Las Crónicas de Rafael Greco: Lucía
En las crónicas de hoy, Rafael Greco narra el proceso de producción del tema «Lucía» publicado en el álbum «Una a la vez» de Guillermo Carrasco.
La vida no se desplaza por un sendero seguro, lineal. El orden y el caos parecieran transportarse como la corriente alterna de Tesla. El Todo y la nada se turnan incesantemente; alguien y nadie danzan atarantados sobre un plano flexible de líneas distantes. La realidad no existe, está muerta desde que se percibe, la irrealidad y la nada son dos cadáveres invisibles de hule que se estiran y contraen según se expande el universo: el nuestro, que ha de ser una azarosa y a la vez taciturna navegación por mares de vacío infinito junto o dentro de otros espacios de luces imposibles que calientan opacidades suspendidas como esferas de anime lanzadas por un lento malabarista.
Comencé a escribir Lucía finalizando el año 1999. Algo gestual que escuché en un disco de Bill Evans me llamó la atención, no con ánimo de componer, quizá como el señuelo que atrae al explorador.
Ese “motivo” lo fui transportando a otras tonalidades, lo invertí, seccioné, lo convertí en redondas; esas redondas se multiplicaron aplicando las técnicas de Schenker. Con una página llena de objetos (posibilidades, aspectos diversos) elegí, encerrando entre paréntesis mis favoritos.
Al día siguiente, medité cada acorde, pensándolos como embriones únicos. Eliminé muchos que parecieron hermosos el día anterior.
Me quedé con cinco elementos y sus descendencias.
Hice una pausa y pensé en el envión de Bill Evans al comenzar una pieza sin preparación previa, sin introducción, en ese salto a la incertidumbre justo antes de pulsar las teclas; así decidí comenzar, directo en el tema.
En los primeros compases, imaginé a mi hija jugando conmigo dentro de una casita plástica en cuyo interior cabíamos los dos con no poca dificultad.
Culmino la primera parte y se la muestro a Guillermo Carrasco, en ese entonces estábamos en el proceso creativo de su álbum “Una a la vez”.
Regreso feliz a casa, a Guille le había encantado. Ceno algo ligero, hago mi rutina de lectura, contemplación y análisis de partituras y escuchar música.
Me voy a la cama exhausto. A las ocho y media de la mañana entra una llamada de mi hermana Sara:
— Vente, es mamá…
— ¿Qué pasó? ¿Está bien?
— Mamá murió, Rafa.
Al finalizar las exequias, de vuelta en casa, no pude hacer otra cosa que no fuera culminar “Lucía”. Cabe destacar, que mirar a mi madre y a mi hija es como ver dos plantas idénticas, no por taxonomía, una es réplica exacta de la otra.
Terminé la segunda parte de la canción llorando ríos de recuerdos, canjeando risas inevitables por dolores y voces.
La pieza estaba ya muy alejada de “Bill”.
Escuchando la versión de “Pee Wee” de mi amado amigo Steve Khan, decidí realizar “Lucia” con un “jazz guitar trio”.
Me comuniqué con Steve, le envié la pieza y estuvo de acuerdo, lo mismo sucedió con Guille.
En “The Carriage House Studios”, Stamford, Connecticut, grabamos dos tomas de la batería con otro queridísimo amigo y excelente músico, Mark Walker (Oregon, Lyle Mays, Paquito D’Rivera, Arturo Sandoval). El ingeniero de audio fue Phil Magnotti (Jim Beard, Mike Stern, Chuck Loeb, Michael Franks, Bob Mould).
Steve, grabó en Caracas las guitarras.
El bajo estuvo en las manos de Lorenzo Barriendos, otro gran amigo. Las sesiones con Lorenzo fueron muy gratas. Jamás olvidaré las conversas en el carro, llevándolo a casa de sus padres y en la casa de Guille mientras trabajábamos.
Guillermo aportó la letra y su voz.
La canción fue mezclada por el ingeniero Darío Peñaloza.
No alcanzan ni dos, ni tres largas existencias para agradecer todo lo que aprendí, lo que viví junto a estas magníficas personas, estos artistas, estos amigos.
“Nunca indiferente, nunca ausente de ti. Tiempo y tu memoria.”
Lucía y Vinceza, las amo.
Texto: Rafael Greco – T. – @inseptosinectos
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