Historias Chicas de Caracas «Mi Policía Favorito, Apascacio Mata» por Don Eliseo
Corrían los inicios de los años 70s y estaba en esa época trabajando cerca de la Iglesia de Santa Teresa, a la hora del almuerzo y lleno de calor me fui con dos compañeros a pequeño restaurant que nos habían recomendado por su calidad y buen servicio, ubicado en un pasaje entre las esquinas de Sociedad y Gradillas.
Dada la alta temperatura y como decíamos entonces, aquella “pepa de sol” del mediodía caraqueño, íbamos por la sombrita. Al llegar a la esquina de Sociedad, mientras esperábamos para cruzar la calle nos quedamos impresionados y con positivo asombro al ver la elegancia, marcialidad y sus cuidadosos ademanes para dirigir el tránsito. Era un Policía Metropolitano impecablemente uniformado y hasta de guantes blancos. El hombre era un flaco alto, muy estiradito, quien a cada elegante giro prusiano, se movía con llamativas maneras sin exagerar. Periódicamente devolvía saludos de los automovilistas o peatones con modo militar, llevando su amplia mano derecha enguantada hasta la sien y una fugaz sonrisa. ¡Todo un espectáculo!
Este extraordinario ejemplar de la policía en su rutinario laborar y la buena comida del restaurant El Congreso, nos llevaron a una nueva costumbre; la de acudir por la misma ruta todos los mediodías con una breve pausa para disfrutar del inusual hecho de un buen funcionario para el control del tránsito en el caluroso caos caraqueño, quien con sus modales, sencillez y rectitud daba buen ejemplo a la locura vehicular y peatonal. Su nombre es Apascasio Mata.
Con el pasar de los años aprendimos de él y las anécdotas que se tejían a su alrededor, muchas cosas que me llevaron a echar esta narración de aquella Caracas que ya lamentablemente no volverá.
Les cuento que en una ocasión, en 1980, detuvo a la caravana presidencial de Luis Herrera Campins, porque los escoltas de la seguridad del presidente se pasaron el alto y cuando los guardias trataron de pasar a la fuerza, nuestro buen Apascasio, con su cortesía de siempre les indicó que no podían continuar hasta que el semáforo no lo indicara para evitar un accidente y la consabida ilegalidad. Esto dio lugar a una discusión muy breve, ya que el mismísimo Presidente Herrera Campins se bajó de su vehículo y les indicó a los funcionarios que el policía tenía toda la razón, se disculpó con este y le pidió su nombre. De inmediato continuaron su recorrido rumbo al Palacio presidencial en sana paz y una salva de aplausos de los transeúntes al policía y a su actitud firme ante “El Poder”. También, es justo decirlo, se aplaudió a Herrera Campins por su reacción ante el cumplimiento de las normas. Un par de semanas mas tarde nuestro personaje en cuestión, el policía Apascacio Mata, recibió de manos de sus superiores un sobre muy elegante con el escudo de Venezuela en relieve y las palabras Palacio de Miraflores. En su interior una tarjeta que le invitaba a un almuerzo con el Ciudadano Presidente Constitucional de la República. Con la sencillez característica del humilde y orgulloso policía al regresar de esta audiencia presidencial, Apascasio solo comentó que el nunca antes había comido cordero y sopa de apio; así es él.
Muchísimas anécdotas mas y hasta algunas leyendas se tejieron con tan particular ser que rompía los moldes usuales de la imagen, pero aquí solo destacaré que jamás se puso en duda su gran honestidad, buenos modales, su respeto por todos los ciudadanos sin distingo de rango o clase social. Nunca ponía boletas o regañaba a los abusadores de la época y a los que infringían las normas de tránsito; solo los detenía a un lado de la calle y los aconsejaba, los instruía sobre el cumplimiento de la ley, todo ello con respeto y educación. Eso desarmaba a todo el mundo y terminaban agradeciendo su labor. Así es él.
Tan buena imagen llegó a tener que la primera Miss Universo criolla, Maritza Sayalero, cuando regresó al país y participar en un gran evento oficial en 1979, en lugar de la escolta de cadetes de la Escuela Militar, prefirió específicamente al ya Sargento Mayor Apascasio Mata. Un honor a quien de sobra lo merecía.
Fue invitado y condecorado por el Presidente Carter a visitar la Casa Blanca en Washington como huésped honorífico del gobierno de los Estados Unidos y dictó conferencias a la policía de esa ciudad.
Pasado el tiempo, el implacable tiempo, nuestro admirado y respetado buen policía pasó a retiro en 1996, luego de mas de 32 años de servicio impecable, 18 de ellos en la esquina de Sociedad que ahora está sola de vigilancia respetuosa y cortés.
La bullanguera ciudad parece haberse olvidado completamente de este personaje sencillo y pulcro por dentro y por fuera, quien debe ser recordado como ejemplo a lo que debe ser un buen policía.
Prefiero dejar esta crónica hasta aquí, con la memoria de los valores que ensalzan al buen funcionario honesto. Apascasio aún vive y sigue sonriendo, como siempre lo hizo antes.
¡Que Caracas aquella, la de mis tiempos!
Don Eliseo