El Limonero del Señor: Historias de fe y devoción detrás de una orquídea
Periodista. Oriental, amante de la fotografía. Escribir es antioxidante
El «Limonero del Señor» es un poema emblemático del poeta venezolano Andrés Eloy Blanco, que narra la historia de un milagro atribuido al Nazareno de San Pablo durante una epidemia en Caracas. Según la leyenda, la corona de espinas de la imagen de Cristo se enredó en las ramas de un limonero, y los frutos de este árbol curaron a los enfermos. Este poema es un testimonio de la fe y la devoción del pueblo venezolano, y resalta la importancia cultural y espiritual de las tradiciones religiosas en Venezuela.
Vestidos púrpura, con velas, flores, orquídeas, algún detalle o símbolo religioso en mano, la feligresía se inclina ante la imagen del Nazareno de San Pablo, en la Basílica de Santa Teresa, al oeste de Caracas, para agradecer, pedir su intercesión o revalidar su fe.
Mientras un grupo de personas, pertenecientes a los equipos de protocolo, seguridad y organización del templo, realizan trabajos de limpieza, soldadura, pulitura y arreglo de las imágenes veneradas en la Semana Santa, a un extremo del mismo, la entrada y salida de creyentes va “in crescendo”, algunos con lágrimas en el rostro, abrazados a sus acompañantes o realizando una videollamada para “transmitir la fe” a quien se encuentra fuera de nuestra tierra.
El escenario post pandemia ha acercado a los fieles creyentes mucho más a la imagen del “Limonero del Señor”, la cual recorrió las calles de la ciudad capital a bordo del Papamóvil en medio de la emergencia sanitaria que atravesaba el mundo y Venezuela.
Hoy, los testimonios de cientos de devotos se traducen en agradecimiento y fervor. Para muchos de ellos, el Nazareno ha sido su guía, consejero y sanador.
Tal es el caso de María Araujo, habitante de la parroquia El Valle del Distrito Capital y quien ha acudido ante la sagrada imagen tallada en madera para pedirle que “me restaure todos los huesos, que me ayude en las dolencias que tengo en todo mi cuerpo (…) tengo artrosis y sufro de inflamaciones en las articulaciones”.
Araujo comentó que, durante los últimos meses, ha podido renovar su fe y validar que el Nazareno de San Pablo escucha sus plegarias, esto debido a que su hijo – quien retornó de Perú diagnosticado con tuberculosis – ha ido mejorando por medio de la intercesión y voluntad de la advocación de Jesuscristo.
Desde 2007 y con una orquídea para el Nazareno, Carolina Jaszú, visita la Basílica de Santa Teresa, asegura que la devoción nació cuando comenzó a trabajar muy cerca de la iglesia, y desde entonces, cada Semana Santa cumple con su tradición.
“La Semana Santa es una semana de mucha paz y concilio con el Nazareno de San Pablo. Me parece que es un momento para estar más unidos con la Iglesia”, enfatizó.
Como ellas, muchas otras mujeres, niñas, abuelas, tíos, padres y hermanos, guardan su testimonio de fe y el sentimiento que les motiva a confiar en él.
En los alrededores del templo se observa cómo pequeños grupos o de manera individual las personas compran orquídeas o algún cirio blanco o morado, para luego – en medio de una oración – encender y colocar en los espacios dispuestos para las velas.
Los vendedores informales aprovechan la oportunidad para comercializar estampas, cruces de palmas, rosarios, afiches, flores y orquídeas, cuyo valor va desde los 20 bolívares hasta los 10 o 15 dólares.
Este 2024, el Nazareno vuelve a recorrer las calles de Caracas, a reunir en torno a él a sus creyentes y devotos, quienes le acompañan en su procesión, con la cruz a su espalda y algunas personas pagando promesa, vestidas de túnica morada, arrodilladas o en silla de rueda.
“La fe mueve montañas”, y queda reflejado en gráficas que aun los venezolanos se refugian en ella, con la convicción de que sus oraciones y peticiones serán atendidas por quien en la esquina de Miracielos obró el milagro de acabar con la peste.
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