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El licor de cocuy y su historia

El licor de cocuy y su historia

El cocuy es un licor destilado originario de Venezuela, obtenido a partir del procesamiento del tallo homónimo, cabeza o cormo de la especie vegetal Agave cocui, planta autóctona del trópico seco suramericano, extraída por los campesinos artesanos de la vegetación natural principalmente en Venezuela, en los estados Lara y Falcón.

La historia del cocuy comienza con los indígenas gayones, ayamanes, jirajaras y achaguas, antiguos pobladores de estas zonas áridas, la utilizaban con fines medicinales, religiosos, alimenticios y artesanales, pues el cocuy contiene una fibra muy suave llamada dispopo, con la que se pueden elaborar diversos tipos de tejidos como chinchorros, calzados, bolsos, sogas, etcétera. Incluso el colonizador español, Gonzalo Fernández de Oviedo, narraba: “El cocuy es útil y buena hierba, porque se hacen de ella muchas cosas: hilo, cuerdas y sogas. En tiempos de necesidad, a falta de maíz y casabe, es manjar para suplir el hambre y no tiene mal sabor”. Luego, la corona española, a través de la Capitanía General oficializó la producción de alcoholes para apoderarse de ellos. Además, los españoles introdujeron el alambique, una especie de caldera utilizada para preparar perfumes, medicinas y alcohol, en la producción de cocuy.

El cocuy es una bebida espirituosa que bien podríamos llamar «el licor genuinamente venezolano». Suele producirse con una alta graduación alcohólica y que de acuerdo a las características de la zona dónde se lo elabora, aporta notas aromáticas y gustativas muy especiales.

cocuy

Pocos conocen que el cocuy genuino es realmente un licor muy exclusivo. La planta de la cual se elabora, es una especie con un sistema reproductivo que dificulta su cultivo extenso lo cual reviste una limitación importante para la producción del cocuy en grandes cantidades. Aunado a esto, el Agave tarda aproximadamente unos ocho años en llegar a la madurez necesaria para poder ser utilizada en la elaboración del destilado.

Como se mencionó anteriormente, los pobladores originarios pertenecientes a las etnias caquetías, jirajaras y ayamanes que poblaban estas regiones; preparaban una bebida espirituosa a partir de los mostos fermentados del Agave cocui y la misma era utilizada en sus rituales y eventos comunitarios. A partir de esta noble planta denominada también «la planta de las maravillas», obtenían también azúcares naturales, sustancias jabonosas, fibra para el tejido de sus hamacas, alpargatas y bolsos; sus flores y retoños se preparaban como encurtidos y la fibra sobrante del proceso de producción la utilizaban como aglutinante para sus techos y bloques de adobe. Por ello, constituía la base fundamental y sustento de su economía.

A principios de la década de los 50, el gobierno de Marcos Pérez Jiménez aprobó una nueva ley de licores. La polémica normativa establecía que las bebidas alcohólicas que se expendiesen legalmente en el país no podían pasar de 50 grados alcohólicos. De esta manera, el licor artesanal pasó, de la noche a la mañana, a la clandestinidad, y sus productores eran castigados con cárcel o muerte. El cronista del municipio Iribarren, Ramón Querales, relata: “Se comenzó una campaña de descrédito contra el cocuy. Se decía que los campesinos se volvían locos y cometían crímenes. Era peor hacer cocuy que ser ladrón. Pero, en el fondo, todo esto era para potenciar la fabricación de rones”. Además, su condición clandestina hizo que se crearan infraestructuras inadecuadas y alejadas de las casas para que el humo no delatara al productor, por lo que cualquier asomo de lluvia pasmaba el proceso, perdiéndose absolutamente todo el trabajo. Aun así, la producción de cocuy no desapareció. Más bien fue utilizada como un vehículo para sobrevivir cuando la necesidad apretaba, pues los campesinos empezaron a hervir el centro de la planta con leche de cabra para paliar el hambre de aquellos años.

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Después de medio siglo de clandestinidad, el 15 de noviembre de 2005, la Asamblea Nacional declaró al Agave cocui como patrimonio natural, ancestral y cultural de la nación. El cocuy de Pecaya (Falcón) es uno de los tres productos nacionales con denominación de origen certificada, otorgada por el Servicio Autónomo de Propiedad Intelectual (SAPI), adscrito al Ministerio de la Producción y el Comercio. Además, se empezó a ejercer mayor control sanitario a partir de la Norma Covenin 3662 (Cocuy Pecayero), pues algunos fabricantes de esta bebida la adulteraban con químicos peligrosos para la salud del consumidor, como urea, formol o alcohol. Las bebidas se sometieron a estudios de laboratorio que permitieron legalizar solo a aquellas marcas que cumplieran con los requisitos básicos y a partir del 4 de diciembre de 2013, 8 artesanos cuentan con todos los certificados de calidad, permisos y requisitos de ley que les permiten la libre comercialización en Venezuela: Santa Lucía, Lucerito de Pecaya, Mi Empeño, Los Dátires, Caja de Agua, Casa Vieja, Ángel Divino e Indio Sunure. Los productos pueden reconocerse por su etiqueta ovalada negra con CPE y los precintos azules del SENIAT.


Información tomada de Wikipedia y esnobgourmet.com

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