Miguel Otero Silva un periodista sin precedentes en la historia escrita de Venezuela.
Este interesante sujeto podría haber nacido en Caracas, pero no, nació en Barcelona, estado Anzoátegui un 26 de octubre de 1908. La capital lo reclamaba y a los seis años de edad se fue con sus padres a vivir a la Pastora, donde estudió de la mano del insigne Rómulo Gallegos en liceo Caracas. Al finalizar sus estudios medios ingresa a la Universidad Central de Venezuela impulsado por su padre para estudiar ingeniería, pero años después se desinteresaría de esta carrera a tal punto que poco le importaría buscar su título de ingeniero. Aquello que atrapó a Miguel fueron las letras, había descubierto el periodismo y muy profundo comenzaba a emerger el germen del humor también.
A sus 20 años participa en los sucesos de la generación del 28 donde desempeñó un papel importante en contra de la dictadura de aquel momento. Todo esto se originó por la única publicación de una revista llamada Válvula y que desencadenaría protestas y reclamos estudiantiles, entre este grupo estaba Miguel. Luego de estos sucesos se ve obligado a huir y comienza a desarrollar su obra poética entre Francia y Madrid.
Años después se dedicaría de lleno al periodismo donde fundó “El Morrocoy Azul” un semanario humorístico que se burlaba de cuanto acontecimiento hubiera. Con el éxito que implicó el Morrocoy Azul, Henrique Otero (su padre) viaja a Estados Unidos donde adquiere una imprenta y decide fundar un periódico junto a su hijo, periódico que hasta hoy continua en circulación. El Nacional (como titularon aquel diario) cambió la forma de hacer periodismo en Venezuela, ahora este sería el modelo de libre prensa y libre pensamiento.
Miguel Otero Silva se graduaría de periodista en la UCV en la década de 1960, obteniendo al fin el reconocimiento oficial luego de haber fundado junto a su padre unos de los diarios más importantes del momento. Miguel se mudaría a los llanos donde escribiría su novela “Casas Muertas” que lo haría ganador del Premio Nacional de Literatura, una obra maestra de la literatura moderna venezolana. Años luego publicaría su última novela titulada “cuando quiero llorar no lloro”.
En 1984 la pluma de Miguel Otero Silva queda sin vida, dejando un legado tras de sí, no solamente literario sino intelectual para una juventud que se abría paso en un país construido por ideas que el mismo había pensado, creado y escrito. Hoy releemos sus escritos y vislumbramos la visión del hombre que cambió su mundo a través de las letras.