El bestiario sobrenatural de Venezuela, parte 3
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Como lo habíamos dicho en los dos anteriores artículos, Venezuela tiene un bestiario extenso lleno de criaturas sobrenaturales, la mayoría de sus avistamientos fueron muchos años atrás pero sus historias se siguen contando.
El carey
Esta monstruosa tortuga de mar hunde a los peñeros y los aleja de la costa, cuando los pescadores se obsesionan con atraparla al ver los destellos de su caparazón en la madrugada. Pero quienes la han capturado cuentan que, una vez en el bote, relamiéndose por la captura, se han percatado de que en su abdomen acorazado se siente el relieve de un rostro humano, como si tuviese un hombre atrapado dentro de su concha. Algunos dicen haber escuchado una voz llamarlos desde el interior del animal. Otros dicen que al devolverla horrorizados al agua, la carey gigante comenzó a destrozar la lancha. Otras leyendas dicen que quien la mata se convierte en tortuga.
El ganado fantasma
Por la recta de El Tigre a veces se mete el ganado que tiene el diablo, que hace que los carros se retrasen o pierdan el camino. Esas reses no mugen, sus cascos no se sienten, y si un conductor las rebasa, al mirar por el retrovisor ya no se ven. Si llegas a verlos a los ojos, verás que esos animales son ciegos: una película blanca y pastosa cubre sus retinas.
El mapurangui
Este monstruo lo compartimos con Brasil. Se trata de una enorme y pesada bestia peluda que vive en lo profundo de la selva. La criptozoología especula que pueden ser megaterios que sobrevivieron a la extinción. Los indígenas lo respetan y veneran, y no permiten que nadie los cace.
El gritón
Si vas a bañarte a un pozo con tus amigos un día de semana sin mucha gente, y escuchas que una voz conocida grita tu nombre pero nadie ha movido sus labios, no respondas. El gritón es capaz de imitar la voz de cualquiera y de aprenderse sus nombres, para atraer a sus víctimas y desaparecerlas. La única descripción que se tiene de este espanto es que en su rostro no hay más que una descomunal boca de dientes podridos y lengua purulenta. Viste con saco y paja, y se camufla con el ambiente.
El ahorcado
Entre los árboles de cacao se ve una silueta en cuclillas, acechando cuando la luna está alta. El olor a carne pudriéndose alrededor es penetrante. Sientes que no te quitan la vista de encima y cuando se te olvidan las oraciones y piensas en correr, escuchas el restallar de una cuerda templándose desde una rama y el peso de un cuerpo cayendo, reventándose las vértebras del cuello y la tráquea. Con un nudo alrededor de la garganta cae enfrente de ti, y con horror ves que eres tú mismo sin vida, con los ojos reventados y la sangre brotando de tu boca. El ahorcado es un espanto que te enfrenta a tu propia muerte.
El silbón
No hay venezolano que no se paralice con su silbido maldito. Lo más siniestro de este espectro es que anuncia su presencia, pero igual no sirve de nada, porque si ya lo escuchaste –y peor aún, si crees que está muy lejos- estás condenado. Mide quizás unos tres metros y con sus piernas anormalmente largas anda en silenciosas zancadas entre el monte por la madrugada. Carga un fardo con los restos de quienes han muerto en sus manos. Su arma es un machete, que lo condenó a penar luego de matar a su padre. ¿Cómo silban los muertos sin boca?
El bestiario venezolano está lleno de bestias misteriosas y sus historias increíbles, ¿Qué otras bestias deberían estar en este bestiario?
Información tomada de: www.cinco8.com