El bestiario venezolano de lo sobrenatural
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Los venezolanos desde hace muchos años tenemos advertencias con lo sobrenatural como «no vayas al río de noche», «no juegues baraja hasta tarde en el pueblo», «no te regreses caminando solo a la hora del diablo», «no recojas a nadie en la carretera», «no caces animales mansos cuando caiga el sol». Estas advertencias son sobre aquello que no podemos entender. En nuestras vidas siempre han existido esas advertencias sobre lo sobrenatural y las cosas extrañas que pasan, por eso aquí dejamos una recopilación de las cosas sobrenaturales de Venezuela.
El chivato
Mitad hombre, mitad animal, este ser sobrenatural persigue a los viajeros, asusta a los borrachos y acosa a las muchachas que caminan por la noche. Es uno de los mitos más antiguos y ha sido avistado en lugares donde se ha pactado con el maligno. Muchos dicen haber visto al híbrido asolar a Venezuela entre 2007 y 2009, en Ciudad Traki (Lecherías), La Cucaracha Racing Bar (Mérida), la avenida Concordia (Barquisimeto) y el dique de Guataparo (Valencia). Solo ha dejado rastro de pezuñas, sangre y humo.
La Sayona
No se sabe si es una, o cientos. El mito que viene del siglo XIX habla de distintos tipos de mujeres que se aproximan a los hombres abusivos, cubiertas con un mantillo, y hablando de manera dulce y decorosa, para saltarles al cuello y dejarlos muertos en la cuneta. En Mérida es rubia y se llama La Dientona, y en Trujillo La Taconera. Tienen un código de justicia: no atentar contra las mujeres.
El carretón
Su último avistamiento se reportó en redes sociales a finales del 2006 en Maracay. Es una enorme carreta cubierta por un halo amarillento y enfermo, que permea todo con un nauseabundo olor a cadáveres. Los más viejos dicen que esta carreta aparece a recoger los muertos cuando ha habido masacres, pero antes se usaba para cargar a los ahorcados luego de que se pudrían por días bajo los árboles, pero sobre todo a las víctimas de las muchas epidemias que han caído en Venezuela, como de paludismo o cólera. Unos dicen que no va tirada por ningún animal y otros que al frente van dos caballos decapitados con las grupas zurcidas con alambre de púas.
La novia de la carretera Caracas-La Guaira
Advertencia: no recojas a ninguna mujer en la carretera vieja Caracas-La Guaira si pasas de noche. Si sientes una mirada en tu nuca desde el puesto de atrás y viajas solo, no mires por el retrovisor ya que el horror que encontrarás no te permitirá esquivar el camión que viene comiéndose el carril a toda velocidad. Algunos la han visto caminar con lentitud en su traje de novia por el borde de la carretera con los pies hacia adelante y el torso hacia atrás. No hace ruido, no llora, no habla: solo espera en su amargura que mueras en la carretera, como le ocurrió a ella el día de su boda.
El hachero
En los más profundos montes de Lara a veces se escucha el golpe de un hacha contra madera. Si el sonido se detiene en seco y se repite más débil a lo lejos como el quebrar de ramas es que ahí viene el hachero, un ser sobrenatural listo para desmembrarte y alimentar a sus perros. Es un hombre descomunal, sin rostro, recubierto de musgo y de alimañas, blandiendo un hacha herrumbrada. El único modo de sobrevivir es no darle la espalda, pero ¿cómo no correr?
Las brujas de Mérida
Algo cae y camina sobre los techos luego de la hora del diablo. Son como pájaros gigantes que cazan incautos en los caminos. Mujeres emplumadas, de seis ojos, que en las pesadillas se sientan sobre el pecho de su víctima y vierten brea de boca a boca. Los niños se pierden en los conucos, los campesinos no recuerdan cómo terminaron colgados de los árboles. No ayudes a mujeres parturientas cubiertas de polillas en los senderos. Cruza tijeras y haz círculos de sal alrededor de tu cama si escuchas pasos descalzos trotar alrededor de la casa.
Los momoyes
Estos pequeños seres feéricos habitan cerca de las imperturbables lagunas de la cordillera trujillana. Son espíritus antiguos que protegen a la naturaleza. Van vestidos con ruanas de lana y anchos sombreros que los cubren del resplandor. Aunque tienen su propio lenguaje entienden idiomas humanos. Les gusta la fiesta y en San Juan suelen emborracharse cerca de las aldeas. Controlan los elementos y les gusta vengarse cuando te metes con ellos o perturbas las lagunas. Su último avistamiento fue en el 2013 cuando alguien en el páramo aseguró capturar uno y tenerlo en su casa. Las personas hicieron fila para verlo y un cura intercedió para que lo liberaran y se detuvieran los deslaves de esa semana, causados por los otros momoyes para que les devolvieran a su compañero. No se sabe qué pasó con él pero la noticia se reseñó en la radio y la prensa local.
Venezuela tiene muchos registros sobre lo sobrenatural y muchos seres con distintos orígenes y sus historias; a pesar de que han pasado años desde sus avistamientos, siempre hay que andar con cuidado.
Información e imágenes tomadas de: www.cinco8.com