La onda de Elías Crespín presente en el Louvre

Elías Crespín vive y trabaja desde el 2008 en París, pero es un Caraqueño de corazón que llegó al mundo en 1965. Estudió Ingeniería Informática, mientras dentro de su alma creadora la herencia de un gran legado de talento se gestaba: Crespín es nieto de Gego y Gerd Leufert, e hijo de matemáticos. De manera que su infancia se llevó a cabo dentro de un ambiente cargado de amplios conocimientos, mientras probablemente fue testigo de grandes momentos de procesos creativos. Estimados lectores, se trata del primer latinoamericano vivo en tener una obra como parte de la colección permanente del museo del Louvre. Si estuviéramos en Buenos Aires le diríamos: “Pero qué bárbaro que sos”, pero como somos Venezolanos con el pecho hinchado de orgullo le decimos más bien: “Te la comiste Elías”.

Su primera obra titulada Malla Electrocinética I (2004), le exigió al artista dos años de ardua labor. Lograr fusionar las dos áreas donde se destaca su talento: la informática y el arte, han dado un magnífico resultado, la obra que hoy día podemos contemplar y que viene a ser una expresión matemática del estudio del movimiento hace ya algunos años había dejado fascinados a Julio Le Parrc, Luis Tomasello y al Maestro Cruz-Diez, estaban realmente impactados por esta nueva dimensión que Elías introdujo al cinetismo a través de la tecnología. Por esta razón, cada obra de este artista va más allá de expresar el arte, también se trata de un homenaje a los precursores que inspiraron sus indagaciones.

En una entrevista concedida a la periodista Alejandra Oraa para el Programa café CNN, el artista Elías Crespín compartió la descripción de aquel momento mágico de descubrimiento, que posteriormente daría inicio a su línea investigativa: “Un evento importante fue encontrarme con un cubo de Soto, al cual vi como un espacio tridimensional donde podrían graficarse funciones y hacer que danzaran. Esa visión de imaginarme el cubo de Soto moviéndose como las funciones matemáticas que estudiaba en la universidad me generó una gran inquietud, de allí parte el camino por donde voy”.

“A lo largo de éstos 18 años de investigación en el proyecto artístico he logrado desarrollar un programa de control de mis esculturas, el cual va avanzando en versiones con el paso del tiempo. Ahora voy por la versión 5.4, le voy haciendo modificaciones a medida que profundizo en la expresión artística. Este programa es la base de todas mis obras, en esencia es el mismo que se adapta a la danza de cada obra según una geometría específica, controlando los motores para el resultado final.

Mi introducción al arte fue circunstancial, nadie puede escapar de su herencia, la familia te va formando en valores, la tradición va contigo. Uno no toma esa influencia como referencia directa, pero sí te da las herramientas para forjar tu propio camino.

Yo pienso en la Plaza Venezuela de Caracas y enseguida me transporto al corazón del cinetismo, es parte de nuestra cotidianidad, yo pasaba por allí a diario porque estudiaba en la UCV, estabas atrapado en el tráfico y podías relajarte un poco deleitándote con la obra de los Maestros Jesús Soto y Carlos Cruz-Diez, eso es una influencia ineludible.

Me cuesta adivinar el futuro, siento que hay una potencia muy grande, y hay un cambio, yo soy parte de ese cambio, las autoridades y los distintos actores del mundo del arte tomaron una decisión: incluir una obra contemporánea y tecnológica dentro del museo del Louvre, eso habla de una gran apertura innovadora de una búsqueda de estética y experiencia distinta para el visitante, espero ansioso conocer los resultados de esta nueva etapa en donde he sido bendecido.”

Con motivo del 30 aniversario de la Pirámide, el Museo del Louvre propuso a Elías Crespín crear una instalación permanente, y así en lo alto de la escalera meridional, Crespín instaló la obra cinética titulada L’Onde du Midi (La onda meridional). De este modo, el artista venezolano sigue los pasos de grandes figuras del arte contemporáneo con pasos dentro del Louvre, como Anselm Kiefer (2007), François Morellet (2010) o Cy Twombly (2010).

L’Onde du Midi pertenece a la categoría de “Plano Flexionante”, está formada por 128 tubos cilíndricos alineados paralelamente, suspendidos en el aire por hilos transparentes, que constituyen un plano horizontal rectangular de casi diez metros de largo (1,50 x 9,50 mts) cuando está en reposo. Al accionarse en el espacio, alcanza una amplitud de 3 a 4,50 metros de alto, al ritmo de secuencias establecidas mediante algoritmos numéricos.

El baile ondulante que caracteriza a la obra de Crespín le otorga al tiempo un momento protagónico, ya que es éste el que determinará la aparición aleatoria de formas infinitas, en variedad y en desplazamiento. Allí se genera la magia que atrapa al espectador, el cual, queda inmerso entre la sorpresa y la curiosidad que causa lo impredecible.

“Las esculturas móviles de Elías Crespín se componen de mallas metálicas modeladas a mano de elementos individuales suspendidos por hilos invisibles, que forman en su conjunto figuras geométricas. Mediante motores dirigidos por una programación informática, las esculturas dibujan lentamente en el espacio una danza, transformándose de forma casi imperceptible, pasando de una forma a la otra siguiendo una coreografía diseñada por el artista. A esta investigación que concierne el tiempo, la forma y el movimiento, Elías Crespín asocia a menudo el estudio del color a través de la experimentación con diferentes materiales y texturas, de la luz y de la sombra.” Taller Elías Crespín

Diego Arroyo Gil describe el trabajo de Crespín: “los 128 tubos ondean en el aire a la manera de una ola o de una alfombra mágica. También pueden dar la impresión de ser un animal marino que viaja, ligero a ras de la superficie, pero como La onda…está más bien cerca del techo, sumerge al espectador en un fondo desde el que se observa el desafío de la gravedad”.

“Las formas y la lógica siempre me han atraído. Soy sensible a la sensualidad y a la percepción de las cosas, como puede ser apreciar una bonita puesta de sol. Pero también hay cosas complejas que me interesan: las funciones, las propiedades de un círculo o de un triángulo, el trazado que puede resultar de una determinada relación matemática.” Elías Crespín

Sobre el camino recorrido: las obras de Crespín han sido mostradas en la Exposición Internacional 2017 en Astana, la XIII Bienal de Cuenca 2016 y la Bienal de Busan Corea en 2014, en museos e instituciones culturales como el Grand Palais, la Maison de L’Amérique Latine, el Espace Cultural Louis Vuitton de París y en la Fondation Boghossian y la Verriére Hermés de Bruselas.

Sus esculturas están presentes en las colecciones permanentes de The Museum of Fine Arts de Houston, El Museo del Barrio de Nueva York, el Museo de Arte Latino Americano de Buenos Aires y el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires. En 2020, estarán en las colecciones del Museo del Louvre y la Maison de L’Amerique Latine.

Premios y reconocimientos:  “Artist’s Choice Award”, ArtBots, Saints Michael and John’s Church, Dublín, Irlanda (2005). “Premio Armando Reverón”, 61 Salón Arturo Michelena, Ateneo de Valencia, Venezuela (2006). “Premio de la Proyección Internacional”, AICA Venezuela Premios de la Crítica (2018).

De manera que Elías Crespín fue el embajador seleccionado por el destino para abrir las puertas del arte contemporáneo latinoamericano dentro del Louvre, ésta fue, sin duda alguna, una de las mejores noticias con las que iniciamos este nuevo año 2020, el cual promete ser un tiempo de muchos cambios, y ojalá que la gran mayoría sean eventos que nos llenen de orgullo y admiración como lo ha sido la generada por este gran artista caraqueño que sienta las bases hoy día para todo el nuevo talento que estará por llegar a través del arte.